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Reportaje:Los partidos italianos, ante las elecciones generales / y 2

Conquistar a los indecisos, objetivo de la campaña electoral

Juan Arias

La estrategia política de los partidos italianos ante las elecciones del próximo 26 de junio se debate entre dos posibilidades: que los resultados dejen todo tal y como está o que cambien completamente la fisonomía política del país. Para que la balanza se incline de un lado o de otro, los partidos consideran imprescindible arrancar el voto a un sector importante del electorado que aún está indeciso entre votar o no porque quiere penalizar la mala gestión de los partidos.

Por primera vez en unas elecciones políticas, los tres grandes institutos italianos de estadística, Doxa, Demoscopea y Makhno, han decidido no hacer sondeos y, sobre todo, no publicar los durante la campaña electoral en curso.Este hecho puede ser sintomático, tanto de la desorientación que existe frente a los futuros resultados que saldrán de las urnas el 26 de junio, tomo del deseo de no ejercer ninguna influencia sobre una opinión pública esta vez especialmente exasperada y con pocas ganas de votar, o de votar anulando el voto.

Esta es, más que la discusión sobre los programas de las diversas fuerzas políticas, la problemática que más preocupa en este momento a todos, y también el tema que más está haciendo discutir a. sociólogos y politólogos. Sobre todo porque es la primera vez que un partido, el radical, está gastando todas energías, su dinero y su tiempo para pedir que los ciudadanos de este país den un escarmiento a los partidos tradicionales -que, segun los radicales, han perdido su fuerza original-, sencillamente anulando la papeleta electoral.

En la discusión están paÍticipando los mayores escritores del país, desde Enzo Biaggi, que ha declarado "mi voto será en blanco", a Leonardo Sciascia, que aun no presentándose de nuevo como diputado, porque "no me gusta cómo funciona el Parlamento" ha afirmado que no votar o anular el voto es un acto de irresponsabilidad democrática.

Pero quizá lo más importante es el análisis que están haciendo los sociólogos sobre el tema. Dando por aceptado que, por lo menos en la intención, existe esta vez un deseo muy fuerte en millones de italianos de no votar a los partidos, están todos de acuerdo en que este rechazo no es un gesto antidemocrático, no es el síntoma de. una nostalgia hacia un régimen autoritario, ni constituye una condena del pluralismo político. Al revés. Como han escrito Franco Ferrarotti y Francesco Alberoni, los dos sociólogos más conocidos del momento, significa, por el contrario, una toma de conciencia colectiva de que este país necesita una democracia "con mayor participación" y también "más limpia".

Los dueños del Estado

Existe la convicción de que los partidos se han adueñado del Estado y han invadido las instituciones, que nada se puede construir ni conseguir sin el carné de un partido o sin el apoyo de un político. Lo confesaba hace unos días una mujer anónima hablando por la radio: "Hasta para hacer de criada he tenido que acudir", decía, "a la influencia de un diputado".

Es la plaga de la llamada lotizzazzione (repartición del poder en lotes que los partidos se otorgan de común acuerdo), que lo invade todo. Desde la radio y la televisión estatal hasta los bancos; desde los hospitales hasta la Universidad. La regla es: "Tantos para mí y tantos para ti". En la RAI-TV, por ejemplo, esto es tan exacto que a veces a los periodistas no se les llama ni por el nombre, y se dice: "Que este programa lo haga el de Fanfani, o el de Craxi, o el de Berlinguer". Más aún. Los periodistas se dividen incluso entre los seguidores de los diversos grupos dentro de un mismo partido.

Hace poco, un buen profesional tuvo que dejar de dirigir un programa de televisión porque en el puesto suyo tenían que poner a un periodista de otro partido, ya que la tabla de logaritmos decía que había un socialista más en aquel sector. Eso sí, se le dejó escoger en otro departamento el puesto que quiso. Para poder alquilar un piso, para lograr la plaza de médico en una clínica, para llegar a ser catedrático en la Universidad, como todo el mundo, reconoce, es prácticamente indispensable el empujón de un político. Y hay gente que se inscribe en un determinado partido o en otro sólo para conseguir un puesto o un enchufe.

Favoritismo y escándalos

En las elecciones los votos se obtienen, sobre todo, a base de favores. Y para hacer favores es necesario conseguir puestos de poder. Y para obtener éstos hace falta muchas veces dinero, mucho dinero. Y así nace, en la mayoría de los casos, el escándalo de tipo finánciero. La gente lo sabe. Y esta vez amenaza.

Muchos de los que desearían dar una buena lección a los partidos no lo harán al final por miedo a que el voto nulo pueda favorecer un china antidemocrático. El secretario comunista, Enrico Berlinguer, ha Regado a acusar de "golpistas blancos" y de querer llevar al país a un nuevo centrismo de derechas a quienes deciden no votar o votar en blanco. Y asegura que en el fondo serán votos para la derecha.

Por eso, esta vez todos los partidos, desde el comunista hasta la Democracia Cristiana, han planteado la campaña electoral principalmente con el objetivo de conquistar a los indecisos. Y están haciendo esfuerzos para evitar todo lo que en la campaña electoral pueda herir la susceptibilidad de estos rebeldes al voto.

Por eso se está haciendo una campaña electoral más sencilla que otras veces, más austera, con menos ruido callejero. Por eso han sido cambiados la mitad de los candidatos presentando gente nueva, joven y no comprometida con el pasado. Entre ellos se encuentran muchos actores, científicos, médicos, escritores, todos vírgenes en el campo de los escándalos públicos. Y entre los actores se ha preferido a los cómicos, que son los que más atraen a la gente, como candidatos o como activistas a favor de uno de los partidos.

Y esta vez existe un verdadero asalto a la televisión, a la pública y a la privada. Estas últimas se han dado cuenta y van a aprovecharse. Ya han publicado sus tarifas de publicidad electoral. El canal 5, por ejemplo, cobrará dos millones de pesetas por cada 30 segundos. El canal Retequattro, de un millón a dos y medio, según las horas de mayor audiencia. Y casi las mismas tarifas presentan, por ejemplo, los canales Integrato (Euro TV) e Italia Uno. Y junto con las televisiones, la publicidad en los diarios, que es también carísima.

Pero también aquí entra la famosa lotizzazzione. Como muchas veces, no se llega a director de un diario o de una televisión, o a redactor jefe, o a obtener la propiedad de un periódico, o la ayuda estatal sin el apoyo de un cierto partido o dirigente político, en estos momentos electorales se exige agradecimiento. Y así, habrá candidatos que con poco dinero o gratis podrán tener una presencia notable en los medios de comunicación, mientras otros necesitarán sus buenas fuentes de financiación.

De hecho, por lo que se refiere a la televisión pública, comunistas y radicales, por ejemplo, han empezado ya a criticar el abusode la RAI-TV, que en estos días aprovecha sus programas de mayor escucha para presentar, con motivos culturales u otros, a candidatos políticos. Basta tener el amigo entre los organizadores del programa para que te inviten. Y se trata de una publicidad gratuita. O, mejor, pagada por los contribuyentes.

Curso de imagen para diputados

Y puesto que la técnica para presentarse ante la pequeña pantalla de la televisión es muy diversa de la de los comicios tradicionales en las plazas, los diversos partidos, al presentar a los candidatos nuevos, han tenido también esto en cuenta. Muchos de estos futuros diputados o senadores confiesan que se han preparado antes mediante cursos especiales para saber desde cómo deben vestir o cómo deben peinarse, hasta el tono de voz, el modo de sonreír, los matices persuasivos y la serenidad, sobre todo mucha serenidad, mucho aplomo, mucha seguridad y poca violencia.

Dicen que la gente está ya muy nerviosa y que los espectadores prefieren a las personas que no crean problemas, que no son demasiado explosivas. Es un problema, por ejemplo, para los pobres líderes sindicales, acostumbtados a la dura brega, a la dialéctica, al lenguaje feroz y mordiente, a brazear sin chaqueta, a sudar como negros por todos los poros del cuerpo, porque el sudor, dicen los entendidos, destroza el maquillaje y pone feos a los protagonistas de la televisión.

Quienes han hecho negocios son esta vez los sastres a medida, casi inexistentes en Italia. Al parecer, el traje, sobre todo la chaqueta, es decisiva ante el espejo televisivo, y sería poco eficaz que dos candidatos se presentasen con el mismo traje comprado en la misma tienda.

"¿Y si la gente", se preguntaba un psicólogo, "pensase justamente lo contrario, y siguiera prefiriendo a los candidatos con garra, con jersei, escupiendo palabrotas, insultando a su adversario?". Es también otra incógnita. Una de tantas de estas nuevas elecciones en un país clave ael Mediterráneo, encrucijada de mil intereses diversos, un país laboratorio de ideas y que, a pesar de todos sus defectos, acabará defendiendo su libertad y su democracia con los mismos fusiles si fuera necesario, como ha afirmado Luciano Lama, el secretario general del mayor sindicato obrero del país, la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), formado por comunistas y socialistas. Y como acaba de recordar también el secretario general del partido socialista, Bettino Craxi, en una conferencia de prensa internacional, quien ha llegado a decir que si alguien pretendiera tocar las instituciones democráticas de este país acabaría de nuevo en la plaza de Loretto. Es la plaza de Milán donde fue colgado Mussolini después de ser fusilado.

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