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Se agrandan las diferencias entre Estados Unidos Israel

Una crisis grave se ha abierto en las relaciones entre Israel y Estados Unidos. En Jerusalén, donde habitualmente se minimizan los desacuerdos con Washington, se guarda silencio estos días. Las discrepancias parecen ahora más serias que en ocasiones anteriores, sobre todo porque se refieren a un conjunto de problemas: Líbano, la colonización de los territorios ocupados, el plan Reagan.

Es sobre todo la manera como el primer ministro Menájem Beguin ha rechazado la iniciativa del presidente norteamericano -sin examen, sin matices- lo que ha irritado profundamente a Ronald Reagan, hasta el punto que un diplomático estadounidense comentaba: "El presidente ha tenido la impresión de que el jefe del Gobierno israelí le trataba como a alguien insignificante, con menosprecio".Reagan no es un hombre religioso, apegado a la Biblia, como y Carter, pero también se ha visto sorprendido al comprobar que en el fondo Menájem Beguin prefiere quedarse con los territorios ocupados, incluso con riesgo de una nueva guerra generalizada con el mundo árabe, incluso al precio de dinamitar su paz con Egipto.

"Sin Judea y Samaria..." -léase la Cisjordania ocupada- "...no habrá Estado de Israel. Sin Judea y Samaria, nos dice el jefe de nuestro Estado Mayor, la defensa de Israel es imposible. La elección no está entre los territorios y la paz, sino entre la salvaguardia de la integridad territorial israelí y la aniquilación". Estas palabras de Beguin, pronunciadas ante una delegación del Congreso norteamericano, han dejado estupefacto al inquilino de la Casa Blanca.

La amenaza de reducir la ayuda militar norteamericana, amenaza que no se toma muy en serio en Jerusalén, inquieta mucho menos a los,medios oficiales de este país que una corta frase del secretario de Defensa, Caspar Weinberger, al diario egipcio Al Ahram: "La seguridad de los países árabes es tan importante para Estados Unidos como la seguridad de Israel".

Es la primera vez que un responsable de la Administración de tan alto rango pone en el mismo nivel la seguridad de árabes e israelíes. Hasta ahora el compromiso de velar por la seguridad del Estado judío -y sólo de él- era un leitmotiv consagrado de todos los grandes discursos de los presidentes de Estados Unidos cuando abordaban el tema de Oriente Próximo. Nunca se planteó un compromiso similar a propósito de un país árabe.

Es verdad que están en alza constante los créditos militares y el armamento entregado por Washington a Egipto, Jordania, Arabia Saudí y otros países árabes; pero comparar las necesidades en materia de seguridad entre Israel y sus vecinos era impensable.

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Lo impensable se ha producido. En Jerusalén no se considera posible que la toma de postura de Weinberger no haya sido antes sopesada y aprobada por la Casa Blanca. En caso contrario, el titular de Defensa no se habría atrevido a ir tan lejos "en la provocación" y hacer caer sobre sus espaldas lo que aquí se considera "una ruptura de la política tradicionalmente proisraelí de las precedentes administraciones norteamericanas". La declaración de Weinberger ¿anuncia el fin de esta luna de miel prolongada? Esta es hoy la pregunta más importante en Jerusalén.

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