La Constitución, bandera de la paz
En una sociedad democrática, el derecho a la crítica está perfectamente reconocido y su libre, ejercicio protegido. La nuestra es una sociedad democrática, definida políticamente como Estado de derecho y sustentada por un eje jurídico: la Constitución.Nuestra ley de leyes quizá no sea una obra maestra en el campo jurídico, quizá no sea la más avanzada y democrática de las hoy existentes y de las que se puedan elaborar en el futuro, pero tiene el mérito de ser producto de un amplio consenso entre las fuerzas políticas representantes de la inmensa mayoría de la sociedad española, de ser fruto de tolerancia, flexibilidad y espíritu de convivencia, y de entrar en vigencia con el respaldo en las urnas de casi el 90% de los votos emitidos.
Es indudable que la existencia de la Constitución, por sí misma, no resuelve la amplia problemática que España tiene planteada a distintos niveles; es su desarrollo quien permitirá aflorar las condiciones necesarias para la lucha contra esas dificultades. No obstante, para que la Constitución pueda aplicarse en todos sus preceptos, es necesario asumirla por completo, y no sólo en aquellos artículos que más nos satisfagan. Tampoco es lícito jurídica, ética y moralmente la falta de respeto a nuestra Carta Magna respaldándose en el voto negativo.
El artículo cuarto de la Constitución (la bandera de España y de las comunidades autónomas) ha de respetarse como cualquier otro, ya que su desacato, además de sentar un peligroso precedente, es un desacato a la Constitución, un acto antidemocrático y un desprecio a la sociedad democrática. No falta quien, protegido por la sombra de las apariencias, esboza una irónica sonrisa ante conflictos como el que acaece en Euskadi denominado "guerra de las banderas" y otros de similar importancia, esperando su oportunidad para salir a la luz con un hipotético, y para tantos no deseable, fracaso de la democracia y una vez acontecido regresar a viejas formas; pues que sea el recuerdo de esas viejas formas el que nos impulse a defender la libertad democrática y por extensión la dignidad humana, y siendo la Constitución expresión de esa libertad, de esa dignidad y de la convivencia pacífica, gritemos todos, críticos y adeptos: "Viva la Constitución". / .
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