Mauroy forma un nuevo Gobierno en Francia para aplicar una política de austeridad
En una alocución televisada, esperada impacientemente para esta noche, el presidente de la República francesa, FranQois Mitterrand, valorará para los ciudadanos el nuevo Gobierno, formado al filo de la pasada madrugada con la confirmación de Pierre Mauroy, de 54 años, como primer ministro. El tercer Gobierno Mauroy es un Gabinete de guerra económico de tendencia aparentemente socialdemócrata, formado por catorce ministros, contra los 34 del anterior. Los cuatro ministros comunístas han quedado reducidos a dos. Jacques Delors, ministro de Finanzas, lo será también de Economía y Hacienda y queda confirmado como el hombre fuerte de la nueva etapa del socialismo a la francesa.Todos los grandes ministerios mantienen sus titulares, lo que unido a la permanencia del jefe de Gobierno, confirma la continuidad, e incluso el refórzainiento, de una política económica de austeridad y rigor de la que hoy se conocerán las líneas maestras. La oposición ha reaccionado negativamente.
Anoche, después de una semana de rumores, Mauroy presentó su dimisión al presidente de la República, quien, acto seguido, le nombró de nuevo primer ministro. La noticia sorprendió en algunos medios, pero lo cierto es que al cabo de una semana de confusión ya nadie sabía sí Mitterrand tenía escondida una bomba política o si simplemente encontraba dificultades para dar satisfacción a todos los componentes de su mayoría.
A primera vista, Mauroy inspira reticencias de cara a su acción futura. Durante la reciente campaña para las elecciones municipales repitió que "yo nunca será el primer ministro de la tercera devaluación" y aseguró a los franceses que "lo peor de la crisis económica ya ha quedado atras". En estas condiciones se esperaba de Mitterrand una iniciativa capaz de crear un clima psicológico nuevo.
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Continuidad, moderación y drástica reducción de carteras, principales características del nuevo Gobierno de Mauroy
Viene de la primera páginaEn los medios oficiosos de París se subrayan las ventajas que ofrece la continuación de Mauroy como primer ministro. En esos círculos se destaca que el jefe del Gobierno es el hombre mejor aceptado por todas las corrientes de izquierda que integran la mayoría gubernamental. Él es el líder en el que confían los comunistas. A última hora de anoche el problema de la participación de los comunistas en el Gobierno dio lugar a cerradas discusiones entre el primer ministro y el líder del Partido Comunista Francés (PCF), George Marchais, al que acompañaba el ministro de Transportes, Charles Fiterman. Mauroy, estiman los círculos citados, es quien mejor puede facilitar la digestión de una mayor austeridad a la izquierda que, por razones contrarias, votó a Mitterrand en 1981.
Los principales ministros
Los ministros principales del Gabinete anterior fueron confirmados ayer en sus puestos, salvo el titular de Industria, Jean Pierre Chevenement, que, según se supo anoche, había presentado ya su dimisión el pasado día dos "por desacuerdo con la acción gubernamental". Parece ser que se le ofrecieron otras carteras en el nuevo Gabinete, pero no las aceptó. Han desaparecido los ministros de Estado y en la nueva jerarquía, Delors, ministro de Economía, Finanzas y Hacienda, figura en primer lugar.
El delorismo económico y social de tendencia socialdemócrata se perfila como el factor determinante de la nueva gestión económica de los socialistas. En segundo lugar, aparece Pierre Beregovoy, que a su ministerio de Asuntos Sociales suma las carteras de Trabajo y de Empleo. Gaston Deferre sigue en Interior, Robert Badinter en Justicia, el comunista Fiterman en Transportes, Claude Cheysson en Relaciones Exteriores y Charles Hernu mantiene su cartera de Defensa.
Cuatro ministros del anterior Gabinete cambian de cartera, Michel Rocard, que se ocupaba del Plan ha sido nombrado ministro de Agricultura. El hecho es de subrayar porque, desde la victoria de los socialistas, en 1981, el hombre que se atrevió a desafiar a Mitterrand calificándole de arcaico y postulando a la presidencia de la República, había sido arrinconado y su trabajo de reflexión lo matenía al margen del desgaste de la acción cotidiana. Ahora podrá tomar parte activa en las decisiones importantes.
Un puesto clave
Laurent Fabius, un joven de 36 años, fiel a Mitterrand, ex ministro de Hacienda, se hace cargo de la cartera de Investigación e Idustria, puesto clave para el futuro de Francia. Edith Cresson, la ex ministra de Agricultura, es ahora titular de Comercio Exterior y Turismo, y Michel Crepeau, abandona el ministerio del Entorno para ser titular del de Comercio.
El ministro comunista de la Formación Profesional, Marcel Rigout, permanece en su puesto, igual que el de Urbanismo, Roger Quilliot.
Han desaparecido los dos ministerios ligados más directamente a los medios de comunicación, el de Cultura, del que era titular Jacques Lang, y el de Comunicación, con Georges Filloud al frente.
Pero en los próximos días se cono cerán los denominados ministros delegados y los secretarios de Estado. La comunicación concretamente podría ser absorvida por el que desde ayer es el nuevo secretario de Estado y portavoz del Gobierno, el escritor Max Gallo, autor de una historia de España.
Globalmente el abandono del Gabinete de dos ministros comunistas y la salida de Chevenement, líder del ala de izquierda del Partido Socialista, sumadas al talante negociador y moderado de los dos superministros, Delors y Beregovoy, son datos que caracterizan la linea política de este segundo acto decisivo del socialismo a la francesa.
Críticas de la oposición
La oposición con servadora-liberal consideró anoche que la permanencia de Mauroy "tras su fracaso económico" es un desprecio a la mitad de Francia que no ha votado por la izquierda".
Los acuerdos monetarios de Bruselas, que supusieron la devaluación del franco, son valorados por la oposición como una humillación. Todos se congratulan de que Francia se mantenga en el interior del Sistema Monetario Europeo, pero el hecho de que la opción proteccionista haya dado lugar a maniobras y luchas, que aún no se dan por concluidas, ha perjudicado la imagen de Mitterrand. Hasta las próximas elecciones Mitterrand cuenta con trea años sin otros comicios importantes en el plano interior.
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