_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Senos

Manuel Vicent

Anoche tuve una pesadilla. Soñé que las tetas de Lola Flores rompían como olas de una mar gruesa contra la persiana, inundaban mi alcoba y lo ponían todo perdido. Esas embestidas de carne, empuJadas por el viento gregal, eran cada vez más furiosas, de modo que las tetas de la faraona coronadas de espuma crecían, se hinchaban en sucesivas oleadas hasta que el nivel de una especie de silicona , arrastrando butacas, arma rios, consolas y otros enseres, llegó a cubrir también el cuadro sobre la cabecera de la cama desde donde una virgen gótica de cuello hierático preside mis sueños. Yo era un patriota sumergido. Me balanceaba como un náufrago en un fondo submarino de mantecas, pero la pesadilla no se limitaba a mi caso concreto. Se trataba de una catástrofe nacional.En realidad, a esa hora el país entero estaba siendo violentamente amamantado, o sea arrasado, por los pechos de esa señora. Igual que una ria*da, de septiembre, el cuerpo de Lola Flores había roto la presa de Tous y la reina del cante, nuestra madre freudiana, se había desbordado. Se llevaba por delante el ganado y los electrodomésticos. Vacas infladas y lavaplatos, enroscados en la corriente, taponaban el ojo de todos los puentes. Me desperté pidiendo auxilio. No pasaba nada. Cerca de casa, la mar rugía sólo con una marejadilla de Levante y en la mesilla de noche vi enseguida la revista en la que las dos boyas de Lola Flores flotaban tranquilamente.

Este verano han pasado muchas desgracias, pero la exhibición y venta en pública subasta de la pe, chuga de este personaje me ha llenado de desolación. Yo me apunto a cualquier clase de decadencia siempre que al menos quede algo con cierta nobleza digno de ser admirado. En España no hay grandes políticos, ni genios científicos, ni profundos filósofos, ni insignes escritores. Entonces sucede que este vacío lo tienen que llenar las tetas de Lola Flores, que han destrozado el principio de Arquímedes para apoderarse de la actualidad. Cuando un país entero consume una semana comentando los pechos ajados de una faraorta, contratados como carne de cañón, es que ha llegado al fondo de la miseria tercermundista. Es lo que le pasa a una sociedad poco antes de irse al carajo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_