Verstringe intenta sin éxito, polemizar con un Tierno distante y seguro de sí mismo
El duelo personal entre los candidatos del PSOE y AP-PDP-UL limita las aspiraciones de los restantes partidos a hacerse un hueco en el ayuntamiento
Para acceder a la alcaldía, cuyo titular eligen los ediles por mayoría de dos tercios en primera convocatoria o mayoría simple en la segunda, sólo dos candidatos tienen posibilidades, al margen de las innumerables combinaciones para formar un equipo de gobierno coherente que la voluntad de los electores puede propiciar. La batalla por la presidencia del Ayuntamiento de Madrid (3.158.818 residentes según el censo de 1981 casi 22.000 menos que 10 años antes) se resume en un duelo entre Enrique Tierno y Jorge Verstryrige.Tierno ha constituido, en su papel de corregidor de la primera villa del país, una revelación. La dedicación municipal del viejo profesor de Derecho Político, nacido en Madrid en 1918 -con el final de la primera guerra mundial- fue resultado de la liquidación apresura da del Partido Socialista Popular al que aplastaron las deudas y la escasez de sufragios. El PSOE se comprometió a buscar un retiro honroso al inspirador y patriarca de aquella organización obrera, en la que convivían intelectuales radicales e intelectuales socialdemócratas, y le ofreció salir discreta mente de la política por el portillo de la alcaldía de su ciudad natal Tierno supo de la soledad de la campaña frente a una UCD volcada para situar a José Luis Álvarez en posición ganadora y que contó con los votos añadidos, por in comparecencia, de Coalición Democrática, hoy Coalición Popular.
Cuatro años después, el PSOE no ha podido dudar un sólo instante quién sería su candidato. Enrique Tierno logró demostrar que sus ideas humanistas sobre la ciudad son susceptibles de desarrollo en una acción de gobierno, supo encarnar su experiencia casi senatorial con una infrecuente capacidad para atender a los jóvenes y hacerse entender entre ellos, devolvió a los vecinos la convicción de que la gran urbe es recuperable como ámbito de convivencia, al tiempo que les restituía la oportunidad de desarrollar su sentido festivo, y aprovechó los saberes que le había proporcionado, casi 40 años antes, su tesis doctoral sobre La influencia de Tácito en los escritores políticos del Siglo de Oro para recrear, en plena era audiovisual, el bando pegado sobre la pared como medio de comunicación entre la autoridad y los ciudadanos.
Tierno se enfrenta a las urnas con ese bagaje, más el apoyo decidido del partido gubernamental. Para el PSOE, en plena cresta de la ola después de su aplastante victoria de octubre, la pérdida de la alcaldía de Madrid sería un golpe dificil de encajar. Los socialistas no pueden permanecer indiferentes a la posibilidad de que la oposición se instale en la Casa de la Villa y construya un contrapoder, según el modelo consagrado por Jacques Chirac en París. Desde una mayoría municipal, la coalición que capitanea Manuel Fraga haría algo más que compensar la presión fiscal creciente del Estado, bajo el Gobierno socialista, con una congelación de los impuestos municipales.
Tal parece la confianza del PSOE en su victoria, que los socialistas han descuidado la renovación de su oferta a los electores, concretada en un programa. Durante la presentación de la candidatura, se entregaron a la Prensa 18 folios mecanografiados en los que se proyectan hacia el futuro las realizaciones más destacadas o populares de los cuatro años pasados y apenas se contrae otro compromiso concreto que la puesta en marcha de una emisora municipal de frecuencia modulada, de dudosa necesidad. Sólo varios días después estaba a punto el verdadero programa.
Verstrynge, campaña agresiva
Jorge Verstryrige se encuentra, por el contrario, en una situación paralela a la que debió soportar Tierno cuatro años atrás. La candidatura de AP a la alcaldía se convirtió en un quebradero de cabeza para los aliancistas, porque nadie quería enfrentarse al viejo profesor. Fraga arrasó las resistencias de su joven secretario general y le empujó a la arena. Ahora, Verstrynge se ve obligado, al mismo tiempo, a estudiar los fascículos sobre el Ayuntamiento que le van facilitando sus colaboradores, recorrer al galope los mercados para poner de manifiesto la falta de vigor físico de su contrincante, sortear los asaltos internos que su poder desencadena en el partido, hacerse perdonar por el ala más franquista manifestaciones favorables al divorcio y tratar de que caiga en el olvido un apellido tan poco castizo como el suyo.En tales condiciones, Verstryrige -nacido hace 44 años en Tánger, doctor en Ciencias Políticas y Sociología con una tesis sobre los efectos sociales de la violencia- ha comenzado una campaña agresiva en la que acusa a Tierno de haber gastado "miles de millones" sin justificar, suscita recelos en Barcelona al proponer a Madrid como sede conjunta o alternativa para la olimpiada de 1992, y denuncia el incremento de la fiscalidad municipal, relacionándola con una inminente catástrofe económica de la ciudad. Pero, al mismo tiempo, se ve obligado a defender en su programa el carácter preferente de la rehabilitación de viviendas sobre la construcción indiscriminada, en coincidencia con la política de la corporación saliente; propone el desarrollo del metro, que no haría más que ensanchar las cifras de déficit, y abandera una cierta frustración del automovilista urbano causada por las molestas e inevitables restricciones de tráfico en vehículos privados.
Para compensar esta situación, la coalición aliancista ha buscado credibilidad ante los electores mediante la confección de un apretado catálogo de medidas de 200 páginas, que llega a especificar actuaciones por distritos y por barrios. La incorporación de José María Álvarez del Manzano y su grupo de concejales ucedistas permitió a la candidatura AP-PDP-UL acumular una experiencia municipal de la que sus propios hombres carecían en absoluto.
Si estrecho es el margen que la actuación del primer ayuntamiento democrático y la personalidad de Tierno han dejado al aspirante aliancista, otras tres fuerzas políticas se debaten en terrenos aún más movedizos, tratando de no ser absorbidos por la dinámica del duelo puro y simple entre los dos primeros contendientes. El PCE aspira a acumular un número de votos suficiente para que sus concejales no se vean reducidos a meros convidados de piedra en la sala capitular. El CDS y el PDL corren el peligro de neutralizarse mutuamente y quedar como espectadores.
Los comunistas confían en una recuperación casi espectacular, que les permitiría volver a formar parte del equipo de gobierno junto al PSOE. Acaban de recibir un duro revés del Tribunal Constitucional, que anuló el cese de cinco de los concejales elegidos en 1979 y recordó a la opinión pública la purga inmisericorde desencadenada por Santiago Carrillo con ocasión del acercamiento de los comunistas vascos a Euskadiko Ezkerra. Sin embargo, el PCE demostraba casi simultáneamente en las elecciones de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos que conserva su implantación en este movimiento, cuya capacidad para orientar el voto de los barrios no será despreciable. Con un candidato -Adolfo Pastor, 32 años, ingeniero aeronáutico, antiguo dirigente de CC OO sin especiales encantos personales ni una carrera política definida, el PCE se muestra dispuesto a explotar en su programa las limitaciones que el éxito electoral y la ocupación del Gobierno del Estado imponen al PSOE.
Para ello, los comunistas, en cuyas velas sopla también la incapacidad sorprendente de la extrema izquierda para organizar una candidatura común que pueda atraer más votos que los de los fieles e iniciados, elaboraron un avance de programa que han completado con las críticas y sugerencias de varios centenares de asociaciones, grupos ciudadanos y colectivos.
CDS y PDL, peligro de neutralización mutua
El resultado de este procedimiento, que luego aplicó también la Coalición Popular, es un extenso y apretado plan de acción que contiene compromisos tales como la defensa a ultranza del Plan General de Ordenación Urbana, frente a un grupo municipal socialista que deberá disputar con un Gobierno homónimo los ingentes recursos para financiarlo; la imposición fiscal sobre más de 127.000 viviendas vacías en el muncipio de Madrid una política radical de reequilibrio entre las zonas mejor y peor dotadas de la ciudad, y el desarrollo de un programa de presencia y participación de las entidades ciudadanas. El PCE cree que puede profundizarse la acción del anterior equipo de gobierno sin incrementar los impuestos municipales.Para el CDS y el PDL, el principal problema será la presencia del otro en la carrera electoral. Rosa Posada, de 43 años, abogada, ex secretaria de Estado para la Información, podría superar sin dificultades el umbral del 5% de los votos emitidos, imprescindible para acceder al Ayuntamiento. La candidatura del CDS encabezada por Suárez consiguió en las legislativas de octubre pasado en la capital 88.789 votos, cuyo equivalente municipal puede bastarle si se confirma un descenso del nivel de participación. La propia Posada dobló aquella cifra como candidata al Senado, lo cual indica que fue votada por un espectro mucho más amplio que los electores de Suárez y atrajo sufragios que para el Congreso se desviaron hacia la hoy inexistente UCD o PSOE.
Rosa Posada cuenta además con un excelente programa electoral. El CDS ha conseguido sintetizar en 46 páginas de pequeño formato un plan coherente, basado en la mejora de la gestión de los recursos municipales, en el que se cuantifican los ingresos previstos y el coste de las medidas propuestas. Los centristas proponen una pausa fiscal de dos años, paralela a una congelación de los gastos internos para primar la inversión, pero reconocen que el nivel de endeudamiento de la corporación no ha tocado techo. La reforma y dignificación del marco institucional y legal en que se desenvuelve el Ayuntamiento madrileño y un plan de inversiones de 100.000 millones (47.000 en los barrios) durante cuatro años, son los pilares sobre los que el CDS hará descansar su campaña.
La presencia de Antonio Garrigues, ahogado, de 48 años, gerente de uno de los más poderosos bufetes empresariales de España, miembro de la Comisión Trilateral, puede, no obstante, desbaratar los cálculos del partido de Suárez. El PDL constituye para los electores un riguroso misterio, que los liberales están obligados a desvelar en las tres semanas que preceden a la apertura de las urnas. Garrigues, igual que Verstrynge, ha ido a buscar conocimientos municipales donde los había, pero en esté caso no vienen acompañados de una especial credibilidad política. Ha colocado segundo en su candidatura a Carlos Conde Duque, delegado del Gobierno en la Comisión de Planeamiento y Control del Área Metropolitana. No dejará de sorprender que el experto en cuestiones municipales escogido por el partido liberal haya sido hasta hace pocos meses presidente del organismo encargado de imponer desde el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo su implacable tutela a más de 20 ayuntamientos elegidos en las urnas.
Por lo demás, el programa de los liberales se articula sobre la confianza en la capacidad promotora de la iniciativa privada, incluso en aquellos sectores como el transporte masivo cuyos déficits han obligado en toda Europa a transferirlos al sector público, como el propio Garrigues reconoce. El PDL defiende un proceso de participación y descentralización
urbana que llega, en el caso de seis zonas (incluidos cuatro distritos de izquierda), a la restitución de sus antiguos ayuntamientos, y propicia una mejor gestión de los recursos disponibles, y la consabida pausa fiscal, para promocionar la calidad de vida.
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