Escándalo internacional
No ha habido explicaciones convincentes que justifiquen el escándalo de La Condomina. El representante de la Federación Española se lavó las manos, al igual que el presidente de la Territorial Murciana. El anuncio del partido España-Francia -de presuntas selecciones olímpicas- provocó un entusiasmo inesperado. O no tan inesperado, porque en los últimos años se ha demostrado que cualquier selección nacional llena los campos siempre que no juegue en Madrid o Barcelona. De entrada volvió a producirse la vergüenza de la reventa, y, para remate, entraron en el campo cuatro mil personas más de las que permite el aforo pimentonero.Se ha calificado de actitud cívica la mantenida por quienes invadieron el terreno y provocaron el retraso de una hora en el comienzo del partido. Da la impresión de que ese civismo está fundamentado en el hecho de que pagaron su localidad y no hallaron sitio.
Desde el bochorno del apagón de Vigo no se había visto cosa igual. El árbitro, presionado, accedió a que se jugara el encuentro para evitar males mayores. Los franceses impugnaron el partido antes de que comenzara, y es posible que el colegiado lo diera por invalidado en el momento del inicio. La sanción será inevitable. El fútbol español, de nuevo en la picota internacional.
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