Aurelio Peccei, presidente del Club de Roma, cree en "un nuevo mundo de progreso"
Aurelio Peccei define la misión del organismo internacional que preside -el Club de Roma- como "un trabajo de advertencia constante sobre los riesgos del futuro". Sin embargo, este italiano elegante y profundamente mediterráneo parece contemplar el futuro con una inagotable esperanza. A los 74 años, el doctor Peccei irradia un idealismo juvenil cuando habla de un mundo " que es como una yema de huevo; no puede dividirse pues de lo contrario se romperá".
Aurelio Peccei se expresa en un castellano impecable, "producto del mucho tiempo que pasé viviendo en América Latina, un poco por todas partes pero principalmente en Argentina"."En estos momentos, toda la Tierra es un cúmulo de interdependencias", dice Peccei, "y como habían previsto muchos pensadores desde principios de este siglo, el planeta se queda pequeño para las actividades humanas. Pese a esto, el mundo sigue funcionando con esquemas de épocas pasadas. Debemos cambiar nuestros esquemas, aprender a ejercer una solidaridad recíproca y a considerar el mundo como lo que es en realidad; un sistema ecológico único para la especie humana".
Una dilatada carrera científica y académica que culmina en la presidencia del Club de Roma, que ostenta actualmente, ha enseñado a Peccei a valorar con amplia perspectiva las crisis y desafíos a que se enfrenta el mundo.
Su esperanza, pues, se tiñe de sombrío realismo cuando afirma que "los próximos dos o tres años serán un periodo extremadamente difícil para el mundo, y especialmente para las naciones industrializadas, una de las cuales es España. La crisis actual es producto de la imprevisión y el excesivo optimismo de los años sesenta, en que se creía que la tecnología no tenía efectos negativos y el desarrollo económico no había de conocer límites. Hoy se impone la conclusión de que estas premisas eran falsas, por lo menos dentro de los actuales modelos económicos".
Preparar el futuro
La preocupación por la posibilidad de una guerra aniquiladora que dé al traste con todos los esfuerzos de cara al futuro no es ajena a Aurelio Peccei, quien, sin embargo, rechaza esta posibilidad como demasiado pesimista. "En el mundo actual y en el futuro, la guerra ya no puede ser una solución a las crisis económicas y sociales. La guerra con G mayúscula, la guerra nuclear, sería un desastre irreversible para la humanidad entera. La vieja frase que dice que la guerra sirve para que los supervivientes vivan mejor en la posguerra es una falacia monstruosa"."Después de una guerra nuclear," continúa Peccei, "no habría ni supervivientes ni posguerra. Creo que, contra toda cordura, la tentación de la guerra existe y existirá, pero espero que la estupidez humana no llegue a tanto. Hasta los señores de la guerra saben el más pequeño error puede incinerarnos a todos".
Ante las amenazas del futuro, el optimismo esencial de Aurelio Peccei se revela en toda la intensidad y pasión que es capaz de. poner en sus palabras: "Creo firmemente que el mundo actual posee los recursos mentales e intelectuales necesarios, no sólopara evitar la guerra, sino para que la humanidad recupere el control de su destino. La carestía en las regiones menos desarrolladas del mundo, y la irrupción de las nuevas tecnologías en los países industrializados generarán problemas sociales, políticos y humanos, pero nuestra misión, la misión del Club de Roma y de los demás organismos intemacionales, con todos los que los integramos, es de aliviar este impacto del futuro y preparar a las sociedades para aceptarlo. Lo evidente es que no se puede salir del paso con cambios superficiales, como se ha hecho hasta hoy".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.