El Kremlin expulsa a un periodista y a un militar británicos
Dos ciudadanos británicos fueron declarados ayer personas no gratas por las autoridades de Moscú y deberán abandonar el país en el plazo máximo de. una semana. Los soviéticos mantienen que ambos desarrollaban "actividades incompatibles con su situación", lo que, en el lenguaje diplomático, equivale a una acusación de espionaje.El embajador británico en Moscú presentó una severa protesta y un portavoz de la cancillería británica afirmó que "la acción había sido tomada, claramente, en respuesta por la expulsión de tres soviéticos de Londres realizada la pasada semana".
Los dos expulsados son el corresponsal del diario londinense The Financial Times, Anthony Robinson, de 40 años de edad, y el comandante del Ejército del Aire británico David Williams, de 33, que estaba destinado en la Embajada británica como ayudante del agregado aéreo.
De los tres soviéticos expulsados la semana pasada de Londres, uno era también militar (igualmente ayudante del agregado aéreo), y el otro, periodista (corresponsal del semanario Tiempos Nuevos).
La respuesta soviética a las expulsiones de Londres tiene lugar sólo tres días después de que Francia tomara la misma medida contra 47 ciudadanos de la URSS. Se espera también que Moscú dicte la expulsión de buen número de franceses, aúnque se cree que la cifra nunca será tan alta, ya que en París hay 13 veces más soviéticos que franceses en Moscú.
Horas antes de que se conociera la expulsión de Williams y Robinson, la agencia oficial de noticias Tass lanzaba su primera respuesta directa a la expulsión de los 47 soviéticos que estaban acreditados en París.
En un comentario que basaba su contenido en el libro del ex espía español Luis González Mata Los auténticos dueños del mundo, Tass acusaba a la CIA de conspirar contra los regímenes existentes en algunos países de Europa, entre los que se citaba a Italia, España, Grecia, Portugal y, naturalmente, Francia.
El comentario de Tass sugería que la CIA había inspirado a las autoridades francesas la expulsión de sus 47 ciudadanos. "Las intrigas de la CIA en Francia", se afirmaba, "son especialmente peligrosas", porque la CIA trabaja "en una atmósfera de completa impunidad, en connivencia con algunos círculos influyentes".
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