El retorno de Leopoldo Calvo Sotelo
Solitario, con la única compañía de un guardaespaldas, el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo penetraba, poco antes de las cinco de la tarde, por la verja que da entrada a las Cortes. Superado el ataque de ciática que le aquejó poco después de abandonar la Moncloa, Calvo Sotelo apareció bronceado, cojeando menos que en sus tiempos de mandatario e incluso sonriendo a los periodistas que le abordaron: "Mi presencia aquí es normal: responde a las reglas del juego". Apenas mostró una cierta irritación cuando alguien le preguntó qué se sentía al estar de nuevo en la Cámara "de rebote".Con su comparecencia de ayer, Calvo Sotelo, que hace 10 meses era aún jefe del Gobierno español, resolvía las especulaciones acerca de la sustitución en el escaño del grupo Parlamentario Centrista de Landelino Lavilla, nombrado consejero permanente de Estado y ayer ausente, incluso como espectador, de la sesión.
Calvo Sotelo se convirtió por un momento en la atracción central de los pasillos del Congreso, ensayó una sonrisa ante el asedio de los fotógrafos y tendió la mano a los diputados que se acercaron a saludarle. Con Fraga y con Marcelino Oreja, el último fichaje de AP, conversé durante breves minutos.
El último presidente de Gobierno de UCD saludó con alguna frialdad a Felipe González. Tras la ceremonia de juramento, Calvo Sotelo se sentó en su escaño, mucho más arriba de lo que solía, de nuevo hierático, de nuevo con un halo de soledad, justo al lado de Pío Cabanillas. No movió un solo músculo de la cara cuando Felipe González le aludió en su discurso: "Tengo envidia de algún ex presidente recuperado para la Cámara", había dicho González. Calvo Sotelo no pareció darse por enterado.
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