El presidente panameño pide al Papa que interceda en los conflictos centroamericanos
El presidente panameño, Ricardo de la Espriella, acogió ayer al papa Juan Pablo II a su llegada a Panamá diciendo que los panameños experimentan cada día mayor dolor por los conflictos que afligen a Centroamérica y ante los cuales "ningún hombre con sentido de la justicia puede permanecer indiferente". Por su parte, el Papa afimó que el campesinado centroamericano es víctima del abandono y de las desigualdades, le pidió renunciar a la violencia y condenó el divorcio, la esterilización, la anticoncepción y el aborto.
De la Espriella expresó el deseo de que el viaje del Papa "conmueva corazón endurecido de quienes recurren a la violencia y a la injusticia para imponer su voluntad" y de que "las distintas partes enfrentadas en los conflictos centroamericanos acepten la propuesta del diálogo y de la conciliación".Juan Pablo II, en un mensaje enviado desde Panamá a los campesinos centroamericanos, señaló que "el desarrollo económico y social ha sido desigual en América Central" y que la población campesina ha sido abandonada, llevando un infame nivel de vida, "y ha sido con frecuencia tratada y explotada duramente."
Precedentemente, en la homilía de la misa que ofició ayer ante cientos de miles de panameños, el Papa dedicó sus palabras al matrimonio, a la familia católica y a la moral de las parejas cristianas. Bajo un sol abrasador, y después de subrayar que la alianza matrimonial es un proyecto divino y "confiado a la frágil libertad humana", el Papa recordó: "Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre".
Según el Papa, "no puede, no debe separar la autoridad civil lo que Dios ha sellado. No deben ni pueden separarlo los cónyuges cristianos, que ante el altar han contraído una alianza irrevocable".
Durante la reunión que mantuvo anteayer con la Junta del Gobierno sandinista, el Papa insistió en que su viaje tiene una finalidad "eminentemente religiosa".
Por primera vez desde el inicio de su pontificado, hace casi cinco años, el Papa fue violentamente contestado el viernes cuando celebraba una misa en Managua. "Poder popular", gritaron algunas decenas de miles de fieles "Silencio" debió gritar Juan Pablo II en nueve ocasiones para poder proseguir su sermón.
Páginas 2 y 3
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