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La decisión de Balsemão de formar un Gobierno de gestión provoca duras criticas entre los socialdemócratas portugueses

Las vacilaciones y la inseguridad del primer ministro dimisionario portugués Francisco Pinto Balsemão a la hora de definir su posición frente a la decisión del presidente Ramalho Eanes de convocar, a corto lazo, nuevas elecciones legislativas, han destruido el frágil compromiso alcanzado en el seno del Partido Social Demócrata (PSD) y que permitió a Baisemão imponer a Vitor Crespo como su sucesor fallido a la presidencia del Ejecutivo.

El lunes, Balsemão efectuó, en tres ocasiones, declaraciones públicas aparentemente contradictorias acerca de la cuestión, crucial en el actual momento de la crisis lusa, de su permanencia o no en el cargo del primer ministro hasta la celebración de las próximas elecciones.Después de afirmar que no aceptaría, en ningún caso, seguir ejerciendo las funciones de presidente de un Gobierno con poderes limitados, aseguró, a la salida de una audiencia de dos horas con el jefe del Estado, que no abandonaría "por motivos de patriotismo" sus responsabilidades gubernamentales, pero que le parecía difícil que un Gobierno, dimisionario hace más de un mes, pueda resolver las graves dificultades económicas y políticas del momento.

Balsemão no prometía formalmente mantenerse en funciones hasta los comicios, pero admitía que la cuestión sería examinada. Horas después, a la salida de la reunión de la comisión directiva del PSD, Baselmão se declaraba en favor de la formación de un Gobierno de gestión negociada, antes de la disolución del Parlamento, entre la actual mayoría, el presidente Eanes y "otras fuerzas políticas".

La vía del consenso

Este cambio de actitud provocó una profunda sorpresa, y muchos se preguntan lo que llevó al presidente del PSD a aceptar ahora, para la formación de un Gobierno transitorio, la vía del consenso, anteriormente preconizada por Mota Amaral, el presidente socialdemócrata del Gobierno autonómico de Azores, para evitar el recurso a las elecciones anticipadas.

Con estas contradicciones, Balsemão consiguió un único resultado: reunir contra él todas las tendencias existentes en el seno del Partido Social Demócrata, y sus adversarios internos exigen ahora su sustitución de la presidencia del partido antes del inicio de la campaña electoral. Estos últimos tratan de provocar la convocatoria argente de un congreso extraordinario que tendría como objetivo casi único la caída de Balsemão y su sustitución por Carlos Mota Pinto, el hombre que el democristiano Centro Democrático y Social (CDS) y la derecha del PSD quisieron imponer hace un mes como sucesor del presidente de los socialdemócratas a la presidencia del Gobierno.

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Las próximas elecciones legislativas portuguesas tendrán lugar, posiblemente, el último domingo de abril o el primer domingo de mayo. El presidente Eanes, que continuó ayer sus consultas acerca de la crisis política portuguesa, al recibir en audiencia a las dos grandes centrales sindicales y a las asociaciones de empresarios, considera el plazo de dos semanas suficiente para la adopción, por el Gobierno en ejercicio y el Parlamento, de las medidas urgentes necesarias a la gestión de los asuntos corrientes del Estado antes de la anunciada disolución de la Asamblea de la República.

Silencio empresarial

Entre tanto, los partidos políticos portugueses preparan apresuradamente sus estrategias electorales, mientras la atención pública se centra sobre el Partido Social Demócrata, donde el liderazgo de Francisco Pinto Balsemâo parece, de nuevo, seriamente amenazado.

Las asociaciones empresariales, que siempre apoyaron electoralmente a Alianza Democrática, no han condenado la decisión de Eanes de disolver el Parlamento y este silencio, que se junta a la clara aprobación de las dos centrales sindicales lusas -la CGT, comunista, y la UGT, socialista-socialdemócrata-, confirma, a los ojos de la opinión pública, el total descrédito en que ha caído el actual equipo dirigente y su aislamiento social.

El dirigente democristiano Luis Barbosa declaró públicamente que existe apoyo unánime de la opinión pública a la decisión tomada por el jefe del Estado, y que ello debe constituir "una seria adverténcia para todos los dirigentes políticos acerca de la necesidad de cambiar la manera de hacer política en Portugal".

Significativamente, socialdemó cratas y democristianos no han manifestado aún sus intenciones acerca de la presentación de listas conjuntas en las próximas eleccio nes. El CDS considera prematura cualquier toma de posición sobre el asunto, pero varios dirigente del PSD han afirmado ya, a título individual, que el acuerdo electoral entre ambos partidos cesa con la disolución del Parlamento y que deben disputar los próximos comicios con listas separadas.

Los observadores temen que la convocatoria a las urnas, con lo. que supone de gastos en la campaña electoral y de riesgo de que finalmente ningún partido obtenga una mayoría clara para gobernar con autoridad, complique aún más la difícil situación económica portuguesa.

Dificultades económicas

Preocupado por ello, el presidente Eanes pretende que se mantenga Alianza Democrática en el Gobierno hasta las próximas elecciones para que, entre otras urgentes medidas económicas, apruebe los presupuestos del Estado para 1983.

La economía portuguesa, principalmente agrícola y caracterizada por un costoso sector público, se enfreta a la peor situación de los últimos años, con un déficit en su balanza de pagos de 3.000 millones de dólares, un 4% de su producto nacional bruto y una deuda exterior de 12.000 millones de dólares, equivalente a más del 50% del modesto producto nacional bruto. Portugal estuvo también en el pasado sin presupuestos durante varios meses por diferentes crisis políticas, pero entonces, tanto el déficit como la deuda externa, era inferior a la actual.

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