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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los misterios del naufragio

EL HUNDIMIENTO de un superpetrolero español en las costas surafricanas y la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el naufragio del Urquiola en la rada del puerto de La Coruña actualizan los temas relacionados con la seguridad del tráfico marítimo. El Urquiola provocó una catástrofe ecológica de grandes proporciones en las costas gallegas. El siniestro del Castillo de Bellver ha tenido, por fortuna, menores consecuencias contaminadoras. Gracias, en parte, a la dirección seguida por las corrientes marinas y la diligencia de las autoridades surafricanas.En el caso del Urquiola, las causas del naufragio se imputaron a la presencia de unas agujas de roca no señaladas en las cartas, de navegación españolas. Las autoridades negaron esta causa, que, sin embargo, han aceptado los tribunales. En el caso del Castillo de Bellver todavía no se han aclarado los factores que provocaron el incendio y motivaron la rotura del casco del petrolero.

Sea como fuere, no resultará fácil determinarlas causas por la ausencia de un suceso claramente identificable como desencadenante del siniestro. En el terreno de las conjeturas razonables se especula sobre los riesgos y peligros que implica el descenso en el grado de profesionalidad de las tripulaciones. La especialización de los subalternos, incluidos los que componen los equipos de máquinas y mantenimiento, no se acompasa al creciente grado de sofistificación de los modernos y gigantescos petroleros. Además, las tripulaciones de estos barcos cambian con mucha frecuencia, y con ellas los criterios y actitudes sobre el cuidado de la nave. Tampoco la revisión de las embarcaciones al llegar a puerto se efectúa de acuerdo con las exigencias planteadas por los capitanes. Los representantes de los armadores, sobre todo en épocas de dificultades económicas, suelen ser menos exigentes. De este modo, partes del casco, por ejemplo, gastadas por el uso, no se sustituyen con la frecuencia por requerida por la más exigente prudencia y aumenta el peligro de que una fricción de los materiales provoque una chispa incendiaria.

España es una potencia marítima y un país enclavado

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estratégicamente en las grandes rutas de navegación. Lo primero requiere una revisión cuidadosa de una flota que también surca los mares de este pequeño planeta. Lo segundo supone reclamar esas cautelas de los demás países cuyos barcos navegan, a veces también cargados de petróleo, próximos a nuestras costas. liste doble motivo condiciona aclarar del modo más rápido y convincente posible las probables causas del hundimiento del Castillo de Bellver y, naturalmente, poner los remedios oportunos para evitar su repetición. Sólo si nos comportamos con responsabilidad podremos ser respetados como país marítimo y exigir de los demás el cumplimiento de las normas de seguridad más exigentes. El pasillo marítimo que surca nuestras costas atlánticas y por el que discurre un importante tráfico del petróleo que con sumen los países europeos nos sitúa en una posición delicada en este terreno.

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