El Papa evoca abiertamente una peligrosa situación mundial en el terreno político
Juan Pablo II evocó ayer, último día de su viaje a Austria, a las víctimas, del "reciente y trágico derribo de un avión sureoreano", "los muertos de todas las partes en guerra fratricida en Líbano, así como las víctimas de la violencia en Latinoamérica y África". El avión que devolvió a Roma al Papa aterrizó anoche en la capital italiana.
Las palabras fuera de programa del Papa, a 200 kilómetros de Viena, en el santuario mariano de Mariazell, fueron casi las únicas referencias abiertamente políticas a la situación actual del mundo, que -en su alocución al cuerpo diplomático acreditado en Viena- Juan Pablo II dijo que parece estar a punto de pasar de "una situación de posguerra a una de preguerra". Estas palabras del Papa, junto con parte del discurso dirigido a los científicos, forman parte de una visión apocalíptica de la situación mundial muy extendida hoy día en Polonia, la patria, del Pontífice.El Papa no aprovechó el viaje a Austria -como algunos habían anticipado- para lanzar un desafío a los regímenes del socialismo real o denunciar la situación de la Iglesia en los países del Este .Karol Wojtyla se mantuvo prudente en este punto y se limitó a repetir sus visiones conocidas de una Europa del Atlántico a los Urales, asentada sobre la base de la cruz. Ni siquiera aprovechó el Papa la ocasión del 3002 aniversario de la liberación de Viena del asedio turco para sacar paralelismos fáciles sobre la cristiandad amenazada o el papel salvador de Polonia .El Papa destacó la victoria frente a los turcos y el papel de Polonia, pero señaló también las brutalidades cometidas por las tropas cristianas. Lo mismo en el encuentro ecuménico con protestantes ortodoxos, en el que Juan Pablo II destacó la herencia común con la reforma luterana y pidió perdón por los enfrentamientos del pasado.
Fue un Wojtyla a medio gas .Muy diferente del que hace tres meses recorrió Polonia, donde su, liderazgo carismático sobre las masas le convierte en indiscutido e indiscutible. Austria es un país católico, sin abiertos conflictos con la Iglesia, gracias al buen entendimiento del cardenal de Viena, Franz Koenig, con los Gobiernos socialistas de los últimos años. El Papa adoptó un tono conciliador, y hasta la denuncia sobre el aborto -despenalizado en Austria en lo s tres primeros meses de embarazo- no adquirió tonos catilinarios. Juan Pabto II se limitó a, fijar las posiciones conocidas de la Iglesia, pero sin cargar la mano.
La visita fue pacífica. Las aglomeraciones de masas, importantes para Austria, donde sólo, 5.000 espectadores- asisten a un partido de fútbol de primera división, llegaron hasta 200.000 personas el domingo en el parque del Danubio, de Viena.
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