_
_
_
_

Un fuerte despliegue de policía y Guardia Civil controla Rentería, en medio de una tensa calma

La localidad guipuzcoana de Rentería, que continuaba ayer con el programa de fiestas suspendido, permaneció durante toda la jornada rodeada de un fuerte despliegue policial que vigilaba todo el pueblo. A pesar de la crispación del ambiente, "por los controles y la constante vigilancia", la tranquilidad fue la tónica que se mantuvo durante todo el día. Los vecinos salieron a la calle, avanzada ya la tarde, con la mira puesta en la media noche. Estaba previsto que al comenzar el día 25, fiesta de Santiago Apóstol, Día de la ikurriña en Rentería, un sinfín de cacerolas sonaran en señal de protesta.

Como si se tratara de evidenciar aún más el contraste entre la jornada apacible y las primeras muestras de alboroto que estaban previstas para la madrugada, no se dejaba oír ni un solo ruido en este pueblo guipuzcoano que alberga a más de 50.000 habitantesCasi desiertas estaban las ca lles de Rentería durante la mañana de ayer. Sólo una novedad se registró hasta el mediodía. La comisión de fiestas y sociedades populares celebró una reunión en la que decidió convocar una "noche ruidosa" a partir de los primeros minutos de hoy, día 25, festividad de Santiago apóstol. Coincide esta conmemoración con el último día de fiestas de Rentería y después de los violentos acontecimientos del pasado jueves, la comisión organizadora de los festejos propuso que se celebre en el pueblo el día de la ikurriña.

Malestar de la Policía Municipal

El fuerte despliegue policial se fue incrementando a medida que avanzaba la tarde. No obstante, el ayuntamiento, que continúa luciendo las tres banderas -la española, la ikurriña y la de la localidad- fue un punto constantemente vigilado por las fuerzas de seguridad. Por su parte, la Policía Municipal, que abandonó el ayuntamiento en la noche del sábado, permanecía ayer en los antiguos locales del cuerpo. Sus miembros están molestos porque la Policía Nacional, según ellos mismos reconocieron, les pedían constantemente la documentación en el interior del edificio consistorial.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

A primeras horas de la tarde, comenzaron a aparecer nuevas ikurriñas en los balcones, en señal de apoyo silencioso a la conmemoración de la festividad de hoy, propuesta por la comisión de fiestas.

Hasta las siete de la tarde los bares del pueblo permanecían vacíos. A partir de ese momento comenzaron a verse los primeros grupos de vecinos. En una tasca cercana a una tienda de moda cuyo escaparate lucía pulseras y cinturones de cuero con clavos, comenzó a sonar una canción en el gramófono. La letra de la ranchera fue coreada por tres chiquillas minifalderas que lucía en el tobillo una cinta tricolor, en su estribillo: "Ay, ay, ay, canta y no llores".

La decisión de convocar una "noche ruidosa" fue adoptada por la comisión de fiestas a últimas horas de la mañana. Al parecer, el acuerdo corrió como la pólvora de boca en boca, entre los vecinos. En las calles comenzaban a formarse los primeros corrillos En un tono marcadamente irónico, dos matrimonios de mediana edad se decían mutuamente: "Los jóvenes, pues, tienen tanta pena de no haber podido celebrar su fiestas, que mañana, día de la ikurriña, habrá festejo gordo. Sí claro, no se van a quedar los pobre sin flestas".

Lo que no decían los vecinos de mediana edad era que numerosos grupos de jóvenes del pueblo, que se paseaban durante el día con cara aparentemente aburrida, se divertían "de lo lindo" al anoche cer. "En la noche todos los gatos son pardos", comentaba un joven de 14 años que lucía una cazadora negra de cuero, entreabierta, que dejaba ver las gotas de sudor que le resbalaban incesamente por el pecho. "Aquí abajo no nos dejan abrir la boca, porque la pasma nos vigila, pero nos desquitamos allá arriba". El joven rockero apuntaba con su dedo meñique hacia lo alto del pueblo, en las afueras, en el barrio de Beraun, donde la noche anterior habían cruzado barricadas.

El acceso a Rentería no presentó dificultades relevantes durante toda la mañana. Sin embargo, alrededor de las cinco de la tarde fuerzas de la Guardia Civil colocaron fuertes controles junto a un oscuro túnel que da paso a la entrada del pueblo por la autopista. Las fuerzas de la Guardia Civil revisaban la documentación de todos los vehículos. Un funcionario del mismo Cuerpo realizaba idéntica operación, a un lado de la autopista, con aquellas personas que deseaban entrar, a pie, en la localidad guipuzcoana.

A medida que se acercaban las siete de la tarde, hora en la que las mismas fuerzas policiales temían "que se realizase alguna manifestación", tan sólo podían superar el control aquellas personas que fueran debidamente acreditadas o que dieran cumplida explicación del objetivo de su visita. Muchos de los vehículos no entraban forzosamente en el pue blo, ya que Rentería es un punto de obligado paso para aquellos viajeros que se encaminan hacia Francia.

A nadie le sorprendía la existencia de los fuertes controles de la Guardia Civil; sin embargo, algunos vecinos no podían reprimir su morbosa curiosidad al escudriñar detenidamente el aspecto físico de los visitantes que habían podido tener acceso al pueblo sin mayor dificultad. Nada más llegar a la población unos reporteros gráficos a una de las calles principales, dos señoras de avanzada edad les preguntaron: "¿Sois de la Prensa? ¿Y no notais que hay mucha tensión en este pueblo?". Al no obtener ninguna respuesta por parte de los fotógrafos, las curiosas señoras, que se deshacían en esfuerzos para sugerir ideas a las personas que se sorprendían al ver que en el pueblo "no está pasando nada en todo el día", continuaron charlando animadamente con unas amigas.

Estruendo de cacerolas

A partir de esta madrugada, las calles de Rentería se vieron atronadas por un "concierto de cacerolas", que había sido promovido por la comisión de fiestas, en señal de protesta por la masiva presencia policial en las calles de la localidad.

Con cazuelas, tambores, platillos, sartenes y todo tipo de instrumentos, cientos de personas recorrieron las calles de la localidad, siendo respondidos de igual manera por otros vecinos desde ventanas y balcones. A las 0.00 horas de hoy, hora en la que comenzó el "concierto de cacerolas", efectivos de la Policía Nacional continuaban vigilando las calles céntricas de Rentería. Los miembros de la Policía Municipal decidieron, por su parte, no vestir el uniforme y retirarse hasta el edificio de la antigua alhóndiga, para protestar por el trato que han recibido por parte de la Policía Nacional.

La organización EGI, rama juvenil del PNV, difundió ayer un comunicado en el que denuncian lo que consideran como "actuación represoras" de las fuerzas policiales y solicitan la dimisión del alcalde de Rentería y del gobernador civil de Guipúzcoa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_