Sesientenco
A los cien días de la cosa, Fraga cogió su fusil (paráfrasis cinematográfica que se inventó uno antes que nadie), y empezó a disparar a las avutardas. Fraga estuvo caótico/cataclismático, pero lo más peor es que le salieron otras mil derechas simultáneas o sucesivas, " sieteduermiente s de las postrimerías", olvidando que don Manuel está embalsamado como jefe de la leal oposición. Es que es, oyes, que es que no le dejaban hablar. Sesientenco.No respetan los privilegios inversos de Fraga, no respetan su beatificación ni su chófer, son anticonstitucionales, en el trullo tenían que estar todos. Además de fuera del Gobierno, lo que están es '"fuera de la ley", como el Gobierno mismo. Lo malo, don Manuel -ay, don Manuel- es que Oscar Alzaga, chupando rueda a la rueda de Prensa de usted, hizo una cosa más ordenada, más aparencial, más "europea", como dicen ahora los dependientes para vendernos un paño de Béjar, y hasta nos dieron a los chicos/carrozas de la press un dossier, al final, que es cosa que siempre conforta y le deja al reportero de calle que es uno con la sensación de haber trabajado, cosa que usted, don Manuel, con sus chistes de revistón de Celia Gámez, no deja. Lo mismo con Cugat, el hombre, "el único aventurero español de nivel internacional", como me decía un tronco, y que presentaba sus dibujos y caricaturas en el Club Financiero Génova, y que estaba solo, con sus calcetinitos burdeos, respondiendo a improbables reporteros. Se empieza dirigiendo una orquesta en Hollywood, con cuarenta pianos, don Manuel, y se acaba en un guateque carrocísimo imponente. Ya ve. Francisco Fernández Ordóñez, en cambio, se lo montó mejor, la misma tarde, en su nuevo Banco Exterior, de Castellana, que nos daba prospecto a los acanallados, con reproducción de Riberas, Morales más o menos divinos y Goyas gitanos y legítimos. Allí estaba todo el personal, desde el maestro Laín hasta Camino Vela, perfil de cuento, cómo lo ve, don Manuel. Sesientenco. Los cruzados de su causa, don Manuel, los gerifaltes de su antaño, los que han tomado el resplandor de su hoguera, no se sentaban ayer tarde, don Manuel, e hicieron-declaraciones escalonadas, embarullando así las embarulladas declaraciones de usted. El último, aquí en Madrid, o sea, don Pedro Schwartz, economista progrediente que usa pelo rizoso y ordenado, con ramalazo blanco en la raíz, orejas un poco despegadas, ojos claros, boca sin labio, ademán impasible y corbata de cuadritos:
-Felipe González desprecia al Parlamento.
Toma ya. Por la noche, la Guía del Ocio nos daba a los ociosos una buena película policiaca de un novísimo que encima se llama José Zorilla, y allí estaba Pedro Almodóvar a recoger su premio, vestido de liqui-liqui/cheli, y algunos pelos crespos y punkis que le gritaban "eres la más guapa". De entre los demás premiados sólo vi a Anabelén (la amo/la amo), aunque ella ya ni ve me, de tan visto que me tiene. Contra punkis, Fragas, Almodóvares, almogárabes, Alzagas, infrarrojos, Pacordófioces, Riberas y Pacoyogas, contra Cugatis y periféricos, don Pedro hizo su movida, que a eso iba/venía: "A Felipe González le molesta la crítica, y por eso sólo hace declaraciones a los periodistas". Lo cual, que los periodistas no -son críticos, a lo que veo.
Don Pedro es secretario gene- ral de la Unión Liberal, cosa que se ha ido a la derecha de la dere cha de Garrigues-Walker, y des de tales lontananzas le echa el lazo vaquero (él es muy USA/ Hondo Sur) a Felipe González, lo cual que me parece bi ' en, está en su sitio, pero esta multipari dad de las leales oposiciones está perjudicando mucho a la Oposi ción, que hoy es Fraga, por ma yoría. Tiran contra Felipe y dan al jefe. Sesientenco. Los ciendías han servido para probar, mayor mente, que don Manuel es líder de la nada. Y prosigue y progresa el progrediente don Pedro: "Feli pe González se cree presidente de Estados Unidos". Ante tales paridas, Fraga tendría que decir a sus derechas: "Dejaime solo". Como un matador antiguo, dese perado y fondón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.