La ausencia de vegetación favoreció la riada de octubre, según los geógrafos

La ausencia de vegetación en montes de la cuenca hidrográfica del Júcar, la ubicación de nucleos de población en zonas de alto riesgo de inundaciones y el trazado de la nueva infraestructura viaria de la comarca de la Ribera incrementaron las repercusiones de la riada de octubre de 1982 sobre los efectos registrados en las cíclicas riadas de siglos anteriores. 20 geógrafos valencianos han publicado, en Cuadernos de Geografía, números 32 y 33, revista editada por la facultad de Geografía e Historia, los, resultados de 15 trabajos que ordenan el bagaje informativo acumulado tras la tragedia.Precisamente la ausencia de vegetación es uno de los factores recogidos por el estudio del profesor Vicenc Rosselló, que abre los cuadernos.

El crecimiento urbano de las poblaciones situadas a ambas orillas del Júcar no refleja precisamente un temor al riesgo de inundaciones. Los planes de ordenación urbana no contemplan en general la eventualidad de las riadas, y no potencian el crecimiento en las cotas más altas del municipio. Por el contrario, sus riadas periódicas han levantado defensas con muros y diques que hacen más dificil la amenaza del agua y permiten seguir disfrutando del fácil acceso del llano y fertilidad de la tierra.