El verdugo de la Resistencia francesa
Klaus Barbie, a los setenta años de edad, ha vuelto a Lyon, donde se le esperaba desde que terminó la segunda guerra mundial, época en la que el llamado carnicero de Lyon se refugió en América Latina como muchos millares de nazis que siguieron sus pasos. Hasta 1972 Barbie negó su identidad.Desde 1951 el antiguo jefe de la Gestapo alemana del hitlerismo vivía en Bolivia bajo el seudónimo de Klaus Altmann. Fue con este nombre con el que se nacionalizó boliviano en 1957. En este país prosperó como hombre de negocios; después se dedicó al tráfico de armas y de drogas.
Más adelante ejerció de consejero, en materia de represión, del presidente Banze, del que se supone que financió su golpe de Estado. Durante el breve período democrático en este país, de 1978 a 1980, Barbie-Altmann organizó grupos paramilitares contra el poder legal. De igual manera que Barbie, muchos de sus correligionarios buscaron refugio en América Latina tras el final de la segunda guerra mundial, en 1945.
Nunca han podido establecerse cifras precisas, pero se estima que alrededor de 30.000 alemanes más o menos responsables políticos en la época del hitlerismo huyeron hacia los países del sur americano.
Barbie, concretamente, en Bolivia ha vivido como en su casa durante más de treinta años. En este país ejerce gran influencia la ideología nazi en la colonia alemana. Su fuerza la manifestó el propio Barbie en 1966, cuando durante una reunión del club alemán de La Paz ante el embajador de la República Federal de Alemania se levantó para gritar: "¡Viva Hitler!".
En Paraguay, Argentina, Chile, Brasil y Bolivia la presencia de los ex nazis alemanes ha sido poderosa. El director del diario argentino La Opinión, Jacobo Timermann, ha escrito al respecto: "Es difícil comprender, sin la influencia nazi que se ejercía en Argentina desde antes de la guerra, la naturaleza del régimen militar vigente desde 1976: es represivo, como tantos otros en América Latina, pero también es racista".
De ojos azules, con una altura de 1,65 metros, los labios finos y unos cabellos gris claro que limitan la calva de su cráneo, Barbie tiene el aspecto de un hombre de negocios. "Su mirada cruel es imposible olvidarla", seftala una de sus víctimas, Maurice Boudet, profesor de Filosofia en Lyon.
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