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Reportaje:

América Latina: un club de países millonarios en deudas

El producto por habitante disminuyó en 1982 en toda la región latinoamericana. Los ochenta serán una mala década

En 1982, el producto interior bruto se redujo en 11 países de la región, permaneció estancado en otros tres y se incrementó muy ligeramente en los cinco restantes. En consecuencia, en 1982 se dio en América Latina un hecho insólito en las últimas décadas: el producto por habitante disminuyó en todos los países latinoamericanos. Las economías más afectadas por la recesión fueron las de Argentina, Brasil, Bolivia, Costa Rica y Uruguay. Hay que recordar que los resultados de esos países en 1981 ya habían sido completamente negativos.Los datos de 1983 comparados con los de 1982 están siendo peores en todos los campos. Algunos gobiernos, como el argentino, brasileño, boliviano, ecuatoriano y otros están en serias dificultades políticas para poder atender a las exigencias de austeridad en los gastos públicos exigidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En verdad, no son medidas de austeridad y sí un control monetarista ortodoxo de las economías, siendo los mayores perjudicados la población activa de bajos sueldos. Por ejemplo, la reducción de sueldos exigida por el Fondo Monetario Internacional para hacer un nuevo acuerdo con Brasil y liberar finalmente los créditos solicitados a finales del año pasado representó una disminución del orden del 50% en los actuales sueldos, que cuando sean reajustados lo serán llevando en cuenta los índices inflacionarios calculados por la mitad del índice real de inflación.

Dureza implacable

Los negociadores del FMI, por lo menos en América Latina, están siendo de una dureza implacable. Es común escuchar de funcionarios gubernamentales la afirmación de que el FMI, por lo menos en América Latina, funciona como un Gobierno paralelo. Eso no está muy lejos de la verdad una vez que Ana María Jul, una chilena, funcionaria del órgano, declaró en Brasil que los datos que había recibido de las autoridades económicas no eran fiables. Lo peor es que tenía razón. En estos momentos están con las reservas en divisas negativas los siguientes países: Argentina, 3.840 millones de dólares; Bolivia, 212 millones; Chile, 1.578 millones; Brasil, 4.800 millones; Venezuela está con su nivel de divisas disminuyendo drásticamente. En febrero de 1983 eran 8.894 millones de dólares, pero hay fuentes extraoficiales que estiman que está por debajo de 5.000 millones de dólares.

La paz social, en juego

El presidente de Ecuador, Osvaldo Hurtado, hizo el 11 de febrero de este año una propuesta clara y concreta de que los países de la región se sentaran en una mesa para discutir una salida común a la crisis continental. En la carta que envió a la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) y a todos los jefes de Estado del continente, Hurtado alertaba de que se "encuentran en juego, como nunca antes, la paz social de las naciones y la estabilidad del sistema democrático; en suma, las comunidades humanas que día a día ven agravarse sus problemas sociales no resueltos y con temor advierten la posibilidad de una hecatombe".

Con esta sugerencia de Hurtado sobre la mesa, en algunas capitales de la región se habló, aunque de forma poco concreta, sobre la posibilidad de formar el club de los deudores latinoamericanos. O sea, podría proponerse o encontrarse una fórmula de negociar el total de la deuda de todos los países de una manera conjunta, posibilitan do un mayor poder de presión y negociación con los acreedores Brasil, Argentina y México, que tienen la apreciable tasa de cerca del 70% de esa deuda, se echaron para atrás.

No les interesaba discutir en un foro multilateral latinoamericano la orgía financiera que hicieron en los últimos años. Principalmente por razones políticas. Argentina tendría que reconocer que en los últimos tres años, contando el conflicto de las Malvinas, el Gobierno de Buenos Aires, en manos de los militares, gastó más de 12.000 millones de dólares en armas.

Soluciones urgentes

La crisis exige una salida urgente y razonable. El Sistema Económico Latinoamericano (SELA) hizo un estudio muy concreto sobre las alternativas que pueden abrirse para un comienzo de solución.

Según el estudio, la administración del endeudamiento externo de la región, en un contexto de crisis de la balanza de pagos, se ha convertido en el problema económico más urgente que enfrenta los Gobiernos de los países de la región. De su solución dependen la distribución del costo del proceso de ajuste, en cierta medida, y las oportunidades de crecimiento económico para lo que resta de la década. Tal expansión, sin duda, dependerá de patrones de financiamiento distintos a los conocidos en los últimos años.

A esta situación se ha llegado principalmente porque entre 1975 y 1982 la deuda externa total de la región se cuadruplicó, pasando desde 67.000 millones de dólares a cerca de 300.000 millones. Este crecimiento fue especialmente rápido entre 1975 y 1980; fue un lapso durante el cual el endeudamiento externo se incrementó a un ritmo medio anual de casi el 25%. En este mismo periodo, con una expansión alta de la tasa de exportación de la región, un 18 por ciento, el desfase de cuentas era inevitable a nivel externo. La expansión global de la deuda fue acompañada de una importante mutación en su origen y composición. A comienzos del decenio pasado, los flujos privados representaban menos del 40% de los totales, mientras que en los últimos años sobrepasaron el 90%. La economista María Conçeiçao Tavares, considerada una de las cabezas más brillantes de la escuela de la Comisión Económica para América Latina, dice que en verdad hay cerca de 200.000 dólares en papeles sin fondos por el mundo entero y que América Latina está pagando dinero que no existe. Ella se refiere a que con los ingresos de los petrodólares la banca privada tuvo dinero en exceso y prestó a quien pedía, dinero que tenía o decía tener. Tavares afirma que si los árabes exigieran la retirada de sus fondos de algunos grandes bancos, éstos entrarían en quiebra una vez que prestaron no sólo esos depósitos, sino que prestaron dólares inexistentes basados en esos fondos árabes.

Excedentes financieros

En esta etapa expansiva del ciclo crediticio, los bancos privados compitieron decididamente para colocar en la región parte de los grandes excedentes financieros que captaron en algunos de los principales exportadores de petróleo. Con alguna frecuencia, ciertos bancos no hicieron evaluaciones rigurosas de sus posiciones crediticias o sobrevaloraron la capacidad de los países latinoamericanos para absorber fondos. Como si no bastara la crisis del petróleo, Estados Unidos entró en una recesión que hoy es comparada al crack de 1929.

Esto modificó la percepción de los bancos sobre la capacidad de pago de varios países de la región y condujo a una fuerte contracción de los movimientos netos de capital hacia América Latina.

Renegociar la deuda

Obviamente, y eso es una situación que alcanza niveles dramáticos, se generó la imposibilidad de pagos externos para la casi totalidad de los países de la región, pero que había que pagar, y muchos de ellos iniciaron procesos de ajustes o por la reducción de la demanda interna o recurriendo al Fondo Monetario Internacional.

Disminuyendo la actividad económica interna y el monto de exportaciones se pasó a hacer uso de las reservas, que cayeron como nunca antes, visto en 1982, al mismo tiempo que comenzaban procesos dolorosos de renegociación de la deuda con los acreedores. Los bancos y el FMI consideran América Latina y América Central como países que no siempre se comportan según sus patrones. Es fácil deducir que eso, a nivel político, torna muy dificil las negociaciones una vez que el FMI no pide, exige e impone.

En la actual situación de renegociación de las deudas latinoamericanas, los bancos privados han asumido el compromiso de otorgar créditos adicionales a los que el FMI conceda. Ocurre que los bancos no están cumpliendo con su palabra, y en relación a los créditos comerciales, necesarios para mantener el flujo de las exportaciones, ellos están siendo dados a nivel de cuantagotas. Como si no bastara eso, los reajustes basados en las directrices del FMI y de los bancos no ofrecen ninguna perspectiva de crecimiento económico. Por eso, las exportaciones, los préstamos del FMI y los créditos de los bancos no son suficientes para cubrir el pago de intereses y el servicio de las deudas. Los márgenes pagados sobre las tasas básicas de interés (spreads) y las comisiones exigidas han duplicado el costo de esos refinamientos.

Una de las claves para salir de esa situación dramática en que se encuentra la región sería encontrar fórmulas y alternativas regionales que posibilitaran una mayor integración de mercados y transacciones comerciales de productos complementarios, desahogando la necesidad de pagar las mercancías compradas en divisas.

Experiencias de trueque

No se puede negar que es una práctica que tiene siglos, pero funcionaría de maravilla en estos momentos, como dice Brasil a algunos de sus vecinos. Brasil, la primera economía del continente, está intentando negociar paquetes de compra y venta sin que sea Lícuesario el dispendio de divisas. Y a se nizo uno con México de cerca de 1.000 millones de dólares, cambiando manufacturas por petróleo.

Con Argentina, el comercio bilateral entre los dos países cayó en casi un 50% en los dos últimos años y ahora se intenta, con la fórmula de productos complementarios, volver a los índices anteriores en los próximos 24 meses, algo en torno a los 800 millones de dólares.

La situación de América Latina es dramática. Las exigencias típicas del FMI para propiciar el ajuste de las deudas con muy duras para las economías.

Ya hay casos concretos como Perú, donde esas condiciones agravarán de tal modo las contradicciones sociales que para contenerlas son necesarios Gobiernos sólidos, algo que América Latina no tiene con facilidad.

Solamente con dictaduras implacables, dicen los principales críticos del FMI, es posible cumplir sus exigencias. Devaluaciones monetarias, reducciones salariales, la eliminación de los pocos elementos de seguridad social que existen en los países de América Latina, son hoy una rutina diaria en la región y en todos los países.

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