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La segunda ronda de las elecciones municipales francesas influirá desivamente en la política del Gobierno

Este domingo concluyen las elecciones municipales francesas con el voto de la segunda ronda, que limitará o ampliará la derrota de la Izquierda gobernante en la primera vuelta de los comicios, celebrada el domingo pasado. Los franceses elegirán así sus 37.000 alcaldes por un período de seis años, pero el resultado, como consecuencia de la politización nacional de la campaña, infIuirá en la política social y económica del Gobierno de Mitterrand.

El aumento o descenso del porcentaje de abstencionistas decidirá el éxito o el fracaso de los socialistas y la suerte del franco, que según insistentes rumores podría ser devaluado esta misma noche, así como la magnitud de la previsible remodelación, tras los resultados del Gobierno. Sesenta duelos, entre la derecha y la izquierda, en las grandes ciudades, decidirán todo.¿Fueron los abstencionistas quienes, el pasado día 6, le ofrecieron a la derecha su victoria en la primera ronda de las elecciones? Hasta hoy por la noche, cuando los institutos de opinión adelanten las estimaciones del voto definitivo, los franceses no acabarán de discutir sobre la cuestión. Los comunistas y socialistas, que integran la mayoría gubernamental, han apurado esta tesis, que les ha permitido alimentar la esperanza del llamado pueblo de la izquierda.

Los diversos estudios sociológicos no señalan que esa reserva de abstencionistas sea importante, aunque en algunas ciudades concretas, como Marsella, que es el polo de atracción de todo el país, se ajusta más a la realidad. Y puede, en consecuencia, decidir el resultado, si los referidos abstencionistas se arrepienten.

En cualquier caso, contando las dieciséis ciudades con más de 30.000 habitantes que ganó la derecha el domingo pasado, se da como probable que la izquierda pierda, en total, unas treinta de la misma talla en el mejor de los casos. Esta derrota sería, más o menos explicable. Todo lo que exceda esa cifra será contabilizado como fracaso de mayor o menor calibre, o como desastre total si la derecha recuperase las sesenta grandes ciudades que perdió en las municipales de 1977.

Tres ministros clave

Esta valoración no es la única. La envergadura política de algunos de los diez ministros participantes en la batalla electoral de la segunda vuelta puede modificar el signficado del balance global; la victoria o la derrota del ministro del Interior y de la Descentralización, Gaston Defferre, en Marsella, tendrá un impacto nacional sin comparación posible con ningún otro resultado.Otros tres ministros clave del actual Gobierno francés representan un valor añadido respecto a la simple contabilidad de los sufragios. En primer lugar, el ministro de Economía, Jacques Delors, que se presenta como candidato en la barriada parisiense de Clichy. El ministro de Industria, Jean Pierre Chevenement, en la ciudad de Belfort, y el titular de la cartera de Asuntos Sociales, Pierre Beregovov, en Nevers.

Estos tres ministros se encuentran en situación no fácil frente a los respectivos candidatos de la derecha. Su posible victoria, como su posible derrota, pesarán moral y prácticamente a la hora de las cuentas.

Delors es el ministro depositario de la confianza de los medios económicos internacionales, dada la valoración política de este escrutinio, y su derrota pondría en un trance incómodo a Mitterrand a la hora de remodelar el Gobierno. Delors, como Chevenement y Beregovov, además de sus ministerios estratégicos, acumulan dimensiones de posibles futuros primeros ministros.

Las abstenciones de la Izquierda

El caso de Marsella (ver la última página de este periódico) es el más espectacular del voto que se celebrará hoy. Y ello por la talla nacional del alcalde saliente, Defferre. Porque Marsella es la segunda ciudad francesa y, de las tres grandes (París y Lyon son las otras dos), es la única que podría seguir en manos de la izquierda, y también porque es la región socialista de la que el viejo león es el líder desde hace casi medio siglo. Representa en Francia toda una tradición.Aritméticamente, Defferre se da como perdedor. Pero en Marsella las abstenciones de la izquierda son un hecho cierto, y son las que pudieran salvarlo frente a su rival, el giscardiano Jean Claude Gaudin.

Con pasión en todo el país se espera la última palabra de los votantes. Y con expectación real se espera lo que desde mañana, a partir de la advertencia de los franceses, puede decir el presidente de la República. En el piano político, Mitterrand puede decidir un cambio de Gobierno. En el económico, invitando a los franceses a apretarse más el cinturón para absorber el astronómico desequilibrio del comercio exterior (93.000 millones de francos).

Y naturalmente, cada cual se pregunta por la fecha de devaluación del franco y por la suerte que le espera al primer ministro, Mauroy, que en su alcaldía de Lille tampoco se le presentan fáciles las cosas, pero se cree que va a conservar su puesto de edil número uno de la ciudad.

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