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Wojtyla, autor teatral, no llena el teatro de Varsovia donde se representa una obra suya

El Papa polaco trata el existencialismo cristiano en su trabajo dramático

El papa Juan Pablo II, que durante su visita a Polonia el pasado mes de junio movilizó a 10 millones de polacos, no consigue con su obra La irradiación de la paternidad llenar un teatro de 400 localidades en Varsovia. La obra de Wojtyla, que se estrenó en Varsovia el 11 de junio pasado, fue escrita en 1964 cuando ya era arzobispo de Cracovia. El contenido conceptual de la obra se puede definir como una especie de existencialismo cristiano. Es una pieza antiteatral y sólo el hecho de que su autor sea el Papa explica su escenificación

.El público acogió con tímidos aplausos el final de la obra teatral del Papa, La irradiación de la paternidad, de sólo 70 minutos de duración, y, casi de compromiso, los actores saludaron dos veces a los espectadores, que han quedado completamente apabullados por el torrente de palabras y conceptos que se lanzó desde la escena, en esta obra escrita por el Papa cuando era ya arzobispo de Cracovia.La irradiación de la paternidad es todo menos una obra teatral. Se trata más bien de una reflexión filosófica sobre la existencia y la relación de los hombres entre sí y con la divinidad. Llevar a un escenario esta obra de Wojtyla equivale a intentar representar un texto de Kierkegaard o escenificar La agonía del cristianismo de Unamuno. El intento estaba condenado al fracaso y así parecen haberlo comprendido los espectadores de Varsovia, que no llenan el teatro, a pesar del nombre del autor.

La obra de Wojtyla se representa sobre un escenario profundo, decorado de paño negro, con árboles secos, sobre el que los personajes, todos vestidos con trajes blancos, declaman en soliloquios continuos sus textos, cara al público, sin apenas diálogo entre ellos. La irradiación... es una obra antiteatral y sólo el hecho de que su autor sea el Papa explica su escenificación.

Para teatralizar la obra, el director acude a varios recursos: sacar a una niña, que permanece en silencio o juega en forma de pantomima y representa al hijo pequeño, y a una actriz que canta, en tono salmodioso y monocorde, los versos de Wojtyla. El director incluye además en esta obra a personajes de piezas anteriores de Wojtyla, que aparecen con pequeños papeles: Job, el joyero de Delante de la joyería, y Adán Chmielowski de El hermano de nuestro Dios. La irradiación de la paternidad es la última obra teatral de Wojtyla y fue escrita en 1964, cuando era ya arzobispo de Cracovia. El contenido conceptual de la pieza se podría caracterizar como una especie de existencialismo cristiano.

Un misterioso contenido

El sacerdote Jozef Tischner, profesor de filosofía del seminario de Cracovia y hombre próximo a los círculos intelectuales católicos de la antigua residencia de Wojtyla, escribe en el programa de la obra que la clave para entenderla es la "reciprocidad creativa de las personas", y añade: "Yo me creo a mí mismo gracias a ti y tú te creas a ti mismo gracias a mí. Sin nosotros, no seríamos lo que somos".Tischner aporta como ejemplo de esta interpretación la paternidad y la maternidad. "La madre se convierte en madre gracias al padre, y el padre se hace padre gracias a la madre. Los padres no sólo engendran a sus hijos, sino también a sí mismos".

Durante la representación, los actores -la compañía no tiene mucho prestigio en Varsovia- lanzan sobre el público frases como: Ia sociedad no sabe lo que lleva dentro", "la sociedad que sentimos es una mentira", "en todo hombre tengo que buscarme a mí mismo. No por fuera, sino por dentro", "la apariencia física ha cambiado, pero permanecen los mismos ojos, que son el espejo del alma", "el amor no es una aventura, tiene el sabor dé todo el hombre, lleva todo su peso".

El personaje central de la obra tiene carácter prototípico y Wojtyla le da el nombre de Adán. El crítico de la revista Kierunki (Rumbos) escribe que esta obra es la más difícil y de más relevancia intelectual del autor, que presenta las relaciones fundamentales de la visión cristiana de la existencia humana: "hombre-Dios, hijo-padre, hombre-madre de Dios, hijo-madre y la paternidad-maternidad".

Al término de la obra, los espectadores se quedan unos segundos perplejos y apabullados en los asientos, pero las impresiones recogidas por este periódico entre el público son positivas. Una señora jubilada de unos 60 años explica que "es una obra psicológica, que necesita reflexión, pero se sabe de quién es y me parece magnífica". Reconoce que acudió al teatro "sobre todo por el autor, porque yo ya sabía que tenía que ser muy buena. Toda la obra me impresionó".

Una profesora de música, de unos 40 años, se muestra sorprendida de que fuese tan corta y dice a la salida que "estoy reflexionando. Tiene una carga filosófica que requiere una meditación sobre el sentido de la vida, la existencia, y sobre el amor de Dios en general". La profesora lamenta que el programa no haga una introducción más completa a una obra que considera difícil.

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