_
_
_
_

Francia en el Chad

adCon una indudable cautela -retraso, dicen sus adversarios políticos- el presidente François Mitterrand ha enviado a sus paracaidístas al Chad, en el convencimiento de que el coronel Gadafi jugará en esta aventura más fuerte que en cualquier otra de anteriores empresas. Esta vez Gadafi ha tomado la iniciativa de los ataques contra las tropas regulares chadianas y, cuando la suerte de la guerra se volvió contra su protegido Gukuni Ueddei, el líder de la revolución libía no ha titubeado en lanzar sobre Faya-Largeau el grueso de su aviación de ataque, con lo cual aceptaba la demostración de que eran las tropas libias del Ejército regular las que participaban en el combate, sin emplear los pueriles disimulos -su famosa legión islámica.

De momento es cierto que Mitterrand ha avisado que si sus tropas son atacadas responderán con todos los recursos militares, incluidos Jaguar y Mirage, pero, simultáneamente, el presidente añade que "Francia no irá donde no quiera ir", con lo cual queda bien claro que los franceses defenderán la línea que tienen hoy ocupada y que coincide sospechosamente con la divisionaria ideal entre el Chad del norte -que es el que verdaderamente interesa a Gadafi- y el Chad del sur, donde operan las fuerzas regulares de Hisséne Habré, con lo cual bastará que Gadafi se contente con lo que ya tiene -el Tibesti, el Borku y el Ennedi, protección en prefundidad de la banda rica en uranio de Auzu para estar seguro de ne, ser atacado.De sobra es conocida la incapacidad de la Organización para la Unidad Africana (OUA) para resolver, como no sea por consunción de los combatientes, un solo conflicto militar en el continente africano -Eritrea, Ogadén, Sáhara son tristes ejemplos-, con lo cual tampoco parece que pueda amenazar a Gadafl por ese lado una presión que le obligue a retirarse, y para colmo de facilidades el presidente Mitterrand habla de una posible federación entre el Chad del sur y del norte, fórmula jurídica que no ha servido jamás en África más que para consolidar el poder del fuerte, de los federados o para separarlos definitivamente.Y esta reflexión nos conduce a plantear el problema de cómo guardar el orden.

Limitados los medios de las antiguas potencias coloniales al simple papel de circunscribir las catástrofes, pero no al de evitarlas, corta-fuegos más que bomberos, no ha dejado de ser una triste paradoja que en esta ocasión el coronel Gadafi haya conseguido enfrentar en una agria disputa pública a Estados Unidos y a Francia sobre los sistemas que podía haber empleado Occidente para ayudar a un Gobierno legítimo que pide auxilio al sufrir una invasión. Quizá este episodio menor del conflicto no haya dejado de ser, a pesar de eso, uno de los más desconsoladores de toda la histona. OGcidente llega tarde. Occidente hace poco y, para final, Occidente se divide, mientras Gadafi, impune, se embolsa medio Chad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_