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Donald MacLean, un 'gentleman' que trabajó para el espionaje soviético

Solo, abandonado por su familia, Donald MacLean -coprotagonista de una de las más apasionantes historias de espionaje- falleció el pasado 6 de marzo en su casa de Moscú, según confirmó ayer por la mañana un portavoz del Instituto Soviético para el Estudio de la Economía Mundial y las Relaciones Internacionales en el que trabajó durante los últimos años de su vida. Ayer tarde su cadáver fue incinerado, después de una breve ceremonia fúnebre. Acababa así la vida de un hombre que, hasta su último día, siguió vistiendo y viviendo como un tradicional caballero inglés, aunque fumara los más baratos cigarrillos soviéticos y hablara ruso sin ningún acento.

Donald MacLean, 69 años, estuvo internado seis semanas en una clínica moscovita al final del año pasado. Al parecer, padecía una enfermedad de riñón que no le pudo ser curada. Desde el pasado mes de diciembre, la dolencia le impedía abandonar su apartamento de Moscú: en el quinto piso de un edificio de piedra gris, situado a la orilla del río y a unos tres kilómetros del Kremlin.McLean, acompañado del también espía británico Guy Burguess -falleció en 1964-, huyó de el Reino Unido hacia la URSS en 1951, poco antes de que los servicios secretos norteamericanos e ingleses se dispusieran a interrogarlo. Desde, al menos, 1936, ambos habían pasado al Kremlin un importante número de informaciones de primera, mano a las que tenían acceso por su trabajo en el Foreign Office.

El tercer hombre, el también diplomático M Philby, hoy único superviviente del grupo, huyó también hacia Moscú en 1963.-Un cuarto hombre, Anthony Biunt asesor artístico de la reina de Inglaterra hasta 1979, fue descubierto años más tarde, aunque Blunt prefirió confesar su pasado de espía y continuó con su trabajo en palacio hasta que la noticia saltó a los medios de comunicación.

Hijo de un ministro liberal, Donald MacLean recibió una educación de élite. Fue en la Universidad de Cambridge, durante los años treinta, cuando conoció a Blunt y Burgess formando un grupo que se autodenominaba los apóstoles, que pretendía ser la vanguardia intelectual de la revolución comunista.

Kim Philby estudiaba también en Cambridge durante esos años y se supone que fue entonces cuando todos ellos fueron reclutados por los servicios secretos soviéticos. Después de acabar sus estudios, McLean fue empleado por el Foreign Office, para el que trabajó en las embajadas británicas en París y Washington. En la capital norteamericana tuvo acceso a altos secretos relacionados con la energía nuclear.

Un pequeño paréntesis de seis meses en El Cairo precedió su vuelta a Londres, donde encabezó el Departamento de Asuntos Americanos del Foreign Offlice, puesto clave por aquel entonces, ya que un año antes -en 1949- se había creado la OTAN.

Su mujer, Melinda, de nacionalidad estadounidense, fue a reunirse con Donald MacLean en Moscú, acompañada de sus tres hijos. Posteriormente, Melinda decidió separarse de MacLean y fue a vivir con Kim Plifiby, para más tarde, regresar a su país.

Durante muchos años, McLean vivió en Moscú con una hija y una nieta, quienes, hace dos años decidieron regresar también as Occidente. Hace poco meses, su hermano Allan vino a visitarle, encontrándose ambos de nuevo por primera ves desde 1951.

MacLean accedió -a la nacionalidad soviética nada más huir a Rusia, hace 32 años, y trabajó como analista de la política británica en un instituto de Moscú. También publicaba artículo -con seudónimo- en alguna publicación especializada. La soledad y la vejez no le hicieron abdicar de su pasado, pero algunas personas cercanas a él afirman que, durante los últimos años, se sentía un tanto decepcionado por el comunismo soviético y manifestaba interés por el eurocomunismo.

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