De la independencia a los planes de desarrollo y al turismo
Como cada año, desde el 20 de marzo de 1956, en que Tunicia alcanzó su independencia, el presidente de la República, Habib Burguiba, colocó el pasado 9 de abril una corona de flores sobre el mausoleo de los mártires de la independencia tunecina que cayeron bajo las balas de la represión colonialista francesa. El propio presidente quizá recordara en ese momento, a sus 80 años, los largos períodos de prisión en Francia y los rostros de los compañeros de lucha que cayeron en el difícil camino hacia la independencia. El primer combatiente, expresión que junto a la de padre de la patria, combatiente, supremo o el intocable, se aplica al presidente de la República (en el cargo desde el 25 de julio de 1957 y con carácter vitalicio desde 1975), quizá se imaginara ya reposando en el impresionante mausoleo que para él se ha construido en Monastir, su ciudad natal, al lado del de otros mártires, que siguen siendo símbolo de independencia y soberanía nacional.Burguiba en Tunicia es algo más que un símbolo. Es el forjador del país, y todos están de acuerdo en respetar su poder mientras viva. "Para nosotros es como nuestra propia bandera. Está por encima del bien y el mal. Sus errores se achacan siempre a los malos consejos de sus colaboradores. Y sobre sus fallos priman sus logros: el haber construido un país moderno abierto al mundo", afirma un joven funcionario muy crítico frente a los favoritismos y la corrupción que ha traído el sistema de partido único, pero que se confiesa feliz y orgulloso. cada vez que estampa un sello con el escudo nacional sobre el pasaporte de algún francés que como pacífico turista visita este país hospitalario. "Mi padre y mi tío fueron heridos por los franceses durante la guerra de Bizerta en 1961, pero al final -dos años más tarde- Francia tuvo que abandonar su última base militar en suelo tunecino, situada en la mencionada ciudad. No guardamos ningún rencor a los franceses y estamos encantados de que cada año vengan casi 400.000 galos a pasar sus vacaciones en Tunicia", añade.
El desarrollo económico
La economía de Tunícia -un país que en la antigüedad llegó a ser llamado el granero de Roma- se ha desarrollado basándose en la diversidad. Agrícolamente sigue produciendo trigo, cebada y olivos en sus grandes estepas centrales; al Sur está el desierto, apr ovechándose muy racionalmente los palmerales de sus bellísimos oasis; al Norte, el clima es mediterráneo y se cultivan los cítricos, la vid -hay buenos vinos- y productos de primor (existe un tratado preferencial para venderlos en la CEE). La cabaña ganadera ovina y bovina se ha incrementado notablemente, y se mantiene en el Sur la de dromedarios, incluidos los famosos meharis de carrera.
En cuando a extracción minera, Tunicia destaca como productor de fósfatos, poseyendo también yacimientos de hierro y plomo. Rodeado de vecinos tan potentes energéticamente como Argelia y Libia, los recursos de petróleo y gas natural son reducidos, si bien hasta ahora han servido para que el país sea autosuficiente en este campo. Sin embargo, el desarrollo industrial -especialmente el sector químico, concentrado al Sur, .alrededor de la zona de Gabés- y su alto consumo energético harán que, a partir del próximo año, Tunicia comience a importar petróleo y gas. Parte del crudo argelino ya se comercializa a través del puerto tunecino de Sfax, a donde llega por un oleoducto que cruza el sur del país.
El sector industrial y el de servicios, junto a la modernización de la agricultura y la pesca, han sido los motores del desarrollo tunecino. A nivel de estructura económica subsisten sectores de clara orientación socializante, como el agrícola, resultado de la expropiación sin indemnización de las tierras de propiedad extranjera realizada en 1964, bajo los auspicios del socialdemócrata Ben Salah. Caído éste en desgracia, a partir del año 1969, Burguiba realizó un cambio radical en la política económica (aunque conservando buena parte de lo hecho anteriormente), siguiendo un modelo liberal, tecnocrático y de facilidades a las inversiones extranjeras que marcó el inicio del despegue económico.
El proceso estuvo dirigido por el tecnócrata Hedi Nuira, relevado oficialmente por motivos de salud en abril de 1980 y por el alto coste social de su política económica y las protestas de los sectores menos favorecidos en el reparto de la riqueza del desarrollo. A partir de esa fecha, el primer ministro es Mohamed Mzali, un hombre claramente pro occidental y más o menos aceptado por los diferentes grupos de intereses que componen el partido oficial (Partido Socialista Desturiano -Destur significa constitución-, PSD), a excepción de los situados más a la izquierda y que controlan algunos sectores del sindicato, también único y oficial, Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT).
Este,sindicato oficial, artífice en buena parte del movimiento de masas que apoyó la independencia del país y en el que cohabitan desde integristas musulmanes hasta maoístas, pasando por burócratas oficialistas, socialistas, socialdemócratas y comunistas, constituye la única fuerza social organizada a nivel nacional y sin duda jugará un importante papel en la sucesión.
La apertura al mundo: el turismo
Aparte de la entrada masiva de capitales extranjeros (franceses, estadounidenses, suizos, etcétera), el proceso de desarrollo tunecino se financia desde mediados de la década de los setenta mediante el sector turístico, que ha conocido un espectacular incremento (de 46.000 visitantes en 1960, se ha pasado a 2.150.000 en 1981). La capaéidad turística del país se estima actualmente en 75.000 camas, pretendiéndose alcanzar las 200.000, que es el tope técnico máximo, tras la aplicación de los planes económicos en curso. El sexto plan de desarrollo (1982-1986) sitúa el turismo como sector clave y pretende mantener un crecimiento del producto interior bruto similar al obtenido por el quinto plan (1977-1981), que las estadísticas oficiales fijan en un 15,5%. Si éste no se cumpliera y no pudiera elevarse el nivel de empleo, dada la alta tasa de natalidad y la juventud de la población, se crearía un nuevo factor de inestabilidad social (actualmente existen 180.000 desempleados, lo que constituye el 11,8% de la población activa) en el proceso sucesorio.
El sector turístico, como modelo y motor del desarrollo tunecino se ha planificado a medio y largo plazo, "intentando conservar y cuidar la gallina de los huevos de oro y evitando caer en la especulación y en las irregularidades urbanísticas, como se hizo en España en los años fáciles del boom", declara Samir Sfaikis, comisario de Turismo responsable de la isla de Jerba, considerada como una zona modelo. Normalmente el Estado hace el plan general para el desarrollo turístico de una región y actúa como promotor y estímulo de la iniciativa privada. Ésta es apoyada por medio de créditos oficiales ventajosos, a cambio de que el 51 % del capital de la sociedad sea nacional y de que la Oficina de Turismo controle durante todo el proceso de construcción la calidad del hotel. "El resultado es óptimo y los precios muy razonables, como puede comprobar cualquier español que nos visite", afirma el director de la Oficina de Turismo. tunecina en Madrid, Abdeslem Mohsni, satisfecho de que en cinco años de su gestión el número de turistas españoles haya pasado de 600 a más de 12.000.
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