Selenita

Estaba yo instruyéndome con la lectura de unas revistas añejas en la antesala del dentista, cuando, al coger un manojo de hojas sueltas que otrora conformaron un ejemplar de la revista Garbo, cayose una página, en revuelo: se trataba de una prueba cuyo título, ¿Estás preparada para el matrimonio?, me puso la curiosidad en carne viva."¿Te resulta fácil encadenarte a alguien?", empezaba la cosa sin ambages. Esclavizante cuestión a la cual tenías que contestar que sí para hacer puntos. "¿Sabes escuchar aunque el tema no te interese?", "¿Desearías tener más de un hijo?", "¿Sabes cocinar bien y variado?". Una vez contestadas afirmativamente estas minucias, la aspirante a cónyuge se adentraba en asuntos más complejos: "¿Te gusta decidir sobre lo que tú tienes que hacer sin que los demás interfieran?", "¿Eres una persona lunática?". Preguntas a las que había que responder que no: no señor, no me gusta decidir mi propia vida, sino permanecer en una dulzura catatónica; no señor, no soy lunática, aunque no sé muy bien qué es eso. ¿Se referirá a las fantasías? Ya se sabe que la mujer tiene la cabeza a pájaros, es dada a ensoñar cualquier locura mientras cumple sus domésticas rutinas cotidianas. Como el preso.
Garbo tira alrededor de 120.000 ejemplares, y lo peor es que no los tira directamente a la basura, como podría deducirse de su excitante contenido, sino que hasta los vende. Reflexionando sobre dato tan dramático, y teniendo en cuenta que la prueba fue publicada a principios de este año y no en el siglo XII, una llega a la conclusión de que hay un error semántico, de que confunden a las esposadas por las bendiciones de la Iglesia con las esposadas por hierro carcelero.
Hasta hace muy pocos años, a las que se rebelaban al grillete,a las inadaptadas, se las consideraba histéricas, y curaban-castigaban su enfermedad con la extirpación del útero. Ahora que los tiempos han cambiado (aunque, a juzgar por Garbo, poca cosa), lo de mutilar ya no se estila, pero se acuña la acusación de lunatismo.Yo reivindico mi vocación de extraterrestre, soy una selenita descarada. Me siento en los cuernos del satélite a contemplar nuestro planeta, y, entre brumas, veo mucha mujer desperdiciada, la luna en la cabeza y presa en tierra.
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