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Brasil aplaza unilateralmente el pago de su deuda externa con 15 países

El Gobierno brasileño ha declarado oficialmente la moratoria de pagos de su deuda externa con bancos oficiales de 15 países. El ministro de Hacienda, Ernane Galveas, dijo que eso no implica que Brasil no siga rescatando su deuda con la banca privada. La decisión anunciada por Galveas no causó sorpresa, ya que el país vive una moratoria blanca desde el pasado mes de abril, cuando los retrasos en los pagos de la deuda externa brasileña, que superan los 100.000 millones de dólares, ya alcanzaban la cifra de mas de 2.000 millones de dólares a Gobiernos de países extranjeros y a la banca privada.El Gobierno brasileño intentó, desesperadamente, evitar la suspensión de pagos. El presidente del Banco Central, Carlos Langoni, y el ministro de Planificacion, Delfim Neto, en incontables viajes internacionales a Europa y Estados Unidos argumentaban que, la suspensión de pagos de Brasil, sumada a la crisis mexicana y argentina podría hacer del continente latinoamericano una plaza poco segura y confiable para las inversiones extranjeras, tanto gubernamentales; como de la banca internacional. Los argumentos brasileños no convencieron a la banca internacional y mucho menos a algunos Gobiernos, como el norteamericano, el japonés y el de la República Federal de Alemania, que se quejan amargamente de la gestión económica brasileña desde el comienzo de la llamada crisis del petróleo de 1973.

Las últimas tentativas brasileñas de negociar en foros especiales su inmensa deuda externa se terminaron a finales del año pasado, cuando el Gobierno brasileño reconoció oficialmente, después de las elecciones generales de noviembre, que iba a negociar un préstamo de 4.400 millones de dólares en tres años para hacer frente a los pagos de la deuda en los años 1983 y 1984. Al mismo tiempo que las autoridades brasileñas intentaban justificar el despilfarro y los errores del modelo, económico mantenido por los militares desde 1964, México, que había declarado la suspensión de pagos y la renegociación de su deuda externa en agosto de 1982, empezaba a ser tomado como el modelo ideal por la banca privada y algunos Gobiernos.

El modelo mexicano, como pasó a ser llamado el plan propuesto por el Gobierno de aquel país a sus acreedores internacionales, no despertaba ningún entusiasmo en el seno del Gobierno brasileño por la sencilla razón de que no disponía de apoyo político y popular que diera respaldo a una contención de los incrementos salariales y a la retirada de los subsidios gubernamentales a los productos de primera necesidad.

La banca privada internacional esperó a que las duras condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) convencieran a las autoridades brasileñas de que tenían que desarrollar un plan de austeridad. El Gobierno brasileño firmó un acuerdo con el FMI en enero, pero no lo cumplió en más de un 70% de lo acordado con el organismo.

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