CiU teme las repercusiones de los pactos locales con AP
La extrapolación de los resultados electorales del domingo a la situación política general de Cataluña en la perspectiva de las elecciones autonómicas de 1984, marcó ayer las primeras reflexiones internas del PSC, PSUC y Convergencia i Unió, que no decidirán sus pactos postelectorales hasta medir los efectos que estos puedan producir en los próximos comicios. Convergéncia celebrará hoy una sesión de su Comité Ejecutivo, mientras que socialistas y comunistas reunirán mañana a sus organos de dirección ejecutiva.Mientras que los socialistas intentarán pagar el mínimo precio a las alcaldías que les proporcionará el PSUC, para presentarse ante el electorado como protagonista único del cambio municipal, Convergéncia parece condenada a estudiar las repercusiones que pueden tener en el electorado nacionalista los pactos con AP, inevitables para conseguir la mayoría en algunas poblaciones importantes. Algunos miembros del Comité Ejecutivo de este último partido se mostraban incluso partidarios de abrir un debate interno en el que se valoren de forma rigurosa los efectos negativos de los pactos con AP y se formule una importante autocrítica al funcionamiento de algunas áreas internas de organización. "Es el momento de plantearse la raíz de la falta de cuadros medios en el partido", explicó a EL PAIS una fuente convergente. Los pactos se decidirán a nivel local, aunque el Comité Ejecutivo se reserva la aprobación de los que se hagan con AP.
Socialistas y comunistas se necesitan mútuamente para garantizar la gobernabilidad de muchos municipios, pero no se descarta tampoco que los pactos se extiendan a los municipios en los que unos u otros han conseguido mayoría absoluta. Los comunistas se manifiestan dispuestos a vender caros sus tres concejales de Barcelona, que necesita Maragall para gobernar, ligando la negociación de Barcelona a la del resto de Cataluña, en particular la composición de la nueva Diputación de Barcelona y de la Corporación Metropolitana. Esta actitud contrasta con la de una parte de la dirección socialista, contraria a reeditar los pactos globales de 1979.
Pasqual Maragall declaró ayer a EL PAIS que estaba decidido a ser "el alcalde de todos los barceloneses", al tiempo que anunciaba la rectificación de anteriores actitudes municipales en aquellos terrenos en los que los socialistas recibieron mayores críticas. En este sentido anunció "una actuación más activa en la calle y no sólo en los despachos", abriendo los contactos a entidades ciudadanas y sectores profesionales. Maragall anticipó la creación de un Consejo Económico Social integrado por representantes de los sectores empresariales, UGT y CCOO, proyecto del que ya ha hablado con Carlos Ferrer Salat y José María Figueras.
Fuentes socialistas manifestaron a El PAIS su preocupación por el nivel de exigencias que pondrá el PSUC sobre la mesa cuando ambos partidos se sienten a negociar el equipo de gobierno para la ciudad de Barcelona. Ayer tarde, el responsable comunista de Barcelona, Ricard Boix, solicitó una reunión formal con su homólogo socialista, Jordi Parpal, para empezar a hablar. Es muy probable que este primer encuentro se celebre hoy mismo. Dirigentes del PSC lanzaron ayer la hipótesis de que el concejal comunista Jordi Solé Tura se haga cargo de una responsabilidad política, como podía ser la redacción de la nueva Carta Municipal. Al tercer concejal, Jordi Conill, lo sitúan en la diputación, de la que ha sido vicepresidente hasta ahora. En cuanto a Jordi Borja, los socialistas temen que el PSUC reclame para él el área de urbanismo.
Los comunistas -que en palabras de su secretario general, Antoni Gutiérrez, se sienten "muy fuertes y muy seguros"- no parecen dispuestos a admitir acuerdos parciales y a la baja. Para los dirigentes comunistas, sería el PSC el principal perjudicado de la ausencia de pacto, pues los socialistas se juegan más alcaldías que ellos. El PSC necesita el apoyo comunista para hacerse con las alcaldías de Barcelona, Mollet, Badalona, Sant Joan Despí y Cornellá, entre otros. A su vez, el PSUC necesita los votos de los concejales socialistas en Ripollet, Molins de Re¡ y Palafrugell, entre otros. El PSUC no se siente ligado a los acuerdos de 1979 -que se limitaron al apoyo al partido de izquierdas más votado para que alcanzara las alcaldías dudosas y a repartirse el cartapacio municipal- si éstos no vuelven a negociarse y suscribirse, añadiendo muchas cosas que entonces se obviaron" (una verdadera política de gobierno, por ejemplo).
Fuentes comunistas y de CiU -informaron a EL PAIS que ayer mismo los convergentes de Badalona ofrecieron al PSUC el apoyo de sus concejales para reelegir al alcalde Marius Díaz, en perjuicio del candidato socialista. CiU ha obtenido 3 concejales en esta ciudad, 11 el PSUC, 12 el PSC y uno AP.
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