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SITUACIÓN CRÍTICA EN FILIPINAS

El régimen de Marcos, hostigado por la oposición armada de la guerrilla y la pacífica de la Iglesia

El asesinato del Benigno Aquino, el hombre que aparecía como la alternativa al presidente Ferdinand Marcos, ha puesto al borde del precipicio a un régimen corrupto y nepotista que desde hace años combate a las guerrillas mora y comunista y tiene que hacer frente a una creciente oposición de la influyente Iglesia católica. El mayor activo de que se jacta el matrimonio Marcos, y en el que depositan sus esperanzas de crear una dinastía en el país, es el valor geoestratégico que el archipiélago tiene para Estados Unidos.

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Imelda Marcos, la mujer del presidente, es taxativa sobre la cuestión: "Los americanos nos necesitan más que nosotros a ellos". Estas palabras las pronunciaba la llamada Mariposa de Hierro con motivo del viaje que el pasado mes de septiembre realizó a Estados Unidos el presidente filipino, quien se considera un buen amigo de Estados Unidos que no siempre ha visto correspondida esa amistad.Marcos ha sextuplicado el volumen de su Ejército en ocho años con objeto de reforzar una ley marcial implantada en 1972 y levantada en enero de 1981.

Al amparo de esta ley se ha eliminado prácticamnete al Frente Moro de Liberación Nacional que actuaba en el sur del país y, a pesar de ella, no ha sido posible dominar a los comunistas del Nuevo Ejército Popular, que han visto crecer su fuerza en los últimos años.

Esta última fuerza ha atraido hacia si a un número indeterminado de sacerdotes y monjas subyugados "por el idealismo de un movimiento que propone un sistema democrático e independiente como alternativa al corrupto sistema existente" tal y como confesaba un cura pasado a la guerrilla. "Me proporcionaba respuestas cuando me preguntaba cómo mejorar la miserable suerte de los cristianos víctimas de la rapacidad de las instituciones que sirven a los intereseses de una monoría de poderosos. He sido testigo de muchas injusticias", aseguraba el mismo sacerdote.

Una Iglesia crítica

Esta situación ha provocado duros enfrentamiento verbales entre el régimen y el Episcopado filipinos. La Iglesia, que en los últimos años se ha mostrado crecientemente crítica con respecto al rumbos que tomaba el régimen, presentó en febrero un ultimátum al presidente Marcos: o se llevaban a cabo las reformas necesarias del sistema para ofrecer una mayor justicia o la Iglesia lanzaría una cruzada no violenta en torno a aquellos temas de desacuerdo que amenazan arruinar a nuestro pueblo".

Portavoz del clero ha sido el arzobispo de Manila, el anciano y respetado Jaime Sin quien ftie calificado de Jomeini por manifestar que ya era hora de que Marcos cesara.

Tras la desaparición de Aquino las posibiliades de que "se restablezaca un sistema democrático en Filipinas parecen más alejadas que nunca. Aquino era, a juicio de los analistas, el único hombre capaz de desafiar a Marcos en las urnas. Su desaparción deja la vía libre a soluciones extremistas que pasan por la militarización del país, deseada tanto en los Estados Mayores -ya sea para desalojar al clan de los Marcos ya para consolidar la propia militarizacion iniciada por el presidente- como por la guerrilla comunista.

Si la situación es delicada en el campo político, no lo es, menos en el económico. El año pasado, fueron muy pocos los sectores que lograron superar el crecimiento cero y áreas clave para la población, como la de la caña de azúcar y el coco, de las que viven la mitad de los filipinos, sufrieron los efectos de la crisis en forma de descenso de la demanda y caída de los precios en los mercados internacionales.

Los organismos de crédito intemacionales, ante los que ha tenido que recurrir el régimen, exigieron una política de estricto rigor económico para poder afrontar el creciente endeudamiento exterior, que el año pasado superó los 16.000 millones de dólares.

El ministro de Economía, César Virata, anuncié una política de apretarse el cinturón que, sin embargo, tiene poco que ver con el despilfarro, las importaciones de bienes de lujo y los crecientes gastos militares que han aumentado el desequilibrio de la economía.

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