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Reportaje:

El maná ha traído la rebelión

El hallazgo de petróleo, con su insospechada riqueza, divide a Sudán en dos zonas enfrentadas

Las prospecciones petrolíferas en Sudán están acelerando la creciente confrontación entre sus habitantes árabes del Norte y los negros africanos que habitan el Sur, ya que rebeldes sureños han iniciado acciones contra las actividades de la Chevron Oil Company. Esta compañía petrolera, con sede central en Estados Unidos, ha descubierto grandes cantidades de reservas petrolíferas en el Sur, y el Gobierno del presidente Jaafar al Numeiri ha decidido construir un oleoducto de 1.500 kilómetros de longitud desde los campos petrolíferos sureños cercanos a la provinciana ciudad de Bentiu hasta la bahía de Puerto Sudán, en el mar Rojo, al Norte.Los políticos del Sur han pedido el emplazamiento de una refinería en esa parte del país y han propuesto la construcción de un oleoducto para la exportación a Mombasa, en Kenia. Fuentes diplomáticas en Jartum, la capital de Sudán, piensan que es posible que las acciones armadas en el Sur contra las actividades de la Chevron aumenten en el futuro. El presidente Al Numeiri se encuentra, por consiguiente, ante un dilema. El petróleo del Sur puede convertirse en un recurso decisivo para resolver la creciente crisis de endeudamiento de Sudán, pero los últimos descubrimientos han incrementado las tensiones en el área. La inquietud en el sur de Sudán puede llevar a una confrontación.

Los 14 años de permanencia del presidente Al Numeiri en la política sudanesa han estado basados, en gran medida, en su capacidad para conciliar los dos Sudanes. Pero los influyentes grupos de musulmanes fundamentalistas del norte de Sudán -halcones en la cuestión sureña- pueden sentirse tentados a preparar una toma del poder si Al Numeiri fracasara en el mantenimiento bajo control de la situación. Si decidiera seguir una vía de confrontación -como parecen sugerir los recientes acontecimientos-, podría arriesgar su propia posición. La Administración de Jartum respondió inicialmente con mucha cautela al creciente número de acciones de violencia armada en el Sur. Ahora parece como si la situación hubiera evolucionado hasta un punto crítico, en el que se necesitarán medidas más estrictas para frenar la creciente falta de seguridad en el área.

Acciones armadas

Un periodista occidental que recientemente ha visitado los campos petrolíferos del Sur ha sido testigo de una acción desarrollada contra los insurgentes cerca de los campos recientemente establecidos. El comando de soldados sudaneses volvió a la base principal de la Chevron, Rub Kona, con los rebeldes negros capturados, que fueron trasladados a Jartum para ser interrogados. En una acción armada que se había desarrollado unas semanas antes, una docena de rebeldes sureños había amenazado a punta de pistola a un grupo de geólogos petroleros para que abandonaran el área. El Ejército sudanés lanzó una campaña para encontrar y neutralizar a los atacantes. Un helicóptero de combate los sorprendió en su campamento, situado en la espesura, y mató a ocho rebeldes en un infierno de fuego artillero y de ametralladoras. Posteriormente fueron capturados algunos supervivientes.Meses antes, 13 comerciantes árabes del Norte resultaron muertos en una acción efectuada en la aldea de Ariath, en el sur de Sudán, cerca del ferrocarril que enlaza Jartum con Wau, la capital de la provincia de Balir el Gazal. Unos 80 rebeldes uniformados entraron en el mercado después de la puesta del sol y capturaron allí a todos los comerciantes del Norte. Los llevaron a la maleza, los alinearon y fusilaron desde corta distancia.

El anuncio oficial de la matanza describía como bandidos a los responsables de la misma. Fuentes sudanesas del Sur en Wau los denominaba miembros de Anyanya II (organización que recibió su nombre del movimiento Anyanya, que dirigió la lucha contra los árabes del Norte durante los 17 años de la guerra civil). Se firmó un tratado de paz en Addis Abeba por el que se concedía al sur de Sudán una autonomía regional, con sus propios Parlamento, Gobierno y presidente. Seis mil antiguos anyanyas se agregaron a 6.000 soldados del Norte para garantizar la seguridad en Sudán del sur.

El presidente Al Numeiri, en un intento de obtener el control sobre la creciente insatisfacción y falta de respeto para los representantes de la ley y el orden en el Sur, ha ordenado a las antiguas fuerzas anyanyas que trasladen sus guarniciones al Norte, en un intercambio con las tropas de esta parte del país. Varias unidades sureflas han visto esto como un incumplimíento del acuerdo de Addis Abeba, y durante meses se han negado a trasladarse allí.

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En mayo, el cuartel general del Ejército sudanés anunció que las fuerzas leales habían sofocado una insurrección en Bor, la capital de la provincia de Jonglei, en el Sur. Durante la acción murieron 70 rebeldes y 800 fueron arrestados. Ya en enero, las tropas del Norte habían hecho un intento para obligar a la guarnición de Bor a trasladarse, pero los sureños habían abierto el fuego. El incidente llevó a una crisis al más alto nivel entre el Gobierno regional de Juba y el Gobierno central de Jartum, según fuentes diplomáticas de esta última ciudad.

El Gobierno del Sur no había sido informado de la acción con anterioridad y exigió que el comandante en jefe de las fuerzas combinadas, general Al Sadiq al Banna, fuera trasladado. Al Numeiri se negó a ello. El aplastamiento de la rebelión en Bor constituyó una clara señal para otras fuerzas sureñas. Según las citadas fuentes diplomáticas, un número cada vez mayor de soldados sureños rebeldes está desertando de sus guarniciones para unirse en las zonas del sur de Sudán a las diseminadas fuerzas insurgentes.La información oficial sobre la insurreccion de Bor decía que detrás de ésta se encontraban "contactos e instigaciones extranjeras". El informe afirmaba que las enormes cantidades de armas y municiones capturadas indicaban "que algo se estaba tramando contra la unidad y la seguridad de Sudán como parte de un acto criminal hostil a este país". La denuncia no identificaba al culpable, pero la inteligencia sudanesa ha acusado varias veces a su vecina Etiopía de albergar y entrenar a los rebeldes sureños. Se dice que los campos de entrenamiento están financiados por el líder libio Muamar el Gadafi, quien ha firmado un tratado de defensa con Mengistu Haile Mariam, de Etiopía, que tiene el respaldo soviético.

La represión de la insurrección de Bor es el último episodio de un proceso que puede conducir a una insurrección generalizada en el sur de Sudán y a un nueva guerra civil entre las dos partes del mismo.

El 5 de junio, Al Numeiri, mediante decreto, subdividió Sudán del sur en tres regiones autónomas, cada una de ellas con un gobernador responsable de las mismas, un cuerpo legislador y un gabinete nombrados por la Administración central, con sede en Jartum. Cuando pasen 18 meses se celebrarán elecciones libres. "Esto forma parte de la política de descentralización", dijeron fuentes gubernamentales en Jartum. "La redivisión calmará las disputas entre rivales en el sur de la región".

A partir de la terminación de la guerra civil, la vida política de Sudán del sur ha estado dominada por la tribu dinka. Los dinkas surnan más de la mitad de los tres millones de sureños. Las otras tribus menores, en número aproximado a las 60, han sido mantenidas alejadas del poder. Durante los dos últimos años, los proponentes de la redivisión de Sudán del sur han encontrado un fuerte respaldo en las partes más sureñas del país, donde viven las pequeñas tribus.

Campo de batalla

El congreso de la Unión Socialista Sudanesa (USS), celebrado en Juba a comienzos de este año, se convirtió en un campo de batalla para los grupos de la oposición, varios de cuyos delegados resultaron heridos. El USS es el único partido legal en Sudán. Al Numeiri ha sido conocido durante algún tiempo como defensor de los redivisionistas. "Al Numeirí está tratando de dividir el sur de Sudán con su política de divide-y-dorninarás", decía un dinka unionista de Wau. La redívisión del Sur está en contra del acuerdo de Addis Abeba. La decisión de Al Numeiri de dividir el Sur polarizará aún más la relación entre éste y el Norte. Pero un Sudán del sur dividido será más débil a la hora de una posible confrontación con la Admínistración central de Jartum.Uno de los numerosos problemas con que el presidente de Sudán, a sus 53 años de edad, se enfrenta actualmente lo constituye la casi desesperada situación económica en que se encuentra el país. Sudán está, de hecho, en bancarrota. Sólo determinadas acciones extranjeras de alivio económico mantienen todavía a flote la economía sudanesa. El país tiene que renegociar sus crecientes pagos de deudas varias veces al año.

Sudán tiene una deuda exterior de 7.800 millones de dólares y se encuentra entre los países más pobres del Tercer Mundo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha exigido un duro programa de rebajas del gasto público para mantener su ayuda. Las rebajas han incidido fuertemente sobre las subvenciones a bienes importantes de consumo, tales como el azúcar, la harina y los combustibles. La parte más pobre de la población ha sufrido al máximo el consiguiente aumento de la inflación, y varias grandes manifestaciones contra la política económica impuesta por el FMI han sido disueltas por soldados armados.

Durante los dos últimos años, según se dice, han resultado muertos en diversas ocasiones algunos manifestantes. Los descubrimíentos de petróleo de la Chevron en el sur de Sudán constituyen una de las pocas esperanzas para la futura economía de este país. La producción de petróleo puede comenzar dentro de dos o tres años, y entonces Sudán se convertirá en uno de los países exportadores de petróleo.

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