La conversión fotoquímica
El encarecimiento de la energía y el previsible agotamiento de sus fuentes tradicionales en un futuro no muy lejano han propiciado numerosas investigaciones sobre el desarrollo de sistemas y procesos que permitan utilizar otras energías entre las que la solar, por su asequibilidad generalizada y por su falta de efectos contaminantes, aparece como la alternativa más deseable. Sin embargo, las propiedades intrínsecas de la luz y la forma dispersa en que ésta incide sobre la superficie terrestre impiden su utilización directa en la mayoría de las posibles aplicaciones prácticas, por lo que se hace necesario diseñar sistemas que la convierten en otra forma de energía más estable y versátil.Algunos de esos sistemas, aún en fase de investigación, tienen un fundamento fotoquímico, es decir, pretenden aprovechar el hecho de que la luz puede impulsar reacciones químicas cuyos productos conservan parte de la energía lumínica y son utilizables, en una fase posterior, para llevar a cabd otras reacciones liberadoras de energía, combustiones por ejemplo. Esto es en líneas generales lo que ocurre durante la fotosíntesis, él proceso natural que realizan la inmensa mayoría de los vegetales y numerosos microorganismos.
El desarrollo de un sistema fotoquímico para la conversión de energía solar plantea ciertas dificultades. Dos de dichos problemas son los más importantes: evitar que se produzcan reacciones laterales inespecíficas que degraden e inutilicen el propio sistema conversor y conseguir que los productos finales del proceso fotoquímico no vuelvan a reaccionar entre sí disipando sin provecho la energía almacenada en ellos. La evolución biológica ha encontrado soluciones para estas dificultades y, aunque resulte poco menos que iraposible copiarlas tal cual en los sistemas artificiales, conocerlas en detalle puede ayudar en gran manera al diseño de estos últimos.
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