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Reportaje:

Alemania del Este, cansada de rivalizar con el vecino escaparate capitalista

"Si no conservamos la paz, todos los esfuerzos son para el gato". Este dicho popular se ha puesto de moda en el pleno fragor de movilizaciones contra la carrera armamentista que vive la República Democrática Alemana (RDA). Encierra la expresión de toda una economía nacional sangrada por la última guerra, sometida luego prusianamente a construir un socialismo fronterizo y superador del capitalismo mas exitoso, y ahora castigada por los efectos de una nueva tensión que deja sin esperanza hasta al gato. Un enviado especial de EL PAIS relata aquí algunas de sus impresiones durante una reciente visita a la RDA.

Con menos de la cuarta parte del territorio y casi la mitad de la población de España, la RDA ha logrado ser el país; más próspero del Este. Tras la muralla de 160 kilómetros que la separa desde 1961 del milagro alemán, su nivel de consumo y producción por habitante es el mayor, aunque nunca se vio en las necesidadades de sus vecinos socialistas: ni la escasez desesperada de Polonia ni el retorno brusco a la ortodoxia de Hungría o Checoslovaquia, que enjugaron su disidencia con avances económicos.Si el punto de partida fue muy similar al de España en muchos aspectos -posguerra, materias primas limitadas, potenciación de la industria básica, dependencia de la ayuda exterior-, la situación de llegada no está lejana en lo económico: media sAmilar de sueldos y precios, reparto allí más igualitario y aquí más abundante, alineamiento en la segunda docena de potencias industriales, sector agrario que representa en ambos casos menos del 10% del producto nacional y una producción nacional por habitante también próxima (5.500 dólares aquí, unos 7.000 allí) salvo en su destino.

A los alemanes orientales, sin embargo, les hubiera gustado más parecerse en su desarrollo a sus en otro tiempo compatriotas, de quienes hoy les alejan cada día más hasta el lenguaje y la cultura. Hace un cuarto de siglo, Walter Ulbricht fijaba como "tarea económica más importante" de la RDA igualar los niveles de consumo y producción de la República Federal de Alemania. Los datos per cápita señalan que ni se consigulió cuando se debía -años 1961 y 1965- ni en la actualidad. Pero tales medidas de bienestar son enfrentadas en la Europa del Este con la total ausencia de paro o de desprotección social, a la hora de explicar que sólo el socialismo garantiza el bienestar del pueblo e impide la angustia por el porvenir.

Desde esa lógíca, no resulta extraño que en el año de Carlos, Marx (el pasado día 14 de marzo, se cumplió el centenario de la, muerte del fundador del socialismo científico) se mezclen y confundan como objetivos prioritarios de política económica conservar lo conseguido y mantener la paz. En un país donde no se reconoce la inflación, apenas crece la población (0,1% anual) y la desaceleración (del crecimiento económico permite todavía a las autoridades desear ,un aumento del 4,2% en 1983, el objetivo mantener es demostrativo de que, al menos, las cosas no van como antes.

La deuda externa con la que se ha financiado el desarrollo, tranvía al que pueden subirse los errores económicos de los últimos lustros (por cierto, allí estos vehículos embellecen el marco de unas ciudades grises por los humos del lignito), parece reclamar algo de dicho esfuerzo de productividad. Oficialmente se desmiente, sin aportar una cifra, que alcance los 14.000 millones de dólares publicados en los medios financieros internacionales, que le atribuyen el duodécimo puesto entre los países más endeudados. También se rechaza que deba pagar este año 6.500 millones de dólares, casi las tres cuartas partes de sus exportaciones, y se añade que seguirá siendo buen pagador.

Pero junto a esa deuda no cuantificada, o detrás de la misma, está el servicio que paga la RDA por guardar la frontera con el otro bloque. Sus fuerzas armadas -unos 200.000 soldados- son ayudadas para ello por contingentes de la URSS y del Pacto de Varsovia que, según algunas fuentes, les superan en hombres y material.

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En la presentación del Plan Económico Nacional 1983 a la Cámara del Pueblo, el presidente del Gobierno, Willi Stoph, ha sido explícito al respecto. Tras indicar que Ia situación mundial se ha agravado por culpa del rumbo belicista del imperialismo norteamericano", así como por la política superarmamentista implantada por sus círculos más agresivos, ha dejado claro que los países socialistas "jamás consentirán una supremacía militar imperialista".

En estos momentos, calificados en la RDA como de máxima tensión tras la segunda guerra mundial, la URSS y otros países del Este no han dejado de suministrar a mejor precio que el resto (media internacional de los cinco años anteriores a su fijación) el petróleo y otras muchas materias primas de las que la RDA carece.

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