_
_
_
_
Entrevista:

"Yo, Julio"

Cara y cruz del cantante durante su gira por España

Cuando termina su actuación se da una ducha rápida y se unta de proteínas los cabellos ya escasos. Entonces se pone el uniforme de diario, camiseta y pantalón blanco 3, cazadora con un toque de color; ,e desfonda, sentado en una banqueta, no sabes si triste o feliz, y entonces te dice: "Ya soy profeta en mi tierra". Tan tópico que no puedes creerlo. Pero es que Julio Iglesias, de quien ya sé que muchos creen que se está escribiendo demasiado, es un hombre tan fiel a su imagen divulgada -por mucho que él te diga que, en lo íntimo, es de otra manera-, que lo primero que quieres cuando le conoces un poco es dar exactamente de él lo que aparenta. Que es lo que es, aunque le encante inventarse contradicciones. Julio es puro estereotipo. Y, al propio tiempo, una persona a la que te gustaría proteger de esa esterilización. Claro que vas y piensas, bueno, leñe, este hombre está bañado en oro y maldita la necesidad de protección que tiene. Y, aun así, sigues contemplando, sorprendida, cómo en ti crece una necesidad de entender que ya sé que no comprenderán los dogmáticos ni los sectarios pero que forma parte de mi necesidad de entender el mundo, incluyendo todo lo que tiene de excesivo.Pregunta. Me han dicho que Julio Iglesias no mira nunca al pasado ¿Es eso cierto?

Respuesta. Sí. Para mí, todo lo que es pasado, bueno o malo, es sólo recuerdo, nada importante. Depende de cómo yo lo quiera mover. Me interesa mucho más el futuro. Los proyectos.

P. Supongo que el día que se levantara sin proyectos, sin discos que grabar o metas que alcanzar, se sentiría usted muy, muy mal.

R. Mira, mi vida ha sido siempre muy circunstancial. En mi época de universitario, con el accidente; luego, todos estos años de artista, hasta hace muy poco. Ni yo mismo hubiera apostado por mí, hace 20 años. Y ahora resulta que estamos aquí, y que, evidentemente, hay un pasado. Pero el futuro es lo que me interesa.

P. Y el futuro quiere decir correr, correr, correr. Llegar, llegar, llegar. ¿Con quién compite Julio Iglesias? Tengo la impresión de que con usted mismo. R. Sí. Por eso es una competencia leal. Por ejemplo, esta gira que estoy realizando por España, hubiera resultado muy distinta, como esta conversación, como yo mismo, si antes no hubiese grabado junto con Diana Ross.

P. ¿Para sentirse triunfador?

R. Para sentirme seguro. Para llegar a mi país como el hombre que ha cumplido su palabra. Yo prometí introducirme en el mercado norteamericano, y en estos momentos tengo el 99% de posibilidades de meterme. Así me siento bien. Porque yo he sido quizá, qué coño, yo he sido, seguro, el artista español más puteado en este país.

P. Eso suena un poco desorbitado.

R. Sí, mujer, sí. A niveles intelectuales, sí.

P. Es que no se puede tener todo. La prensa del corazón y la otra encerradas en un solo puño.

R. De todas formas, para mí no ha sido un problema, porque para mí, las críticas son un acicate. Y, artísticamente, ya no me influyen. Otra cosa es en lo sentimental. A nivel sentimental, me joden. Porque me gustaría, y a quién no, que me quisiera todo el mundo. Por otra parte, tengo que decirte que el éxito, modestamente -y esto va a sonar muy mal escrito sin los acentos que le estamos dando y los ojos con que nos miramos-, me está permitiendo elegir. Es un privilegio que hay quien lo tiene por nacimiento, o de hecho. Yo lo tengo por mi trabajo. Yo he sido siempre un hombre handicapado, porque nunca he sido brillante en mi juventud, sino un intuitivo, y sí le he sacado algo a la vida ha sido por esfuerzo personal, por ejercicio de la voluntad. Este Julio Iglesias que ves aquí es el producto de 15 años de trabajo.

'Me he enterado de todo tarde y mal'

P. Es decir, el pasado. Por cierto que cuando le conocí, hace bastantes años y muchos menos éxitos, era usted un joven muy irritante. Y me gustaría saber qué le ha dado la vida, a lo largo de este tiempo, en tanto que ser humano.

R. Yo he aprendido muy tarde, porque he sido un poco rétrasado mental. Quiero decir que pertenezco a una generación que nos hemos ido enterando mal y a destiempo de las cosas. A mí me hubiera encantado saber distinguir los buenos vinos cuando no me sentaban mal, descubrir el sexo y el amor cuando estaba en la plenitud de mi potencia. Pero qué le vamos a hacer, somos gentes de los años cuarenta.

P. Sus años cuarenta, sin embargo, fueron muy distintos de los de otros.

R. Pero los piojos estaban hasta en los buenos colegios, y la sarna, y el papel higiénico duro, y cuando tenías una caries no te la empastaban: te arrancaban la muela directamente. No es que yo diga que era culpa de la política. Para mí, la política, los gobiernos, son circunstancias históricas de los países; es decir, que no estoy ni en contra ni a favor, pero que a las gentes nos toca vivirlas.

P. Políticamente, no está usted en contra ni a favor de nada, parece ser. ¿Eso es nadar y guardar la ropa?

R. Eso es que he visto demasiadas cosas, y he visto, sobre todo, a demasiados políticos en calzoncillos. Luego te resulta muy difícil creerles en pantalones.

P. ¿Y ese escepticismo es el que le hace cantar lo mismo en el Chile de Frei, en el de Allende y en el de Pinochet?

R. Exactamente.

P. ¿Y no se le revolvían las tri pas cantando en el Chile de Pinochet, con la de sangre que ha corrido allí? No le quiero creer tan in sensible.

R. Y no lo soy. Pero te voy a contar. Si yo tuviera que preguntar uno por uno la filiación política y humana de los que vienen a escucharme es que no podría, no tendría tiempo. Y, ade milás: no siento ningún interés por los gobiernos de los pueblos adonde voy a cantar, sino por las gentes que acuden a escucharme. No me interesan los políticos porque los conozco a todos. A todos.

P. No hace falta definirse políticamente. Hay organizaciones de tipo humanista a través de las que se pueden hacer cosas. Amnesty International, qué sé yo.

R. ¡Bueno, si yo te contara! Yo he visto a los de Amnesty irse a divertir a los burdeles después de una conferencia.

P. ¿Y qué tienen de malo los burdeles?

R. Yo sólo trato de ser un simple cantante, no un juez ni un moralista. Y no tengo ningún interés en justificarme ante nadie, porque hay gentes que tampoco se van a justificar ante mí. Y si es por mirar atrás, pues bueno, ahora estoy viviendo en el país que arrojó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

P. Me niego a creer que entre tanto político como dice haber conocido no haya descubierto un solo rostro humano.

R. Sí, Sadat. Le quería mucho porque era un hombre que sabía que tenía sus días contados, que iba sin protección, sin chaleco antibalas, y que creía en lo que estaba haciendo.

'A la prensa le doy lo que espera de mí'

P. Volvamos a usted. La otra noche, en una cena, observé que tenía mucho interés en sentarse entre dos bellas muchachas a las que luego apenas hizo caso. ¿Forma eso parte de su imagen?.

R. Maruja, tú tendrías que pasar una semana conmigo para conocerme mejor. Así sabrías que yo hubiera preferido sentarme con alguien como tú, y hablar, pero no es eso lo que está esperando de mí la Prensa. Ellos tienen lo que buscan, yo lo sé y se lo doy. En la Prensa, las portadas, los despliegues a cuatro columnas, los titulares y los editoriales, se los dan a lo que tiene interés. Yo tengo mis portadas y mis editoriales. ¿Me sigues?. Que sepas que las mujeres importantes de mi vida han sido conocidas por los fotógrafos, pero nunca las retrataron.

P. ¿Y cómo se vive con esa imagen siempre a cuestas?

R. Yo soy una persona que siempre justifica lo que hace. De la misma forma que entiendo que mis padres soportaran una situación por no perjudicarnos a mi hermano y a mí, aunque personalmente no lo concibo, trato de que mi vida, en cualquier momento, tenga una justificación ante mí mismo. Yo no soy lo que parezco. Yo, ante mis padres, soy capaz de no fumar, porque sé que les hace sufrir, y luego consumo dos cajetillas diarias.

P. Un hijo obediente.

R. No, respetuoso. Como lo soy para el status al que pertenezco, con el que no estoy de acuerdo, que me pone en crisis, pero con el que intento no chocar. Yo siempre trato de estar lo más cómodo posible en cualquier circunstancia.

P. Una especie de doctor Jekyll y Mr. Hyde. Pero usted es, sobre todo, un hijo obediente de ese status para el que canta temas...

R. Facilones, ya lo sé. Pero universales.

P. Dígame, ¿es usted capaz de estar durante 15 días a solas consigo mismo?

R. No, porque soy el tipo más aburrido del mundo.

P. ¿Y qué sucederá si un día se le escapa el éxito de las manos?

R. Eso no ocurrirá nunca. Yo sé que no tengo nada nuevo que ofrecer, que no voy a innovar ni a crear, nada. Pero en el mundo hacen falta cantantes como yo.

P. ¿Hay algo que le interese, aparte del éxito?

R. Es lo único que me mantiene vivo. Me he enterado de todo tarde y mal' 'A la Prensa le doy lo que espera de mí'

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_