El sueño de la IV Planta Siderúrgica, paraíso perdido de Sagunto
Lo cierto ha sido que la pequeña siderurgia integral saguntina está en el umbral del desmantelamiento, en cuanto a sus instalaciones de cabecera se refiere, y que el sueño de la gran cuarta planta ha sido el paraíso perdido de un futuro que parece, al menos, sensiblemente dilatado en el tiempo, según las hipótesis más optimistas, como la que sostiene la Consejería de Industria y Comercio de la Generalitat valenciana.El Ministerio de Industria y Energía, con el beneplácito del Gobierno, ha decidido ya desmantelar la actual cabecera de la siderúrgica saguntina. De cara al faraónico proyecto de la cuarta planta se expropiaron 849 hectáreas, de las que cerca de la mitad se han utilizado para instalaciones y el resto permanecen sin ocupar. Unos terrenos los continúan utilizando clandestinamente sus originarios propietarios, e incluso los cultivan, y también hay cultivos e advenedizos en los terrenos expropiados, que, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, han decidido sacar el rendimiento de lechugas o tomates donde no parece que vaya a plantarse nunca la gran industria siderúrgica prevista.
El fundamento del proyecto, en la última etapa del franquismo, estaba en la creencia de que las previsiones de consumo de acero para la presente década serían muy superiores a las actuales. Parece que el tiempo no ha dado la razón a los Gobiernos tecnocráticos del momento. Pero conviene recordar que a estas horas nadie ha derogado las disposiciones legales de creación de unas instalaciones que pertenecen ya al mundo de la fantasía.
Las cifras del gran capitán El proyecto preveía, en una primera fase, para 1975, la instalación de un tren de bandas en frío, con capacidad para producir 1,2 millones de toneladas anuales y una línea de pintado, de la que podrían salir 35.000 toneladas al año.
Sólo el tren de bandas o laminación en frío se instaló, y sigue siendo el más moderno de Europa. El resto de las fases del plan, que tenían que estar concluidas en 1982, esperan mejor momento para ser instaladas.
La línea de pintado, también prevista para 1975, no se materializó. Igual suerte corrieron las instalaciones que habían de estar listas para 1979. Se trataba nada menos que de un tren de bandas en caliente (TBC) para tres millones de toneladas anuales; una nueva primera etapa de siderurgia integral, con la misma capacidad; un segundo tren de bandas en frío para 1,1 millones de toneladas al año, y una línea de hojalata electrolítica, que había de fabricar 200.000 toneladas anuales.
En 1982 habrían de estar instalados, además, una línea de galvanizado en caliente -1.100 toneladas anuales-; un horno alto número dos y nuevo tren de bandas en caliente, que ampliaría la capacidad a 4,5 millones de toneladas al año; una segunda etapa de siderurgia integral, con tres millones de toneladas, y un nuevo tren de bandas en frío para 1,2 millones de toneladas anuales.
Lo cierto es que, pese a que las disposiciones legales continúan vigentes, parece que nunca se llevarán a la práctica las inversiones para crear las instalaciones previstas.
Sagunto está condenado, por lo visto, a que, como mucho, se creen industrias diferentes a la siderurgia para absorber los puestos de trabajo que queden ahora vacantes y a que el sueño de la gran siderurgia permanezca irrealizado. Y eso, a pesar de que el actual presidente de la Generalitat valenciana, y secretario general del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV-PSOE), Joan Lerma, había defendido en Sagunto, cuando la última campaña electoral, la instalación de un nuevo TBC, antes de que Solchaga se decidiera por la austeridad y el desmantelamiento de la anticuada cabecera de AHM.
"El BOE es muy sufrido"
No es extraño que a Lerma y al partido se le critique por no defender ahora lo que propugnaban hace unos meses.
"La cuarta planta se pensó", dice el conseller de Industria y Comercio de la Generalitat valenciana, Segundo Bru, del PSOE, "sobre una previsión de demanda interior de acero para la década de los ochenta entre 16 y 18 millones de toneladas anuales. La dura realidad es que estamos en ocho millones y nos hemos quedado entre 10 y 12 millones por debajo de aquellas previsiones".
Acerca de la vigencia de los decretos de creación de la IV planta, Bru señala: "Ni entro ni salgo, hay tantos decretos en el BOE que son papel mojado... El BOE es muy sufrido".
En cualquier caso, y siempre según el conseller, "el hecho de que la demanda de acero esté ahora descendiendo no tiene por qué ser un dato constante para la próxima década. Está ya claro que el Ministerio de Industria no piensa ampliar la capacidad instalada en el Norte, y que entonces el lugar para ubicar una nueva siderurgia es Sagunto. Por el momento, vamos a mantener el actual tren de laminación en frío y no vamos a consentir que se quede obsoleto".
Pero estos supuestos lo son a muy largo plazo. Puerto de Sagunto es un núcleo de población que ahora tiene algo más de 36.000 habitantes, la inmensa mayoría de los cuales proceden de una dilatada inmigración que comienza a principios de los años veinte, cuando se construye la factoría siderúrgica. Es muy difícil pensar cómo puede susbsistir un tren de laminación en frío sin el primer paso siderúrgico -la cabecera- y sin el segundo, que faltaba y no se va a instalar por ahora: el tren de bandas en caliente. Con el desmantelamiento de la cabecera, AHM, empresa siempre muy deficitaria y nacionalizada desde 1978 por sus elevadísimas pérdidas, quedará convertida en una gran fábrica de laminados.
Industrias secundarias
Sin embargo, cabría considerar un detalle importante. La siderurgia integral española produce al año unos 7,9 millones de toneladas ee acero. Con este modelo coexiste el de los hornos no integrales o eléctricos, pertenecientes a firmas privadas en su totalidad, que viven gracias a la subvención por la Admínistración del kilovatio-hora, y que producen nada menos que,8,9 millones anuales. Esta situación puede que se modifique por la irracionalidad que supone, y que ello haga crecer la siderurgia integral nuevamente en beneficio del futuro de Sagunto.
En todo caso, la población saguntina se enfrenta a un porvenir incierto y no por ello menos anunciado. Con la euforia de la cuarta planta, un grupo de economistas, entre los que figuraba el actual ministro de Sanidad y Consumo, Ernest Lluch, y el alcalde de Valencía, Ricard Pérez Casado, realizó el oportuno estudio para la presumible gran ciudad del futuro. El equipo concluyó -ya en 1975- que la cuarta planta nunca sería realidad.
Las razones eran muchas, y algunas de ellas, independientemente de la decisión gubernamental, se han visto confirmadas, como el hecho de que nunca se generarían en las proximidades de la fábrica industrias secundarias. Hasta el presente, el tiempo les ha dado la razón.
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