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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un foco de guerra en Asia

SE ESTÁN desarrollando combates en puntos de la frontera entre Camboya y Tailandia. La aviación de este país ha bombardeado tropas vietnamitas que, al atacar campos de refugiados camboyanos, se han infiltrado en territorio tailandés. El derribo de un avión tailandés por un misil vietnamita es un paso más en la escalada militar. Al mismo tiempo, Pekín acusa a los vietnamitas de actos agresivos en sus fronteras. No se trata de incidentes aislados; son las últimas manifestaciones de uno de los conflictos más graves que envenenan esa zona del mundo, y que afecta a las relaciones internacionales en su conjunto.Sobre la causa de fondo, no cabe duda: la ocupación de Camboya, desde 1978, por las tropas vietnamitas. Esta invasión puso fin a un período de terror particularmente sanguinario. Según los datos que acaba de publícar Amnistía Internacional, unas 300.000 personas fueron víctimas de las matanzas cometidas por el régimen de Pol Pot. Estos horrores pudieron dar una semblanza de justificación a la operación militar de Vietnam. Pero muy pronto apareció su verdadero carácter: ha agregado nuevos males a los sufrimientos del pueblo camboyano. No sólo fue una violación en toda la regla de las normas más elementales del Derecho Internacional, sino que significó un cambio en la correlación de fuerzas en detrimento de China. Durante su guerra con EE UU, Vietnam conservó relaciones equilibradas tanto con la URSS como con China, pero posteriormente se ha integrado en el bloque dirigido por la Unión Soviética, y ha tendido a someter a su influencia Laos y Camboya, apoyándose en su Ejército, sin duda superior a casi todos los de esa región del mundo.

La invasión vietnamita provocó el desplazamiento, sobre todo hacia Tailandia, de cientos de miles de refugiados, y el surgimiento de diversos movimientos guerrilleros que se oponen a los ocupantes, movimientos que tienen sus bases de partida, en buena medida, en Tailandia. Pero esta situación dura ya desde hace años. ¿Por qué realizan los vietnamitas, precisamente ahora, estas operaciones militares en las fronteras con Tailandia?

El factor principal es que, despues de superar grandes dificultades, los diversos movimientos de oposición han llegado a un acuerdo y han constituido un Gobierno emigrado de amplia unidad nacional, presidido por el antiguo rey, Norodom Shianuk; en él figuran desde los jemeres rojos hasta los nacionalistas de derecha; ese Gobierno está apoyado por China y también por los Gobiernos conservadores de la región. Las acciones de los vietnamitas indican que se sienten inquietos y querrían suprimir las bases de apoyo de los movimientos agrupados en el Gobierno Shianuk. Vietnam es fuerte en lo militar; pero en el campo político su posición es débil. El Gobierno que han instalado en Phom. Penh carece de personalidad propia; se esfumaría si se retirasen las fuerzas extranjeras que le sostienen.

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Es muy probable que, al elevar la tensión en la frontera tailando-camboyana, los vietnamitas provoquen precisamente lo que más temen: un aumento de las presiones internacionales, de diverso signo, tendentes a poner una mesa de negociación, a buscar una solución política a la situación camboyana. No se puede olvidar que la ONU, en diversas ocasiones, y por mayorías aplastantes, ha exigido la retirada de Camboya de las tropas vietnamitas; en esas mayorías estaban principalmente los países del Tercer Mundo, que, en otras ocasiones, estuvieron con Vietnam. En el movimiento de no alineados, que sólo pudo llegar a un consenso dejando vacía la silla de Camboya, la presión es cada vez más fuerte en pro de una solución política. En las recientes negociaciones entre China y la URSS uno de los mayores obstáculos que se ha manifestado para mejorar sus relaciones ha sido la presencia militar vietnamita en Camboya.

Una solución política en Camboya tendría que basarse en un acuerdo entre todos los sectores del país, con un objetivo susceptible de obtener los máximos apoyos: reconstruir un país deshecho y devolverle su estatuto de neutralidad, y, evidentemente, la retirada de las tropas vietnamitas. Si no se abre tal camino, crecerán los peligros engendrados por ese foco de guerra potencial que existe en esa parte de Asia. Es probable que el próximo viaje del presidente Mitterrand a Pekín sea ocasión de nuevas presiones en pro de una solución política. En cuanto a la Unión Soviética, no parece que la descongestión de las tensiones originadas por el caso camboyano dañaría, en la actual coyuntura, a sus intereses esenciales; le facilitaría incluso algo tan importante como mejorar sus relaciones con China. Pero no está claro que la política de Andropov sea capaz de superar la inercia brezneviana, la tendencia a agarrarse a todas las cartas en una visión corta, puramente militar, del tablero internacional.

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