Reforma de la Administración
Escribo a este diario para manifestarle que la inmensa mayoría de los funcionarios estamos hartos del trato que venimos recibiendo por parte del Gobierno actualmente. Todo son declaraciones en contra y medidas denigrantes, contra las que nadie protesta por falta de cauces, aunque cualquier día la gente reaccionará de la forma más inesperada.No han podido ser más inoportunas las nuevas órdenes sobre horarios e incompatibilidades: en el momento en que el funcionario contempla indignado las continuas purgas de compañeros por motivos políticos; cuando siguen realizándose fabulosos contratos en favor de parientes y amiguetes de los altos cargos, con sueldos que ni soñando vería el funcionario de carrera; cuando asiste al nombramiento de cientos de asesores innecesarios y sin función para todos los niveles de la Administración, y a la creación de gabinetes en cuya estructura no se da publicidad por lo escandaloso que supone para el gasto público, que se dice quiere contenerse. Y mientras, el funcionario que por necesidad daba unas clases por la tarde tiene que dejarlas, y las madres de familia o dejan solos a sus hijos a las siete de la mañana o los tienen que dejar -de noche- en la calle, y los sábados ya veremos qué hacen con ellos de ocho de la mañana a una de la tarde. Se los debieran subir a los subsecretarios de cada ministerio para que los entretuviesen...
Nadie ha dicho que gracias al funcionario profesional, que ha dejado a un lado sus ideas políticas y sólo se ha dedicado a trabajar, se ha mantenido el Estado en estos años de desastre y consenso, pese a la paralización de la Administración -que sigue- y a la incompetencia y falta de preparación de tanto alto cargo. /