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La erosión del poder adquisitivo de las familias con rentas más bajas fue inferior a la prevista durante 1982

La desaceleración de los precios alimenticios a partir del otoño ha impedido que durante 1982, por primera vez en los últimos años, las clases con menores ingresos vieran seriamente deteriorado su poder adquisitivo, a juzgar por el desglose de subidas de precio que acaba de calcular el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Los fuertes aumentos en productos de amplio consumo popular, que llegaron al ciento por ciento en algún caso, han provocado que la media mensual del índice de precios al consumo haya sido del 14,4%, cuatro décimas superior al 14%, acumulado en los doce meses.A partir del mes de septiembre, los precios de alimentación, cuya incidencia supone casi la mitad de todo el índice general, iniciaron un descenso, que ha rebajado su tasa de crecimiento anual desde el 20% del verano a un 13,1% al terminar el año. Según la información desagregada que elabora el Instituto Nacional de Estadística después de publicar sus índices mensuales, y que aparece recogida en el cuadro adjunto, doce de los veinticinco productos del renglón alimenticio terminaron diciembre por encima de la media anual de dicho renglón. En junio eran dieciocho los productos con crecimiento superior al 13,1% durante los últimos doce meses, y de ellos las patatas estaban en el 159%, y el pollo, en el 40,8%.

Tan fuertes elevaciones en productos de gran consumo popular (el cerdo, que cuesta la mitad del vacuno, crecía al 26%, y las hortalizas, casi al 30%) hicieron temer un fuerte deterioro en el poder adquisitivo de los hogares con rentas más bajas. Por entonces, las expectativas de inflación de los principales agentes económicos se habían desatado y diversos servicios de estudios vaticinaban en verano un 16% de aumento de precios, apoyados también en el encarecimiento de importaciones como consecuencia de una depreciación de la peseta próxima al 20% durante los meses transcurridos del año.

Los precios de la alimentación habían sido otros años fuente de los recortes en la tasa de inflación, pero el mal año agrícola anterior animaba ahora las subidas.

En uno de los pocos estudios publicados en España sobre la capacidad de compra bajo indiciación de rentas (de Antonio Abadía, publicado en la Fundación del Instituto Nacional de Industria), se había dicho que entre 1977 y 1981 mejoró paulatinamente el poder adquisitivo de las capas con menores rentas, mientras que en las de mayores la estructura de precios y consumos indicaba que se llegaba a perder capacidad de compra. El fenómeno se basaba principalmente en la incidencia de las elevaciones de precios del petróleo y en el buen comportamiento de los precios agrarios.

La impresión de que los precios de la primera parte de 1982 iban a volver del revés esta teoría, evidenciada por hechos como aquellos 159% y 40,8% en las subidas de los consumos más populares, empezó a ser desmentida antes de que terminara el verano, y con mayor fuerza durante el otoño. Los índices de julio dejaban ya la tasa anual de la patata por debajo del 100%, y la del pollo, en el 31,4, como ocurría en otros productos alcistas. Por efecto de media docena de ellos, la tasa media del renglón de alimentación bajó, de casi el 20% en junio al 18,1% en julio, 16,6% en agosto, 14,7% en septiembre, 14,6% en octubre, 12,9% en noviembre y 13,1% en diciembre, mes habitualmente inflacionista.

Erosión pasajera

La erosión del poder adquisitivo resultó, pues, pasajera. No obstante, la patata terminó el año con una tasa de crecimiento del 36,3% en los últimos doce meses; las hortalizas, con el 38,5%; las frutas, con el 22,7%, y el pollo con el 26,9%, lo que, en parte, ha sido compensado por la evolución más favorable de otros productos.Aunque la tasa media anual del índice de precios al consumo ha sido casi medio punto superior al 14% de acumulado en los doce meses, las revisiones salariales provocadas por los precios del primer semestre han compensado a las rentas más bajas.

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