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Reportaje:

La senda de las sectas

Por primera vez, la Fiscalía General del Estado investigará las actividades de grupos seudoreligiosos

yANTONIO TINOCO

El presidente para España de la Asociación para la Conciencia del Krishna, Jaime Sans (cuyo nombre espiritual es Suchi Srava Das), catalán, de 32 años, ex estudiante de Económicas, asegura que los hare krishna están encantados de que, por fin, se abra una investigación de este tipo: "Precisamente en los últimos días", afirma, "hemos enviado una carta a la Fiscalía General del Estado y otra al Defensor del Pueblo invitándoles a que, por favor, lleven a cabo esa investigación, y prestando nuestra colaboración a ella. Pueden investigar libros de contabilidad, archivos, cualquier cosa. Todas nuestras actividades son muy limpias".

Jaime Sans y su asociación intentan, de este modo, salir al paso de lo que, según él, es una larga e intensa campaña de desprestigio para con los hare de parte de los medios de comunicación de nuestro país. La última queja que desgrana Jaime Sans en este sentido, y que cita con el ardor del que se siente rodeado, es la aparición en la Prensa de las últimas semanas del nombre de su asociación junto al de la secta Raschimura, acusada de estafa e intrusismo médico: "Es vergonzoso que nos metan en el mismo saco que Raschimura".

Escasa implantación

La Asociación para la Conciencia del Krishna es una más de las 350 entidades religiosas registradas en el Ministerio de Justicia, y será probablemente, a pesar de la elegante declaración de puertas abiertas de su presidente, una de las asociaciones investigadas, aunque el director general de Asuntos, Religiosos, Gustavo Suárez, se niegue por el momento a hacer acusaciones concretas: "Se están produciendo muchas denuncias de padres de personas captadas por estos movimientos que no hace falta citar porque todos los tenemos en mente".

Esta acumulación de denuncias. es uno de los factores que han empujado al Estado a tomar cartas en el asunto, a pesar, según -afirma Gustavo Suárez, "de que este problema no preocupa socialmente en

España con la misma fuerza con que preocupan otros asuntos debido a la reciente historia de libertad religiosa de nuestro país. Todavía las sectas no tienen una implantación tan fuerte y tan numerosa como en determinadas zonas de América Latina, Estados Unidos o Alemania Occidental".

Su implantación es realmente escasa, incluso las de aquéllas que están motivando más controversias: Hare Krishna cuenta en España, según sus datos, con 130 miembros; la Iglesia de la Unificación, más conocida como secta Moon, confiesa alrededor de un centenar; Gutu Majaraj Hi es todavía más minoritaria, y Niños de Dios, que en su momento tuvo cierta importancia, desapareció hace años camino de América Latina, quedando en estos momentos en España algún adepto desperdigado y con un apartado de Correos como única referencia social. No parece, pues, si nos atenemos a los números, que éste sea el momento más boyante para las sectas religiosas en España, y cabe preguntarse si el futuro va a resultarle más propicio o, por el contrario, su época dorada, como afirman algunos expertos, ya ha pasado.

"Esta falta de implantación", prosigue Gustavo Suárez, "es lo que explica que hasta estos momentos no se haya pensado, desde el ámbito de los poderes públicos, en enfrentarse no directamente con las sectas, sino con el problema de colectivos religiosos, seudorreligiosos, culturales o de cualquier otra índole que puedan llegar a vulnerar los derechos del ciudadano español. Por otra parte, este tipo de iniciativas se han llevado a cabo ya en Francia y Alemania Occidental o por organismos tan importantes como el Consejo de Europa, y se han concretado en encuestas de investigación de este fenómeno o en campañas educativas y de información.

Cuando se habla, refiriéndose a las sectas, de luchar contra las que "vulneran los derechos fundamentales de los españoles" se entra, indudablemente, en un terreno resbaladizo, porque, por ejemplo, ¿qué juez demuestra que una secta anula la personalidad de sus miembros, que es precisamente la acusación más corriente que se les hace? De esta ambigüedad son conscientes los poderes públicos: "Es cierto", admite Gustavo Suárez, "que la línea divisoria entreesos derechos de que hablarnos y determinadas prácticas, como la meditación trascendental, está muy diluida. Pero hay otros puntos más definidos y que nosotros investigaremos, como puede ser la evasión de capitales, la defraudación fiscal, etcétera".

El dinero de las sectas

Demostrar las acusaciones sobre posibles delitos relacionados con su financiación parece más fácil que hacerlo con las que se refieren a lavados de cerebro, pero exigirá sin duda investigaciones arduas que en otros países no siempre han dado resultados. Porque lo cierto es que el origen del dinero de las sectas y asociaciones religiosas es, cuando menos, confuso, y lo que es más cierto aún es que, haberlo, haylo: basta conocer la inclinación por las suntuosas mansiones de la secta Moon o de Guru Mahara Hi o echar una ojeada a la sede que en Madrid mantiene Hare Krishna, un palacete de no discretas dimensiones que perteneció a la duquesa de Dúrcal y que no, tiene nada que envidiar a cualquier palacio arzobispal católico.

Esta confusión sobre los apoyos financieros está fomentada a veces por las propias sectas. Así, Manuel, miembro de la Moon desde hace una década -y, dicho sea de paso, prometido a una joven alemana occidental por consejo del propio Moon (sin conocer a ninguno de los dos)-, manifiesta que el dinero de su asociación proviene' de "donativos y de una pequeña empresa, pero preferiría no decir de qué es", aunque todo parece indicar que se dedica a la distribución de la raíz vigorizante japonesa ginseng. Otros, como los hare, prefieren dar toda clase de explicaciones. Jaime Sans afirma rotundamente que el dinero de su asociación sale "de la distribución de libros y cintas y de las aportaciones de miembros y simpatizantes. Tenemos también en Barcelona una fábrica de incienso y perfumes y en Madrid una empresa que se dedica a la importación de productos indios. Como veis", ironiza, "de todo menos de las subvenciones del Estado". Y añade, para reforzar su argumento, algo que es muy sintomático de la vida que hacen los devotos del Krishna: "Tened en cuenta que somos 130 miembros que no gastamos un céntimo en tabaco, alcohol, discotecas, cine, etcétera, y que nuestro trabajo está íntegramente dedicado a la asociación".

No obstante esta transparencia en las fuentes financieras de los hare, se les ha acusado repetidas veces de mendicidad encubierta, a lo que ellos argumentan que se trata, una vez más, de tergiversaciones de los medios informativos: "Nosotros estamos autorizados para distribuir literatura y recibir donativos a cambio. Nunca vendemos. Lo de la mendicidad encubierta es un invento de la Prensa basado en el hecho de que vamos a distribuir nuestros productos vestidos de occidental y con peluca, con el fin de no provocar un rechazo entre la gente". Pero, al parecer, todo este asunto va más allá de los caprichos de la Prensa, y una ex devota, Virginia Olga Moñino -cuya localización, en honor a la verdad, fue facilitada por la propia secta-, manifestó a este periódico que lo que había visto "era pedir para campañas en contra de la droga. No para centros, sino para ayudar a drogadictos. Y eso es cierto, porque yo he visto a gente colgada con la heroína y a las dos semanas de llegar allí estaban muy bien".

-Pero, en cualquier caso, pedir para ayudar a drogadictos no es toda la verdad.

-A ver si lo explico. Es como las mentiras piadosas. Si piden, por ejemplo, para ayudar a subnormales no mienten, porque la doctrina de Krishna los acoge a todos por igual. Entonces se trata, simplemente, de decir las cosas de una manera... muy amplia.

Las desprogramaciones resultan caras

Las acciones de denuncia e investigación que se han llevado a cabo en varios países sobre las actividades de determinadas sectas han estado promovidas o alentadas, en su mayoría, por asociaciones de familiares de miembros de esas organizaciones, que ven con preocupación la entrada de sus hijos en este tipo de movimientos. En España funciona también desde hace varios años una asociación de esta índole: la Asociación Pro Juventud, cuyos objetivos fundamentales son recoger información sobre las sectas e informar, a su vez, a todo aquel que se lo pida, sobre las actividades de éstas.

Quizá porque su local madrileño pertenece a las misioneras de la Unidad, católicas, la Asociación Pro Juventud quiere dejar muy claro desde el principio que ellos no están en contra de las sectas como católicos: "No vamos contra las creencias de nadie; lo que no aceptamos es la manipulación tan fabulosa que hacen las sectas. Imagínate, si no, cómo hay que mentalizar a una chica que entra en los Niños de Dios para que esté convencida que el acostarse hoy con uno, mañana con otro y pasado con el de más allá y convencer a las chicas (de que eso es maravilloso y que así van a ganar un alma".

Mercedes, que es quien así nos habla,'tiene una hija integrada en los Niños de Dios desde hace varios años: "Se marchó el mismo día qué cumplía los 18", una secta a la que se le ha acusado de practícar orgías sexuales, prostitución e incluso trata de blancas, y que en este aspecto se puede considerar una excepción, pues la mayoría de las sectas son fuertemente conservadoras en el plano sexual: rechazan las relaciones sexuales fuera del matrirrionio, el uso de anticonceptivos y, en algunos casos, el divorcio.

Mucho trabajo y poca comida

Política y socialmente tampoco son mucho más progresistas: es sobradamente conocido el feroz anticomunismo del coreano Moon, que: suele ir mucho más allá de la simple condena religiosa. Pero no son las cuestiones políticas las que preocupan a los padres de Pro Juventud, sino el convencimiento de que sus hijos permanecen en las sectas debido al lavado de cerebro a que han sido sometidos: "A los que entran en una secta", afirma Mercedes, "se lo pintan todo muy bonito, pero no saben realmente adónde van, qué van a hacer con ellos. En primer lugar, les privan de toda información de fuera y les someten a un régimen de vida muy duro: mucho trabajo, poca comida y pocas horas de sueño; y además, mucho machaqueo de los libros sagrados, de cantos; los hare, por ejemplo, rezan 1.700 veces al día su oración, su mantra (les ocupa un mínimo de dos horas); río tienen ni un minuto libre para pensar, para dudar de lo que están haciendo".

Los miembros de las sectas tienen, lógicamente, una opinión muy distinta sobre su entrega incondicional a la causa: "Cuando algunos periódicos casi nos acusan por dormir cinco horas", afirma Manuel, de Moori, "me digo: Ojalá pudiera dormir menos porque significaría que tenía más tiempo para el servicio de los demás y de Dios. Para nosotros la situación actual del mundo es desastrosa, de emergencia. Y, además, si dormimos poco es por propia voluntad, no porque nadie nos lo imponga".

Evidentemente, la vida de Manuel no resulta muy atractiva a nuestros ojos: además de cargar con esa apocalíptica visión del mundo, debe levantarse temprano, trabajar "unas ocho horas en una empresa de la asociación" y por la tarde "dar testimonio de su fÍe", haciendo propaganda callejera, dando charlas, etcétera, pero él se confiesa feliz y rechaza vehementemente que tenga lavado el cerebro. Para la Asociación Pro Juventud, sin embargo, declarar esto también forma parte de la programación: "Ellos están programados para decirte que son muy felices, aunque no lo sean. Yo creo que, en caso de serlo, es una felicidad de robots, de zombis o de computadoras que hacen un trabajo mecánicamente, no pueden opinar, ni discutir o pensar por sí mismos. Es una felicidad muy relativa, ¿no?".

Algunos padres de Pro Juventud, no la asociación como tal, han emprendido desprogramaciones para sacar a sus hijos de las sectas: "Ese es el único camino para sacar a un chico, pero la asociación no hace desprograrnaciones, porque, en primer lugar, hay que cometer un delito: raptar al chico o chica, ya que por su voluntad no va a querer. Si lo comete un padre, siempre será un delito menor, porque es, un padre, pero nosotros somos gente ajena a ello y no podemos hacer un rapto de una persona mayor; no es ese el fin de la asociación. Nosotros informamos a los padres de lo que pueden hacer, de dónde hay desprogram adores; damos charlas para que la gente se entere: adónde van sus hijos, que los van a convertir en robotitos y los van a manejar a su gusto".

-Y usted, Mercedes, ¿no ha pensado en raptar a su hija para desprogramarla?

-Sí, pero mi hija lleva dos años fuera, en Suramérica. Yo he ido incluso a buscarla allí y no la he encontrado, me la han quitado de delante. La animadversión que la Asociación Pro Juventud siente por las sectas es claramente correspondida por éstas: al moonie Manuel le echan chispas sus apacibles ojos azules cuando comenzamos a hablar de desprogramaciones: "A una chica de nuestra iglesia la raptaron cuando fue a cenar con sus padres, le cerraron puertas y ventanas y ya no la dejaron salir; la tenían vigilada constantemente e incluso quitaron la puerta del cuarto de baño y pusieron una cortína para tenerla siempre controlada" (evitar que el devoto pueda hacerse daño o suicidarse es una de las máximas de la des programación). "Después de un mes de estar obligada a hablar horas y horas con personas que trataban de quitarle su fe, volvió con nosotros completamente alterada". "Esto, para mí", continúa Manuel, "es inconcebible: que en pleno siglo XX haya personas que intenten coartar la libertad religiosa. Son gente atea, es seguro".

Le rebato diciéndole que esos padres son, en muchos casos, católicos, y no le cabe en la cabeza: "Pues no entiendo qué tipo de católicos pueden ser, porque si una persona tiene una buena relación con Dios sabe lo que es una conversión, hay muchos ejemplos en la Iglesia de gente que ha cambiado su vida radicalmente: san Francisco de Asís llevaba una mala vida con mujeres y mira cómo cambió. Al principio sus padres le decían que estaba volado, loco, y ahora se le venera como a un gran santo". Y para poner colofón a su enfado, Manuel hace una feliz comparación: "Ni que estuviéramos en Rusia, donde meten a la gente en internados para quitarle sus ideas. Estamos en un país libre".

La extraña aventura de la desprogramación

Lo que Manuel considera un verdadera salvajada es para lo padres de Pro Juventud casi un de recho, porque creen fírmement que las familias se encuentran in defensas ante las sectas. De todo modos, y prescindiendo de enjui ciar su licitud. jurídica y moral, rea lizar una desprogramación es difícil y no siempre da los resultado apetecidos: "De las cuatro despro gramaciones intentadas aquí", no informa Mercedes, "una ha ido muy bien, otra está todavía sin hacerse del todo, porque después de desprogramar a un chico tiene un rehabilitación de mucho tiempo hasta que está seguro, y al psiquiatra o psicólogo debe ir por su propia voluntad, no se le puede obligar. Tenemos otra desprogramación que falló totalmente, y la cuarta, que está muy regular. Lo que ocurre es que como aquí no hay de programadores y hay que traerlos de fuera es más problemático".

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