Comienza en Italia la carrera para hacerse con los restos del impeno editorial Rizzoli
Destronados ignominiosamente los reyes del imperio Rizzoli, la empresa editorial más poderosa de Italia, que controlaba el 30% de todas las publicaciones, el problema ahora es quién va a hacerse cargo del muerto, con un pasivo de miles, de millones de pesetas. Y sobre todo a (quién va a ir a parar el diario más importante de este país, Corriere della Sera, hasta ahora controlado por los Rizzoli.
Pero en este caso se trata de un muerto que despierta muchos apetitos. En realidad, ahora se abre una dura batalla para adueñarse del periódico con el que durante tantos años se ha identificado la historia de la Italia laica y moderna, como ha afirmado Giovanni Spadolini, secretario del Partido Republicano, ex director de Corriere della Sera y ex jefe de Gobierno.Ya desde hace tiempo existía una lucha sorda entre las fuerzas políticas, sobre todo entre democristianos y socialistas, para controlar Corriere della Sera, y los comunistas acaban de pedir que la operación de compraventa del diario milanés se haga con luz y taquígrafos, que se garantice públicamente el pluralismo del mayor periódico del país y, con él, el de los otros diarios que controla Rizzoli, que suponen el 25% de todo el país.
El primer problema ahora es el de resolver el déficit que ha producido la quiebra de los propietarios del grupo Rizzoli, que han acabado en la cárcel. La solución ideal que desearían quienes han puesto ya los ojos en el grupo editorial en crisis es el de declararlo en quiebra forzosa. De este modo se podría llevar a cabo toda una reestructuración de la imponente cantidad de personal, comprarlo por poco dinero y abrir Corriere della Sera. Las otras soluciones son la del simple cambio de los consejeros de administración encarcelados o bien la de entregar la gestión a un comisario judicial.
Mientras se inicia el baile para la conquista del gran imperio desmoronado, la gente de la calle se pregunta cómo es posible que el más importante grupo editorial del país, con fama en todo el mundo, haya podido acabar tan bajo. Los observadores examinan ahora la historia triste y bochornosa de la caída de la patriarcal familia Rizzoli, y todos coinciden en que lo que le ha dado el golpe de gracia fue, precisamente, la compra de Corriere della Sera, cuatro años después de la muerte de Angelo Rizzoli, el gran patriarca de la familia, el genk) editorial que murió con el sueño de fundar el diario Oggi.
Para comprar Corriere della Sera, los hijos de Rizzoli tuvieron que empeñarse hasta las cejas, en más de 8.000 millones de pesetas, millones que intentaron conseguir mediante todo tipo de préstamos bancarios y jugadas políticas.
A una primera etapa del Corriere della Sera favorable a la política del compromiso histórico propugnada por los comunistas siguió otra conservadora, tutelada por el ala la Democracia Cristiana más hostil al partido comunista, para poder asegurarse las ayudas del Estado y la benevolencia de la banca.
Pero el déficit crecía y el ansia de comprar y controlar nuevos diarios no disminuía en los Rizzoli ni en el nuevo cerebro empresarial que habían conquistado, Bruno Tassan Din, que acabó siendo el consejero delegado del grupo y que ha sido también encarcelado.
Cuando el grupo -en parte, por operaciones demasiado ligeras; en parte, por el despilfarro de sus propietarios- se vio con el agua al cuello, se echó en brazos de Licio Gelli, el fundador de la logia masónica P-2 y, a través de él, en los de Roberto Calvi, que era entonces el presidente del Banco Ambrosiano., En manos de Calvi acabó el 40% de las acciones de Corriere della Sera, que después cedió al IOR, el banco del Vaticano, y que más tarde volvió a rescatar.
Así, la dirección del imperio Rizzoli acabó en la logia de Licio Gelli, y, al mismo tiempo, prisionera de los juegos sucios de poder que se iban tramando en el famoso golpe blanco que preparaba Gelli con el ex presidente de la República Giovanni Leone, más tarde obligado a dimitir.
Así pues, la familia Rizzoli había demostrado al mundo que poseía un gran genio para producir y vender libros, pero cuando la ambición les llevó a querer apoderarse de los diarios y, a través de ellos, querer controlar el poder político, el genio entró en crisis y la ambición acabó arrodillándose ante todos los chantajes de las diversas fuerzas políticas públicas u ocultas.
Ahora lo que se intenta es que todo ese gran material humano de profesionalidad que trabaja en el grupo no tenga que pagar las consecuencias de los juegos sucios de sus dueños. También, que los nuevos propietarios que lleguen para resucitar al Corriere aseguren a los miles de trabajadores del grupo Rizzoli el puesto de trabajo y la autonomía profesional.
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