Duro golpe para las maltrechas reuniones entre París y Moscú
En círculos diplomáticos occidentales de Moscú se considera que la expulsión de 47 ciudadanos de la URSS por el Gobierno de París pone en su nivel más bajo las relaciones franco-soviéticas, que ya pasaban por muy mal momento desde que el socialista François Mitterrand ganó las elecciones en mayo de 1981.El tono de la nota oficial soviética es brusco, y advierte sobre la exclusiva responsabilidad francesa por las "consecuencias adversas" que pueda tener "esta arbitraria acción". Moscú califica la expulsión de los 47 soviéticos de "hecho sin precedentes", que obedece sólo a "consideraciones políticas de las autoridades francesas".
Desde la llegada de los socialistas a la presidencia, las relaciones franco-soviéticas entraron en un período de congelación, que contrastaba mucho con la luna de miel vivida por ambos países durante la mayor parte de la presidencia de Giscard d'Estaing.
En febrero se reiniciaba el diálogo París-Moscú, con la visita a la capital soviética del ministro de Asuntos Exteriores galo, Claude Cheysson. Sin embargo, Cheysson tuvo una fría acogida en el Kremlin y, al final, abandonó la URSS calificando a Andropov de "robot sin ningún sentido del humor
Ahora, se abre un foso aún más grande. Normalmente, los soviéticos responden aplicando la reciprocidad. Sin embargo, en esta ocasión no se cree que Moscú pueda responder guardando la misma proporción, ya que en la capital soviética sólo hay unos 150 diplomáticos, funcionarios, hombres de negocios y periodistas franceses.
En 1971, cuando fueron expulsados 105 soviéticos por el Reino Unido, la medida coincidió, igual que ahora, con otras expulsiones, a escala más modesta, de diplomáticos de la URS S en otras capitales. Las recientes medidas similares decretadas la pasada semana por los Gobiernos de Londres y Madrid hacen pensar en que quizá un nuevo desertor del KGB ha denunciado a sus compatriotas, desencadenando esta nueva oleada.
Hace unos pocos meses se afirmó en Occidente que un antiguo oficial del KGR, que abandonó su puesto en el Consulado soviético de Teherán para pasarse a Occidente, había revelado importantes datos sobre los servicios secretos soviéticos. Sin embargo, en los mentideros periodísticos de Moscú no se descarta que se haya producido posteriormente alguna otra deserción de más alto nivel aún.
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