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Los intereses españoles se volear volcarán en el Magreb durante las próximas dos semanas

El Gobierno socialista intentará en las próximas dos semanas recuperar el tiempo perdido por España desde que en 1975 se abandonó, a la desesperada, una zona del mundo vecino que era vital para sus intereses y para la estabilidad de su política exterior: el Magreb. "La falsa solución de los Acuerdos de Madrid, en 1975, lejos de clarificar la relación con Marruecos, esencial para España, ha condicionado nuestra acción, no ya en el Magreb, sino en el mismo Marruecos", escribió el actual ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, a mediados de 1982.

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Desde su llegada al poder en diciembre pasado, el Gobierno de Felipe González ha dejado claro que es conocedor y consciente de las dificultades para rehacer esa ausencia de política norteafricana, pero al mismo tiempo y en esto no han sido ajenos los consejos franceses y norteamericanos, está convencido de que "del buen encauzamiento de esa acción depende la viabilidad de una dimensión esencial de nuestra propia situación internacional general, la mediterránea", afirma Fernando Morán.En los primeros cien días de su Gobierno, Felipe González ha dirigido sus contactos, en gran parte personales, y los de su vicepresidente, Alfonso Guerra, hacia esa zona, y en los próximos doce días ambos políticos actuarán directamente sobre el terreno. Alfonso Guerra visitará Argel a partir del martes y el presidente González hará los mismo en Marruecos, los días 28 y 29 de este mes. Tampoco se oculta que los socialistas se han beneficiado de dos desarrollos que ya empezaban a estar maduros en el momento en que asumen el poder en octubre pasado: el acercamiento argelino-marroquí y la disponibilidad cada vez mayor del rey Hassan II, acuciado por una guerra de desgaste en el Sáhara y una práctica situación de bancarrota económica en su país, para cumplir con el mandato de referéndum en los territorios de la antigua colonia española.

Por sólo acudir a las circunstancias históricas más recientes en la compleja situación norteafricana, hay que señalar que todos los Gobiernos españoles de la democracia han coincidido en considerar como un error la firma en Madrid, en noviembre de 1975, del acuerdo tripartito, con Marruecos y Mauritania, por el que se entrega a una población y a un territorio a dos naciones: una, Marruecos, más poderosa que la otra, y que en agosto de 1979 acaba logrando, con la renuncia mauritana a sus derechos, el quedarse con una descolonización inacabada.

Frente a la situación heredada, el primer Gobierno de la Monarquía adopta una posición muy en congruencia con la táctica reforma/ruptura: no se denuncian los Acuerdos de Madrid, pero se define su alcance supeditando la descolonización del territorio a la realización de una verdadera autodeterminación, conforme a los principios de la ONU. Paralelamente, los socialistas, en la oposición, no dejan de considerar nulos y vacíos de contenido esos acuerdos, hacen una política de acercamiento a Argelia, e incluso firman acuerdos con el Frente Polisario en 1976, apoyando la lucha del pueblo saharaui y reconociendo la creación de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD).

Los socialistas matizan

Con la llegada al Gobierno, los socialistas se ven obligados a matizar su apoyo anterior al Polisario en sus primeras declaraciones públicas sobre el tema, después de que EL PAÍS (véase 10 de marzo) informara de las presiones del Frente Polisario en favor de una clarificación de la política española en el Sáhara. En su segunda conferencia de prensa, hace unas semanas, el presidente Felipe González reconoce que se ha producido un cierto enfriamiento en las relaciones con la RASD, e incluso ni siquiera se menciona el reconocimiento, ahora como Gobierno, de la citada República en el exilio.Por su parte, el ministro Morán define la postura del nuevo Gobierno diciendo que en el tema del Sáhara, España "defiende los intereses del país bien entendidos y está porque el pueblo saharaui pueda definir su futuro y que el proceso en curso conduzca a una solución política".

Aunque la Moncloa y el Ministerio de Asuntos Exteriores mantienen una gran reserva, fuentes en la Administración consultadas por este periódico coinciden en que la ofensiva política y diplomática respecto del Magreb por parte del nuevo Gobierno está sustentada en dos perspectivas a medio plazo: la reanudación de relaciones entre Rabat y Argel y la aceptación por Marruecos de las modalidades de referéndum en el Sáhara previstas por el Comité ad hoc de la Conferencia de Nairobi de la Organización para la Unidad Africana (OUA).

El rey Hassan de Marruecos y el Presidente Chadli Benyedid de Argelia se han entrevistado en una ocasión en las últimas semanas; el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta, entregó a Benyedid, el miércoles 16, un mensaje del rey, y el presidente argelino se entrevistó el lunes día 14 con el secretario general del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz. Los dos obstáculos para la consulta popular -la negociación de un alto del fuego y la no admisión de la RASD en la OUA- están más cerca de una solución, según los observadores, debido a la postura más pragmática de Benyedid que la seguida por su antecesor Huari Bumedian.

Hassan desea negociar el alto el fuego con Argelia y no con el Frente Polisario, aunque es posible que se cree una comisión mixta argelino-saharaui. La próxima cumbre de la OUA, en junio en Etiopía, no tendría que pronunciarse sobre la admisión de la RASD si el referéndum ha resuelto ya el status del territorio. El presidente Felipe González parece tener información optimista sobre un arreglo sobre estas bases y se atrevió a anticipar en su última conferencia de prensa la fecha de un mes para que se conocieran estos acontecimientos.

En medios diplomáticos marroquíes se ha acogido muy favorablemente la actitud del presidente del Gobierno español, por lo que el próximo viaje de Felipe González supondrá una ocasión importante para que España inicie una nueva etapa.

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