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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El humo de la ovación

La tabernera del puerto. Libro de Romero y Fernández Skaw.Música de Pablo Sorozábal. Compañía Ases Líricos. Josefina Meneses (soprano), Evelio Esteve (tenor), Tomás Álvarez (barítono), Amparo Madrigal (tiple), Esteban Astarloa (bajo), Lidia Valero, Pedrín Fernández, Fernando Aranda y Luis Bellido. Director escénico: Miguel de Grandy. Director musical: Miguel Roa.

Centro Cultural de la Villa de Madrid. 2 de agosto de 1983.

Gran triunfo, incluso con ribetes de triunfalismo (hasta el equipo técnico fue señalado y aplaudido) en la primera jornada de la temporada zarzuelística que va a desarrollar en el Centro Cultural de la Villa de Madrid la compañía Ases Líricos de Evelio Esteve.

El público abarrotó el local y siguió Con palpable complacencia el desarrollo de la obra, distinguiendo a todos los intérpretes: fueron aplaudidos varios mutis de Amparo Madrigal (que compuso un simpático Abel) y de la pareja Chinchorro y Antigua, personajes encarnados por Pedrín Fernández y Lidia Valera, con seguro oficio de actores cómicos; fueron reídas las gracias de Ripalda (Fernando Aranda); fue aplaudida la orquesta y su director en los correspondientes fragmentos instrumentales. Y, desde luego, las ovaciones echaron humo y se mezclaron con bravos en el muestrario de romanzas del acto segundo, a cargo de Josefina Meneses -Marola de gentil presencia y correcto hacer musical-; Evelio Esteve -quien puso a gente de pie tras la romanza de Leandro, con su torrente vocal y seguridad en el agudo-; Tomás Álvarez -super experto Juan de Eguía- y Esteban Astarloa -quien se hizo aclamar en la efectista romanza negroide de Simpson- .

El excelente oficio de director de foso que posee el maestro Miguel Roa se aplicó con indudables logros a1a ordenación musical y a obtener las calidades que permiten los conjuntos, que podrían calificarse de discretitas en cuanto a la orquesta y a las féminas del coro; las voces masculinas no tuvieron su noche.

La escena anduvo dentro de la más estricta tradición, buscando la eficacia a través de la simplicidad y resolviendo bien el problema del dúo en alta mar.

En las sucesivas representaciones, Rosa Abril, Enrique del Portal y Antonio Lagar alternarán con los cantantes aquí mencionados el protagonismo vocal.

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