Satisfacción por el resurgir del sueño de la unidad magrebí
Los delegados argelinos y tunecinos que asistieron, junto con el Istiqlal marroquí, a la conmemoración del 25º aniversario de la conferencia magrebí de Tánger de 1958, abandonaron ayer Rabat tras haber depositado sendas coronas de flores en las tumbas del sultán Mobamed V y de Afial el Fassi. Las dos delegaciones mostraban su satisfacción por haber asistido a la resurrección del sueño de la unidad magrebí, enterrado a causa de las guerras y rivalidades intestinas.
Un comunicado dado a la Prensa a mediodía de ayer expone que los tres pueblos, argelino, marroquí y tunecino, se comprometen a poner en práctica la carta de Tánger, que surgió como consecuencia de la reunión de 1958, y que, como el mismo documento expone, parte del presupuesto fundamental de que ninguno de los tres nacionalismos debe considerar a su país independiente mientras que uno de ellos tenga aún algo que liberar del colonialismo.Los tres partidos que se reunieron en Tánger, Fez y Rabat, a lo largo de estos tres últimos días, reafirman su voluntad de consolidar los lazos que les unen, y para ello se comprometen a reunirse periódicamente para examinar medios y vías para llevar a cabo esa unión. La próxima reunión intermagrebí tendrá lugar en Argel, aunque la fecha no ha sido fijada.
Los tres partidos han querido dejar bien claro, no obstante, en este documento final, que la unión magrebí no es un sustitutivo de la gran unión árabe, a la que todos ellos afirman aspirar. El ministro de Asuntos Exteriores marroquí, cuyo discurso del lunes en Tánger es el único que la Prensa reproducía ayer en extenso decía a este respecto que, en su opinión, la unión árabe pasa primero por las grandes uniones regionales, y citó como ejemplo de estas además de la del gran Magreb por realizar, la de los países del golfo Pérsico y del consejo consultivo común ya existente entre Egipto y Sudán.
El ministro marroquí Bucetta dijo que la época que nos ha tocado vivir no favorece la creación de pequeños Estados debido a la exigüidad del territorío de que se dispone para éstos, a su debilidad demográfica y su inviabilídad económica. El jefe del Istiqlal dijo que el mundo desarrollado ha logrado reforzar cada vez más su dominación económica y política sobre los países subdesarrollados, y que las alianzas políticas y militares siguen repartiéndose al Tercer Mundo en zonas de influencia.
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