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El enfrentamiento político paraliza la vida municipal de Rentería

El deterioro de la convivencia ciudadana y el clima de enfrentamiento político existente en Rentería amenaza con situar la vida municipal de esta ciudad ante un callejón sin salida. Los sucesos de hace dos semanas contináran ejerciendo una extraordinaria presión ambiental y el pleno celebrado la tarde del miércoles no sirvió para rebajar la tensión ni para acortar las diferencias que separan al PSE-PSOE de los tres grupos nacionalistas que suman la mayoría de la corporación. Sólo un acuerdo entre en PSE-PSOE, el PNV y EE podría desbloquear la situación si bien los dos últimos partidos exigen como condición previa la dimisión del alcalde o al menos el ejercicio público de la autocrítica.En el pleno celebrado el miércoles con la ausencia de los concejales de los grupos nacionalistas no se cumplieron ninguna de las dos condiciones. José María Gurruchaga declararía después que una posible autocrítica sin la presencia de los otros partidos no habría tenido sentido. Así, el pleno se limitó a la lectura del comunicado elaborado por el grupo de concejales socialistas en el que se desmiente punto por punto todos aquellos argumentos que han llevado al resto de la corporación a exigir la dimisión de José María Gurruchaga.

En declaraciones a EL PAÍS, José Antonio Maturana advirtió que los socialistas están empezando a hartarse y que el hastío y el aburrimiento están alcanzando su techo. "Hasta ahora", precisó "nuestra gente ha permanecido a la expectativa aguantándolo todo pero cada día se rebela más contra esa sucesión de hechos que se repiten casi a diario: las coacciones las amenazas o las barricadas en las carreteras".

El vicepresidente del Parlamento vasco ha recibido varios puntos de sutura en la sién donde fue alcanzado por una pedrada que le produjo una aparatosa herida. El apedreamiento a la casa consistorial, breve pero intenso, exacerbó los ánimos del centenar largo de militantes socialistas que acudieron al pleno para proteger al alcalde de una eventual agresión. Pasa dos los primeros momentos de sorpresa y temor, algunos de los militantes reaccionaron reprochando a los compañeros el hecho de haberse tumbado al suelo fuera de la trayectoria de los proyectiles: piedras del tamaño de una mano, pelotas de goma disparadas anteriormente por la policía contra los manifestantes, y hasta un petardo que explotó en uno de los balcones del ayuntamiento.

Hubo gritos enardecidos de "en pie compañeros, no nos vamos a dejar pisotear por esos nazis", y sin duda, parte de la militancia socialista se quedó con ganas de responder fisicamente a la agresión. El salón de plenos presentaba otra vez el mismo aspecto que el de hace dos semanas: piedras en el suelo, bancos utilizados como parapeto para guarecerse de la lluvia de proyectiles y cristales rotos.

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