La expedición navarra fracasó en el K-2 por las adversas condiciones climatológicas
"No estoy frustrado en absoluto, porque para mí el no subir a una montaña no es un fracaso, aunque reconozco que quizá haya gente que pueda pensar lo contrario. Intentar ascender a la cumbre en aquellas condiciones climatológicas tan adversas habría sido un suicidio, ya que es seguro que no habríamos bajado y, desde luego, una montaña no vale una vida", afirma Gregorio Ariz, jefe de la expedición navarra al K-2 o Chogori, que debido al mal tiempo no pudo alcanzar la cima de esta cumbre, de 8.611 metros, que es considerada técnicamente más difícil que el Everest. Otras dos expediciones -una británica y una madrileña- que intentaban también el ascenso a la montaña han tenido igualmente que desistir de su objetivo.
"Para mí el no subir a una montaña no constituye un fracaso, aunque reconozco que quizá haya gente que. pueda pensar lo contrario. Fracaso es no poder hacer las cosas porque o bien las has preparado mal o porque el equipo no ha funcionado como debiera, pero no, desde luego, el no poder ascender porque las condiciones climatológicas sean adversas. Era algo que no podíamos evitar", afirma Gregorio Ariz, jefe de la expedición navarra al K-2 o Chogori, de 8.611 metros, que debido al mal tiempo no pudo alcanzar la cima de esta cumbre del Karakorum.
"Nosotros", continúa, "hemos hecho una expedición a lo seguro y no hemos querido jugarnos el físico en ningún momento. Al final una persona hablaba de hacer un intento un poco a lo loco, pero no tuvo ninguna aceptación entre los demás montañeros. Creo que en realidad pretendía forzar un poco aquello y que continuásemos unos días más, pero ya no se podía estar allí más tiempo, e intentar la ascensión en aquellas condiciones era un suicidio. Y una montaña", recalca el montañero navarro, "no vale, desde luego, una vida". Ariz confiesa que al tomar la decisión de abandonar -sólo hubo un voto en contra y el resto a favor-, lloró, "aunque algunos más también lo hicieron".
Superadas las dificultades
Para todos los montañeros -al igual que sucedió en las otras dos expediciones, británica y madrileña, que al mismo tiempo intentaban el ascenso a la cumbre- fue muy duro, "pero había que afrontar la realidad, ya que llevabámos más de 60 días en el campamento base, instalado a unos 5.000 metros, y el mal tiempo seguía exactamente igual", manifiesta Ariz."No obstante", prosigue, "hicimos un último intento el día 22 de julio, cuando la situación atmosférica había mejorado algo. Pudimos llegar hasta donde habíamos instalado, en el mes de junio, el campo III, a 7.300 metros de altitud, pero nuevamente entonces volvió el mal tiempo. Y ya no podía ser, pese a que toda la expedición estaba distribuida para, al menor resquicio de buen tiempo, iniciar el asalto a la cima".
Los nueve montañeros navarros que componían la expedición, junto con 300 porteadores -que transportaban unos 4.500 kilogramos de impedimenta-, un shirdar y un oficial de enlace, llegaron a la base del K-2 el 25 de mayo. "Desde ese día hasta finales de junio se sucedieron los días malos y buenos. Aprovechando estos últimos se consiguió montar hasta el campo III. Ya para entonces se habían superado prácticamente todas las dificultades técnicas importantes (unos pasos de roca hasta llegar al campo I, una chimenea entre los campos I y II y la pirámide negra entre el II y el Ill); instalado 1.500 metros de cuerda fija y abastecido todos los campamentos, que es, sin duda, la labor más ardua de realizar. Y el día 1 de julio alcanzaron la altura máxima -7.700 metros-, pero cuando teníamos previsto instalar el campo IV, por encima de los 8.000 metros, tuvimos que replegamos al comenzar a nevar fuertemente. En estas condiciones no se podía vivir allí arriba, por lo que tuvimos que descender al campamento base, donde estuvimos 20 días debido al maltiempo", comenta Gregorio Ariz.
El jefe de la expedición navarra al Chogori es rotundo y tajante cuando se le pregunta si volvería al K-2: "Por mi parte está olvidado y de momento no quiero pensar en montañas grandes, sino tener tranquilidad, ver prados verdes y animalitos. He ido al Himalaya y allí el buen o mal tiempo sigue, más o menos, unas constantes fijas; pero en la cadena del Karakorum no sucede así: el tener unas condiciones climatológicas favorables es una lotería, y a mí no me gusta ese tipo de juegos".
"Por otra parte está el hecho de que de 29 expediciones que lo han intentado sólo siete han llegado a la cima. En esta ocasión tres grupos estábamos allí y no lo hemos podido conseguir. No es por falta de preparación, porque, por ejemplo, entre los expedicionarios ingleses", puntualiza el montañero navarro, "se encontraba Doug Scott, que era la tercera vez que iba al Chogori, y ésta es una persona que tiene en su haber cuatro ochomiles, tales como la cara sur del Everest y la cara sur del Annapurna. Y allí tenías al hombre, uno de los mejores alpinistas del mundo, jugando con nosotros al parchís porque no había otra cosa que hacer".
La armonía, y la convivencia entre las tres expediciones es resaltada, por Gregorio Ariz: "En julio, y coincidiendo con los sanfermines, les invitamos a nuestro campamento, que, por cierto, estaba mejor situado y era más cómodo que el de ellos; intentamos hacer un cohete con cerillas, pero no nos funcionó bien".
La expedición también tuvo problemas con los porteadores: "Al comenzar la marcha de aproximación a la montaña, los 300 porteadores -musulmanes, seguidores fanáticos de Jomeini- hacían frecuentes asambleas en las que terminaban dando fuertes gritos. Pero un día, cuando estábamos a mitad de camino, el cariz cambió, ya que allí hervía algo anormal. El shirdar, subido en una piedra, hablaba con ellos, y éstos levantaban los palos hacia donde estábamos. Cuando ya se dirigían hacia nosotros nuevamente, el shirdar pegó unos gritos y logró detenerlos, mientras algunos de sus amigos golpeaban a los que no cejaban en su empeño".
Una vez que se hubo restablecido la calma, los montañeros navarros celebraron una reunión con el shirdar y el oficial de enlace para ver qué problemas había. "El shirdar nos comentó que él necesitaba un uniforme completo de montaña que no se le había proporcionado, cuando no, era cierto, porque al comenzar la marcha se le había ofrecido y lo había rechazado. Entonces nos dijo que él lo que quería era un equipo mejor, para diferenciarse del resto, porque para eso era el shirdar".
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