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La desactivación de una bomba de la última guerra causa el caos en Londres

Soledad Gallego-Díaz

Una bomba alemana con 50 kilos de explosivos ha permanecido más de 40 años sumergida en el río Támesis, a poco más de un kilómetro del Parlamento británico, en pleno centro de Londres. La bomba fue desactivada ayer, en medio de impresionantes medidas de seguridad que provocaron un gran caos de tráfico.

El artefacto, que cayó en el río en algún momento de la segunda guerra mundial, cuando la Luftwaffe de Adolfo Hitler bombardeaba regularmente Londres, era "extremadamente peligroso", según un portavoz de Scotland Yard.

La bomba fue descubierta en la noche del domingo al lunes por unos trabajadores, que observaron un objeto extraño mezclado con barro en una barcaza, cerca de Westminster. Artificieros del Ejército, dirigidos por el mayor John Quinn, estudiaron la bomba y llegaron a la conclusión de que estaba dotada de un dispositivo de relojería que imposibilitaba su traslado si no se desactivaba antes. La barcaza fue llevada río abajo hasta el puente de Waterloo y anclada en medio de la corriente.

Según los expertos, si la bomba hubiera estallado, la metralla se hubiera esparcido por un área de 1.000 metros, en pleno centro de la ciudad. La policía organizó un espectacular servicio de seguridad. Peatones, automóviles y autobuses fueron obligados a permanecer fuera de la zona, que quedó acordonada con cientos de metros de cinta blanca y un agente en cada esquina.

La City, paralizada

El tráfico en el río quedó cortado, así como tres importantes puentes (Waterloo, Blackfriars y Westminster), líneas del metro y una estación de ferrocarril situada también en la zona de guerra. La City londinense (barrio financiero) quedó prácticamente paralizada y aislada."No quedaba otra solución", afirmó el mayor Quinn, "porque este tipo de bombas es muy peligroso. Nunca se sabe cuándo se puede volver a poner en marcha el mecanismo de relojería, incluso después de 40 años". Según el jefe de los artificieros, si el reloj hubiera comenzado a funcionar repentinamente, los expertos hubieran tenido sólo siete segundos para abandonar el área.

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El método seguido para desactivar el artefacto fue inyectar una solución salina que destruyó los contactos, tras 45 minutos de angustiosa espera. "Todo está controlado", anunció por radio el mayor Quinn a la policía, "y creo que voy a ir ahora a tomarme una buena pinta de cerveza".

A las 10.45 horas (las 11.45, hora de Madrid), la larga fila de autobuses rojos que esperaba a ambos lados del río comenzó a ponerse lentamente en marcha. El caos del tráfico duró, sin embargo, varias horas, antes de que los agentes lograran desatascar una zona que, sin necesidad de bombas, tiene una enorme afluencia de vehículos.

"Es increíble que en tantos años no se haya producido una auténtica tragedia", afirmó un portavoz de la policía londinense. "La bomba pudo haber estallado en cualquier momento, alcanzando de Heno un área que en horas laborables está llena de público".

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