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"No quiero de ETA explicaciones, quiero que dejen de matar" afirma el herido en el atentado de Tolosa

El atentado que costó la vida el pasado sábado en Tolosa a Patricia Llanillos Borbolla y causó graves heridas a su marido, José Luis Alonso Alvarez, empleado de la agencia de investigación Detectives Ortiz, ha sido fruto de un nuevo error de las organizaciones terroristas, según se desprende de las informaciones recogidas ayer por este diario. Tales informaciones permiten sostener la tesis de que los autores del atentado confundieron a José Luis Alonso con un funcionario policial en tareas de vigilancia. El propio herido afirmó ayer compartir esta explicación en declaraciones efectuadas a EL PAIS desde la clínica La Asunción, de Tolosa, donde convalece.

Contraído por el dolor que le producen sus heridas en el pecho y aturdido todavía por la noticia de la muerte de su mujer, el detective ha manifestado que desde la víspera del atentado trabajaba en Tolosa preparando un informe sobre lo que parecía ser un caso de absentismo laboral. La persona cuyo comportamiento investigaba se encuentra de baja desde hace tiempo y, al parecer, según han manifestado otras fuentes, forma parte de la comisión popular de fiestas de Tolosa. El viernes y sábado últimos, José Luis Alonso permaneció vigilando desde el interior de su coche el portal de una casa de cinco pisos en la que reside el protagonista de la supuesta baja fingida.La presencia del investigador no pasó, al parecer, desapercibida para los miembros de ETA, que improvisaron el atentado sin comprobar la personalidad de José Luis Alonso, un hombre que entró a trabajar en la empresa Detectives Ortiz a primeros del mes pasado, tras haber permanecido cuatro años en paro. Anteriormente, fue delegado de la firma farmaceútica Delagranje, trabajo que abandonó para fundar, junto con varios amigos, una empresa de litografía que fracasó económicamente. En los cuatro años de paro, José Luis Alonso, que políticamente se auto define como un hombre de izquierdas y votante, al igual que su mujer, de Euskadiko Ezkerra, desarrolló eventualmente algunos trabajos, como la venta de miniordenadores, ocupación para la que, previamente, llevó a cabo estudios específicos.

¡Que me importa conservar la vida!

El herido ha relatado así el atentado: "Mi mujer había venido a hacerme compañía y estábamos en el coche hablando y escuchando la radio. Acabábamos de tomarnos unos cafés y unos bocadillos en un bar cercano. Yo no me di cuenta de nada, hasta que sonaron las primeras ráfagas. Entonces, los vi a través del cristal astillado. Eran dos o tres y disparaban como locos. Lo tengo grabado en la cabeza: uno disparaba con una metralleta y otro, creo que con una escopeta de caza, porque del arma salieron dos fogonazos. Me parece que fue entonces cuando me hirieron. Estaba nevando y había un fuerte olor a pólvora negra y azufre. Cuando se fueron miré a mi mujer, que permanecía recostada y no se movía. Salí del coche gritando a la gente que se diera prisa, que llamaran por teléfono a una ambulancia. Notaba que tenía el brazo roto, volví al coche y perdí el conocimiento".José Luis Alonso afirma que durante los dos días que ha permanecido vigilando en el mismo lugar desde el interior de su vehículo, se ha sentido observado por algunas personas. "No", señala, "no he estado preguntando por los bares sobre el comportamiento de la persona que tenía que vigilar; sólo cuando se me despistaba iba a los lugares que suele frecuentar, haciéndome pasar por un viejo amigo suyo, pero diciendo que no recordaba su nombre". Algunas personas propagaron la noche del sábado en Tolosa el rumor de que el herido era un guardia civil, "de los que torturan". La policía está convencida de que los autores del atentado viven en Tolosa y son los mismos que han llevado a cabo otras acciones terroristas contra miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Antes de hacerse cargo del caso en el que trabajaba, José Luis Alonso se dedicó a la elaboración de informes comerciales, además de intervenir en un asunto de supuesta infidelidad conyugal. Apenado por la muerte de su esposa, el herido repetía ayer que no le importa morir: "Si lo he perdido todo, y he perdido a mi mujer, qué me importa ya conservar la vida. No quiero de ETA ni explicaciones ni disculpas; quiero que dejen de matar y que la sangre de mi mujer y la mía sea la última que se derrame en Euskadi. Soy donostiarra, me siento profundamente vasco y comprendo muy bien lo que nuestro pueblo ha sufrido años atrás, pero", señala José Luis Alonso, "no es lícito que se mate tan impunemente como se está haciendo. Esa gente", añadió con voz crispada, "está destrozándonos y, encima, se enorgullecen de ello".

Escenas emotivas en el funeral

El funeral por Patricia Llanillos Borbolla tuvo lugar ayer al mediodía en la iglesia de San José, en San Sebastián, una hora después de que su cuerpo fuera enterrado en el cementerio del barrio de Alza. Durante la ceremonia, la madre y hermanas de la víctima sufrieron sendos ataques y hubieron de ser atendidas por un médico. La tensión y las lágrimas contagiaron a parte de los asistentes al funeral y a algunos niños, familiares de la víctima, provocando escenas altamente emotivas. Entre el centenar de asistentes al funeral, que no había sido anunciado públicamente, se encontraba el delegado del Gobierno central en el País Vasco, Ramón Jaúregui, el presidente de la Diputación guipuzcoana, Xabier Aizarna, el alcalde la ciudad, Luis María Alcain, diputados y senadores del PSE-PSOE y un grupo de niños, compañeros del colegio de Patricia, hija de la víctima.

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