El revistón
De la antología de la revista que ha montado Marujita Díaz en el Príncipe, con Mary Platty y otras y otros (el entrañable e inspirado Alfonso del Real), ya me parece que he hablado aquí, aparte la distanciada, sensible y sensitiva crónica de Luis Antonio de Villena (un hombre que hizo preceder la imagen a las obras, como pedían los clásicos).A más de ese estreno, hay que reseñar los inminentes de Esperanza Roy y Concha Velasco. Lo de la Velasco, como invento que es de Marsillach, va más de music/hall europeo, pero el music/hall -para qué vamos a engañarnos-, en cuanto se le quita el inglés básico y se cambia a Mata Hari por la Bella Otero, musa de la mejor novela de Torrente Ballester (Torrente me invitaba un día, pobre de mí, a hacer la biografía de Carolina Otero), se queda en revista a la española, máxime si se estrena en el Calderón. Y me parece que hay más cosas. O sea que el viejo revistón español vuelve. Cuando Tierno se propone aleccionar al poblanaje mediante los clásicos y Mari Paz Ballesteros, el poblanaje pide otra vez pan y toros, o sea revista de piernas, porque el pan ha subido y en los toros sólo queda Pace Ojeda, que no siempre tiene una buena tarde (como uno no siempre tiene una buena columna, que los retrodoloridos es que no cesan en el paqueo). Si cuando el Desastre se fueron a los toros, pegándole puerta a Aguilerón /Alberto Aguilera, que les arengaba, los madrileños, ahora, ante el teatro de los Matilla/Ruibal/Arrabal, quieren volver a la revista. Pero gran cuidado: esto no es aviso ni oportunidad para la retroderecha que busca al pueblo en el casticismo y busca la mayoría natural en la minoría minimal de El Viso y por ahí.
FRANCISCO UMBRAL
RIDRUEJO,
Maestro Haro (Tecglen), titular del rollo, conocerá mejor las razones que explican la vuelta del revistón, pero no quiero llarnarle porque estará paseando el perro por Chamberí, como yo estoy desayunando higos frescos (de mi higuera) en wodka. El revistón vuelve, quizá, dentro de la ola general de las grandes multinacionales de la nostalgia, que nos venden nuestro propio pasado, apurando ya las distancias autobiográficas (me dicen que en Checoslovaquia están descubriendo ahora a los Beatles). Pero el revistón vuelve, sobre todo, porque el personal se ha relajado, quieras o no, con esto de las auditorías y el costismo (boticarios a pie de aspirina, abejas a pie de obra/colmena), y aquel teatro antifranquista, que todavía hacen algunos volviendo a contar su primer amor (también pasa en la novela), porque no les ha ocurrido otra cosa en su larga vida, ha perdido su vigencia y su violencia. La blanca doble, Los vieneses, Muñoz Román, que en los cuarenta/cuarenta eran evasión/escapismo, hoy son retromelancolía para la juventud perdida. Y uno sólo se permite retromelancolías cuando ha comido a sus horas.
Para salvar a los españoles del revistón (también vuelve la zarzuela, y me alegro por José Luis Alonso y otros dignificadores del género), hay que inventar apresuradamente un teatro de hoy, no necesariamente muy nacional, como Erice, Gutiérrez Aragón o Trueba han encontrado un cine Franco era cómodo a favor y en contra. Los dramaturgos iban en contra y el revistón se dejaba llevar. Muñoz Román y Muñiz, en el fondo, estaban haciendo lo mismo: jugar el juego del, muslo o la de nuncia hasta el límite de lo permitido. El gran Luis Rosales lo dijo memorablemente: "Siempre he pisado la raya de la libertad". El revistón está bien para una noche de verano con más sueños que sueño.
Pero la ocasión española requiere un teatro/Comunidad Económica Europea, sin localismos derecha/izquierda. Como en cine lo consiguen Saura y Erice, siendo tan locales. Tébar ha montado en el Ideal un maratón de cine/terror. Vuelve Drácula como vuelve la Granderecha. Somos el eterno retorno que no ha leído a Eliade. Pero ya lo dijo Olvido Alaska ex/Pegamoide: "`Drácula es un poco pendón".
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