El recuadro
Hubo un tiempo ingenuo en que yo creía en el periodismo y le pedía aquí al señorito un recuadro para mi columna. El señorito tenía razón, como la tiene casi siempre, al hacerse el noruego, ya que la columna se recuadra por sí sola (un lector la llama "periódico dentro del periódico", lo cual me parece como demasiado too much), y, por otra parte, mi afán de recuadrarme revelaba mi inmadurez, mi necesidad de límites: "Mis límites son mi riqueza", dijo don Eugenio.Máximo, el genial Máximo, al que ahora han dado un premio cuando debiera tenerlos todos, me decía a veces de hablarle al señorito de que nos metiese en nómina mientras yo le disuadía explicándole que la relación del colaborador por libre con su periódico es la relación del muerto con su esquela, y ya está. O sea, que yo buscaba el enmarcamiento tipográfico (hoy tan innecesario para esta columna) y Máximo el enmarcamiento empresarial, profesional. No sé si él ha conseguido lo suyo. Por mi parte, tengo que preguntar un año de estos, hombre, a ver qué hay de lo mío. Lo que ocurre es que se me va pasando porque en la sociedad española se ha creado un recuadro más amplio, general, firme y duradero, que es psocialismo democrático de Felipe González.
En lo que más noto yo la integridad moral de esta política es en, que ya no echo de menos el recuadro, en que me siento recuadrado, mucho más generosamente, por un conjunto de cosas que votamos los españoles en octubre, como ayer me recordaba mi querido Yale por la radio.
He comprendido, al fin, entre el escepticismo y la esperanza, que más importante que mi vanidoso y mezquino recuadro tipográfico, es el recuadro político, el macro/recuadro, que diría presidente Felipe, logrando para la sociedad española por una política socializante, honrada, "tradicional", modernizadora, ética e incluso estética. El ministro Solana me habla de celebrar el centenario de Marx mediante exposicion, entre otras cosas, de la correspondencia original entre Marx y Engels. Anoche cenamos en El Espejo con César Manrique, que ha puesto el complejo comercial de La Vaguada a punto y ahora expone ecología en Theo, a la sombra Picasso/caldea de Soledad y Elvira Mignoni. El gran neurólogo Alberto Portera me expresa la depre como "incomplitud" del individuo. Yo estaba incompleto cuando quería un recuadro. Cebrián estaba completo cuando me lo negaba. La sociedad española disfruta hoy la seguridad -y esto se vive en la calle- de reconocerse a sí misma dentro de un marco de juridicidad que les ha faltado a tres generaciones, según el cómputo de Ortega. (Junto a esto, el que suba el gas un mucho por ciento no es sino dolorosa anécdota). Me llaman de parte de Luis del Olmo para que les escriba un "¿Buenos días" para la radio. Cuando les hablo de dinero, se ríen mucho, porque me encuentran umbraliano/wildeano. El escritor, en España, sigue sin un recuadro legal, como mi columna, ésta, y eso es tarea de Javier Solana, ministro de la cosa, que los editores, con el rollo del INLE, ya nos han dado mucha vara en el cuarentañismo.
Me vuelven a convocar como jurado del González-Ruano, el últi mo romántico, el último escritor español que se murió dignamente de hambre. (Y eso que él, cuando menos, tenía recuadro). Rafansón me invita a comer una noche de éstas en Zalacaín. El escritor sigue siendo el convidado de piedra pómez del eterno Tenorio nacional. El recuadro es lo que importa, para que el individuo o la sociedad no vivan en perpetua crisis de identidad, depre o incomplitud. Tierno inaugura "El teatro en Madrid, 1583/1925. Todo va teniendo recuadro y cifra en la sociedad y la cultura española. Eso es, socialismo: un gran recuadro de juridicidad que nos redime de incertidumbres colectivas y complejos, personales de recuadro.
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