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Hong Kong puede ser en 1997 un enclave capitalista dentro de un Estado comunista

Soledad Gallego-Díaz

Hong-Kong puede ser dentro de 14 años un enclave del más puro capitalismo dentro de un Estado del más puro comunismo. Las negociaciones entre la República Popular de China y Gran Bretaña sobre el futuro de la colonia británica se reanudarán el próximo día 12 en Pekín. El gobierno conservador de Margaret Thatcher celebra estos días en Londres, dentro del máximo secreto, entrevistas y conversaciones con relevantes personalidades de la colonia para preparar esta segunda ronda.

La situación de Hong-Kong es especialmente peculiar dentro de la peculiar lista de colonias británicas. Hong-Kong ocupa 1.060 metros cuadrados, de los que 971 pertenecen a los llamados nuevos territorios y el resto, 809 kilómetros cuadrados, a la isla propiamente llamada Hong-Kong y a la zona de Kowloon. Gran Bretaña afirma que su soberanía sobre la isla Kowloon es permanente, pero reconoce que los nuevos territorios fueron cedidos por China al Reino Unido en 1898 sólo por un período de 99 años. Quiere decirse que en 1997 el contrato de cesión finaliza. Pekín reclama no sólo estos territorios, sino también los que Londres afirma que son permanentemente británicos. En cualquier, caso el gobierno Thatcher sabe que es imposible mantener únicamente la isla y que Hong Kong es inviable sin la cooperación del régimen chino. Habrá que llegar pues a un acuerdo que contemple la integridad de la actual colonia.El caso de Hong-Kong no tiene el menor parecido ni con las Malvinas ni con Gibraltar y el Gobierno británico lo comprende muy bien. Primero, porque la colonia cuenta con más de cinco millones de habitantes, en su inmensa mayoría orientales. Segundo, porque el país que reclama la soberanía es nada menos que la inmensa China, poseedora de armas nucleares y de un ejército poco parecido al argentino. Tercero, porque las circunstancias históricas son muy distintas. Y cuarto, porque sabe que Hong-Kong es un enclave económico muy importante, cuya supervivencia es fundamental para la economía china. Pekín obtiene actualmente más de 40% de sus divisas extranjeras a través de la colonia británica.

Con este esquema en mente, la primera ministra viajó en septiembre del año pasado a China, para entrevistarse con los nuevos líderes de aquel país. El futuro de la colonia fue el principal punto del orden del día. Ambos países decidieron proseguir en secreto, es decir sin comunicados finales, sus contactos en julio de este año. El presidente de la delegación de Pekín será Yao Guang, un diplomático veterano. La delegación británica estará dirigida por el embajador en China, sir Perty Cradock, pero contará, por primera vez, con la presencia del gobernador británico de Hong-Kong, sir Edward Youde.

El gobierno chino mantiene su reclamación: Desea recobrar la soberanía sobre todos los territorios. Pero ya en 1982 un dirigente chino afirmó que Pekín quería conservar también la prosperidad de Hong-Kong. El colapso económico de la colonia perjudicaría más a China que a Gran Bretaña, según los expertos ingleses.

Las soluciones son complicadas. ¿Cómo hacer que la bandera roja china ondee en Hong-Kong manteniendo al mismo tiempo su imperio de bancos comerciales, bolsas y negocios de todo tipo? Una salida sería renovar el contrato de cesión durante 30 años más. En el nuevo documento Londres reconocería la soberanía china sobre todo el territorio. La posibilidad es remota porque Pekín quedaría en una posición dificil frente a otras reclamaciones territoriales: Macao y Taiwan. Pekín parece más inclinado a ofrecer a Hong-Kong un régimen de autonomía especial, manteniendo el sistema capitalista del enclave y la calificación de puerto libre de la ciudad, pero este proyecto encierra grandes dificultades.

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