Haro Tecglen y José Ruibal
Como dramaturgo, me alegra que por primera vez Haro Tecglen dé a su crítica el nombre que le venía correspondiendo desde hace tiempo: Frustración. Cuando titula de este modo su crítica a la obra de José Ruibal El hombre y la mosca está calificando sin duda su propia labor en ese diario, lo cual equivale a un reconocimiento público y loable de lo que ya desde hace tiempo veníamos intuyendo: su visión del teatro es "plana, insuficiente, no da de sí... teatralmente pobre". Crítica frustrada.La obra de Ruibal está repleta de símbolos, alegorías y fantasía, cuidadosamente construida para demostrar un vano intento, una contradicción institucionalizada. Relacionar, como hace Haro Tecglen, el tema de la obra con una profecía del desarrollo sucesorio en España es no entender la obra. La escritura de Ruibal, como la de otros dramaturgos españoles, no trata de retratar la realidad, sino de hacer una síntesis poética.
Los personajes de la obra no son dictadores con nombres y apellidos, sino un compendio de elementos, de símbolos, de imágenes con proyección universal.
Si Haro Tecglen opina que el teatro debe comulgar con la realidad diaria, se ha quedado sólo con una parte del teatro. Y además no del mejor. Y como ocurre que esta obra no camina por el retratismo, confundirla con la pasada situación española es, en el mejor de los casos, poner a hervir posibles obsesiones personales en la olla ajena y confundir el paladar de todos, que es como creer que cuando se habla de equitación nombran a nuestra burra o no entender la geografía del mundo más allá de nuestra calle. /
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.